
El punto elegido fue el hoy delimitado por calles O’Higgins y Moreno, entre Brown-Vieytes y Chiclana-Estomba, un terreno de 232 metros de lado que se conoce como Manzana Fundacional.
El 9 de abril de 1828, luego de una lenta pero tranquila marcha de 18 días para cubrir casi 400 kilómetros, el coronel Ramón Bernabé Estomba se detuvo a orillas del arroyo Napostá, a la altura de lo que hoy es calle Sarmiento, y miró hacia el mar.
Tenía ante sus ojos la vasta llanura que se extendía cuesta abajo, donde debía montar un fuerte de carácter defensivo para instalar las fuerzas militares y civiles que lo acompañaban y así establecer un punto de avanzada sobre el territorio bonaerense.
Dos días después, 11 de abril de 1828, a la altura de lo que hoy es el paseo de las esculturas, se fueron reuniendo las carretas que formaban aquel grupo fundacional.
Para la firma del histórico documento reunió a algunos civiles, un par de soldados y al agrimensor Narciso Parchappe. Lo particular de aquel escrito es que su contenido se centra en dejar constancia de la consulta realizada a los presentes acerca de la ubicación elegida por el agrimnesor Parchappe para ubicar el fuerte, la cual tuvo “aprobación unánime”.
El punto elegido es el hoy delimitado por calles O’Higgins y Moreno, entre Brown-Vieytes y Chiclana-Estomba, un terreno de 232 metros de lado que hoy se conoce como la manzana fundacional. Frente a él, otro de similares dimensiones –la actual plaza Rivadavia—que funcionaba como gran corral para las carretas, animales y otros usos.
En ese entonces el lugar elegido para el fuerte era una modesta colina, lo cual era beneficioso para la defensa. Estaba cerca del puerto, un precario muelle de madera a la altura del hoy balneario Maldonado, disponía de “excelente agua” (la del arroyo Napostá, pura y cristalina), buena tierra vegetal, pastos abundantes y “combustible (leña) por muchos siglos”. Fue en esa “reunión de circunstancias” que se firmó el acta.

Dos días después, 11 de abril de 1828, comenzó la construcción del fuerte, asumiendo que desde el mismo momento que se instalaban en el lugar deberían soportar los embates de los indígenas.
Estomba ignoró la indicación del gobernador Manuel Dorrego de llamar “Nueva Buenos Aires” al emplazamiento y se inclinó por el nombre de “Fortaleza Protectora Argentina”, aunque al lugar se lo siguió mencionando como Bahía Blanca, la designación dada a la zona por el mismísimo Hernán de Magallanes en su paso por el lugar, tres siglos antes, impactado por las salinas que veía desde su embarcación.
La aldea
Aquella población inicial tenía características muy particulares. No era poca –unas 800 personas— y por demás variada: criollos, soldados de distintos batallones, prisioneros brasileños, algunos africanos, varios indios amigos y contados criollos y gauchos.
A los seis meses de establecido el fuerte, Estomba regresó a Buenos Aires, convocado por el general Juan Lavalle para sumarse a sus fuerzas, las que habían derrocado al gobernador Manuel Dorrego.
El fundador tenía 39 años de edad y sufría los primeros síntomas de una enfermedad que estaba afectando su capacidad mental. Falleció seis meses después, el 31 de mayo de 1829.

Enterrado en el cementerio del Norte (actual Recoleta), su tumba permaneció sin identificación alguna durante 150 años. Un arduo trabajo de investigación realizado por el arquitecto Enrique Cabré Moré, por encargo del gobierno municipal, permitió ubicarla en 1979 y un año después enviar a nuestra ciudad una urna conteniendo tierra del lugar donde fuera inhumando.
Cuestiones menores: ¿Cuál es el día fundacional?
El 11 de abril de 1887 la ciudad celebró por primera vez su aniversario. Fue por decisión del intendente Luis Caronti, que a la salida del sol de ese día mandó detonar algunas bombas –costumbre de la época para anunciar algún hecho trascendente– y enarbolar la bandera en el mástil de la plaza Rivadavia. Ante la consulta de algunos curiosos de porqué semejante movimiento, la respuesta fue que la ciudad cumplía 59 años.
Dada su calidad de historiador y estudioso, nadie puso en duda la decisión de Caronti acerca de la fecha fundacional.
Recién en 1920 el Concejo Deliberante puso dudas sobre esa situación, atento a que el acta fundacional tenía fecha 9 de abril y no 11.
La situación se planteó cuando el Tiro Federal, institución que por tradición organizaba la celebración, elevó un pedido al poder legislativo para que el 11 de abril fuese declarado feriado.
“Era opinión de varios concejales que la fecha de fundación no estaba bien determinada y, por el contrario, muchos creían que correspondía fijarla el 9 de abril”, resumió este diario.
El punto a favor que tenía el 11 de abril era “lo arraigado de la tradición” de celebrar el aniversario en esa fecha. También pesaba la determinación de Caronti quien había argumentado que “una cosa es elegir el terreno –qué es lo ocurrido el 9 de abril– y otra distinta es comenzar con las tareas de fundación”.
Además, el 9 de abril de 1828 Estomba estaba acompañado por unos pocos integrantes del grupo fundacional. El grueso recién llegó el 11 para ya ubicarse en el sitio definido dos días antes, dando inicio a las tareas de limpieza y replanteo del fuerte.
Todo indicaba finalmente que el criterio de los ediles era declarar feriado el 11 de abril, pero como alguien advirtió que ese día de 1920 era domingo, no era necesario resolver con tanta premura una cuestión que, en la realidad, ya estaba debidamente definida