
La Mendoza de los próximos 25 años necesita romper la inercia de su economía actual y para eso debe «sacarle el cepo» de la Ley 7.722 a la actividad minera.
El auge desregulador impuesto por la administración libertaria a nivel nacional, brinda a Mendoza la posibilidad de avanzar contra viejas leyes que fueron el ancla del progreso económico.
No alcanza con «acting», tal cómo se vio el pasado 1 de Mayo en la Legislatura por parte del gobernador o si quiera, con buenas intenciones.
La Mendoza de los próximos 25 años, requiere de bastante más que una foto de Alfredo Cornejo con un mineral y una botella de vino en la mano. Hay que «sacarle el cepo» a la actividad minera cuánto antes.

Se trata de tener decisión política y avanzar a fondo con las reformas económicas y legislativas en las que Mendoza se dejó estar por, al menos los últimos 18 años, si contamos como primer tiro en el pie la promulgación de la Ley 7.722.
El costo político pagado vs las urgencias
Si el segundo mandato de Alfredo Cornejo va a dejar como legado el reimpulso de la actividad minera, no hay más lugar para el gradualismo.
Más cuando su antecesor, Rodolfo Suarez, fracasó con la sanción de la ley 9.209, que derivó en su posterior derogación en diciembre de 2019, ante el reclamo de minorías fundamentalistas ruidosas, que no entienden de agotamiento de la matriz productiva actual, ni mucho menos de progreso.
Mendoza está estancada hace al menos un par de décadas y con el orden de las cuentas públicas, no alcanza. De hecho y para ponerle cifras, hay que recordar que para 2024, el Producto Bruto Geográfico (PBG) estimado de Mendoza fue de 15.822 millones de dólares, representando apenas el 3,5% del total nacional.
Además sobre ese total, la producción de petróleo y gas representa el 16,7% del PBG y la vitivinicultura el 10,9%, mientras que el agro aporta aproximadamente el 3,2% y la construcción el 2,6%.
El ingreso per cápita anual estuvo estimado en $7.800 dólares ($650 dólares mensuales promedio) para el año pasado y la economía provincial cayó un -1,6%, con una actividad a nivel nacional también en caída del -1,8% en 2024.
La traducción de esto, es que los salarios de los mendocinos están por debajo de la media nacional. De hecho, desde el IERAL se indicó en uno de sus últimos informes que Mendoza está en el top 10 de provincias con menor salario registrado para el sector privado.
El dato, también es corroborado por el Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial (OEDE) de la Secretaría de Trabajo de la Nación, que exhibe a la claras del atraso salarial en Mendoza.

Con todo, si Alfredo Cornejo y Cambia Mendoza van a ser aliados de Javier Milei, deberían considerar avanzar rápidamente en la derogación de la Ley 7.722. Sin grises, sin medias tintas, a fondo.
El gobierno de Mendoza debería tomar nota (e impulso) con las desregulaciones o simplificaciones impuestas por Federico Sturzenegger a nivel nacional y pasar página a un nuevo modelo productivo para Mendoza.
El tiempo y las oportunidades perdidas, en un escenario económico nacional que va a fomentar la competencia entre provincias y a premiar la competitividad, exige soluciones audaces, corajudas y profundas.
Ya no alcanza con ir a ferias a promocionar Mendoza como destino minero, tampoco con integrar la Mesa del Cobre. Son condiciones necesarias, pero no suficientes, sobre todo cuando provincias menos desarrolladas nos llevan años de ventaja.
Mientras no se repare en que con la ley vigente la minería no va a poder desarrollar todo su potencial, el crecimiento de la actividad económica de Mendoza no se hará realidad o al menos, tendrá limitaciones.
En 2015 y para triunfar como gobierno provincial, a Cambia Mendoza sólo le bastaba con pagar los salarios a los trabajadores estatales y levantar muertos con proveedores del Estado. En 2025 y con 10 años de gestión bajo la espalda, el salto calidad que debe dar la gestión actual para transformar a Mendoza debe ser superlativo.
Si Mendoza quiere crecer y no repartir pobreza económica, como sucede en las provincias con mayor dependencia al reparto de fondos nacionales, los próximos 2 años de mandato, le demandarán a Cornejo y equipo despeinarse un poco y dejar de lado el orden y las formas para dejar definitivamente un legado