AMBA inundable

Lo que sucedió en Bahía Blanca podría pasar en la ciudad de Buenos Aires. Al menos en parte de ella, incluídas también zonas densamente pobladas del conurbano. La organización científica internacional Climate Central, puso a esta zona como una que podría sufrir terribles estragos en el futuro. Son varios los reportes científicos que pronostican un riesgo de que la ciudad de Buenos Aires y su conurbano se inunden parcial o permanentemente. Y la mayoría de las causas están vinculadas al cambio climático y a la capacidad de las poblaciones de responder a sus efectos. Fuentes tanto científicas como del gobierno de la Ciudad reconocieron que las consecuencias del cambio climático que se habían pensado para un futuro un poco más lejano, están ocurriendo ahora. Esto no quiere decir que en Buenos Aires necesariamente ocurrirán dramas como los que hoy sufre Bahía Blanca, pero eventos como los del viernes pasado, o el año pasado en Concordia, Entre Ríos, son una muestra fehaciente de la recurrencia de eventos que pueden desembocar en resultados trágicos.

Por Matías Avramow

Tragedia. En Bahía Blanca cayeron más de 290 milímetros de agua, lo que provocó graves inundaciones, serios destrozos y el trágico saldo de al menos 16 muertos

Son varios los eventos, no solo en la Argentina, que invitan a preguntarse si lo mismo podría pasar la capital argentina y sus alrededores. La ciudad de Buenos Aires tiene una larga trayectoria de inundaciones y todavía las sufre. Incluso, el gobierno porteño reconoce en su Plan de Acción Climática 2050 (PAC) que es “el principal riesgo de origen natural”. Tan solo habría que mirar hacia atrás un año para recordar las inundaciones del 12 de marzo que causaron estragos en el conurbano bonaerense. Estas, según Inés Camilloni, una de las meteorólogas más reconocidas del país, podrían ser mucho más graves en el futuro. Camilloni es investigadora del Conicet, profesora de la UBA y vicepresidenta del grupo I del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Explicó que el cambio climático ha acelerado varios de los fenómenos que pueden provocar inundaciones, aunque no es el único factor que las potencia. La científica identificó como causas directas al aumento de lluvias fuertes y del nivel del Río de La Plata. Estos cambios están estrechamente vinculados a la crisis climática. Y sumado a fenómenos como las sudestadas y El Niño, podrían desembocar en un drama. Si bien se han hecho varias obras de infraestructura hidráulica y otras medidas para reducir este riesgo en la ciudad, tanto para Camilloni como para otras científicas consultadas por LA NACION, éstas podrían no ser suficientes en un futuro cercano. Y en el conurbano, la situación sería aún más grave. En comparación con la capital porteña, hay múltiples zonas que no centan con casi ninguna medida de alivio para la acumulación de agua.

Probabilidad de inundaciones a causa de la subida del nivel del mar

Escenarios simulados

Lo primero y más fundamental que debemos comprender es que, a pesar de las disidencias políticas y de algunos científicos, hay un consenso en el mundo de que hace más calor que antes. Y no es un tema de interpretación. Los centros de medición meteorológica de todo el planeta apuntan a un aumento progresivo de la temperatura media global. Lo segundo es que este calentamiento, más acelerado que en otras etapas geológicas, está estrechamente vinculado a la concentración del dióxido de carbono (CO2) y de otros gases de efecto invernadero. Según la última medición de la NASA, hoy tenemos 427 partes por millón de CO2 en el aire, y la temperatura aumentó 1,5° C con respecto a la época previa a la industrialización. Esta comparación es clave, pues los científicos atribuyen este aumento de concentración de gases a la actividad humana, especialmente la de los últimos 150 años. Y aunque 1,5° C parezca poco, este cambio nunca se había registrado de forma tan veloz, al menos en los últimos 2000 años y representa modificaciones en los climas de todo el mundo. Además, según expertos, la tendencia de la temperatura sigue en aumento. El último reporte síntesis del IPCC, que congrega a cientos de científicos de todo el mundo, modela cinco escenarios distintos. Son rutas que el planeta podría recorrer dependiendo de las decisiones que el ser humano tome. Todo gira en torno a si aumentamos o reducimos nuestras emisiones. Hay dos escenarios optimistas, uno intermedio y dos pesimistas. “Y el mundo está siguiendo una trayectoria de emisiones de gases de efecto invernadero altas [o sea un escenario pesimista]. Si bien algunos países están bajándolas, en términos generales siguen creciendo y mucho”, describió Camilloni. El reporte indicó qué podría pasar en diferentes zonas del planeta dependiendo de cuánto aumente la temperatura. En el caso de la cuenca de La Plata -que comprende el sureste brasileño, parte de Uruguay, Paraguay y una buena parte de la Argentina- hay una alta probabilidad de que aparezcan tormentas con más frecuencia, y que en cada episodio caiga más agua de manera más violenta. Sobre estos factores globales, la meteoróloga explica que hay otra razón que vuelve aún más vulnerable a la ciudad de Buenos Aires y el conurbano cuando se habla de lluvias intensas. Sonará extraño, pero tiene que ver con las islas urbanas de calor. Estas zonas de la ciudad que acumulan altas temperaturas provocan que la humedad suba, que formen nubes y que puedan combinarse con las tormentas ya cargadas de más agua de lo normal. “Por esto, en las ciudades hay aún más lluvia que en zonas semiurbanas o rurales. En el centro de la ciudad de Buenos Aires, la lluvia aumenta 3,2% cada década, mientras que en Ezeiza crece un 0,9%”, aseguró Camilloni.

Un mapa interactivo de la organización Climate Central muestra qué partes de la ciudad de Buenos Aires quedarían inundadas con un aumento del nivel del mar en distintos escenarios. Si la temperatura global subiera cuatro grados con respecto a la época preindustrial, desaparecería el Barrio Chino, una parte de Palermo y toda la Boca, eso sin nombrar a las partes del norte y del sur del conurbano que quedarían sumergidas bajo el agua. Estos escenarios están basados en cálculos, pero su método es muy aceptado por la comunidad científica. Aunque este futuro se espera para el final del siglo -bajo el peor de los escenarios-, no es claro con cuánta velocidad aumentaría la temperatura global en las próximas décadas. Con el aceleramiento del cambio climático y del calentamiento de los océanos, este fenómeno podría avanzar más rápido de lo pronosticado. Así lo explicaron distintos científicos a LA NACION. “Además, es uno de los fenómenos irreversibles del cambio climático. Aún bajando nuestras emisiones, los océanos van a seguir subiendo”, reveló Camilloni. Y por una razón física, si el nivel del mar sube, el del río de La Plata también. Según información del gobierno de la Ciudad, durante el siglo pasado el río subió 17 centímetros. “Y se prevé un aumento de entre medio y un metro en el Río de La Plata para 2050”, añadió. Son varios los factores que influyen en el incremento del nivel del río. Algunos determinarían una crecida puntual y otras trazarían un aumento sin retorno. Si bien el océano puede empujar lentamente esta crecida irreversible, más frecuencia en lluvias intensas podría nutrir a todos los afluentes que rodean a la ciudad y que bordean varias zonas del conurbano. Esto significa que no solo hay que pensar en las lluvias que caigan en la ciudad. También debemos poner atención a las tormentas que ocurren en sitios quizás distantes, pero que nos conectan a través de los ríos. Y a eso se suma otro fenómeno que resalta Camilloni: una serie de vientos constantes que con cada vez más frecuencia soplan desde el este y empujan el agua hacia la costa. “Además tenemos las sudestadas, otro evento puntual que observamos con más frecuencia”, cuenta Camilloni. Según un reporte científico hecho para la elaboración del PAC, se registró un aumento en la frecuencia de sudestadas entre los periodos de 1943 a 1952 y 2004 a 2013. En combinación, las inundaciones costeras se convertirán en un riesgo cada vez más apabullante.

Número de eventos de sudestadas en la Ciudad de Buenos Aires

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Con toda la información antes vertida, sería posible pensar que, cuando las tormentas se combinen, lo que sucedió en Bahía Blanca podría suceder en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Pero para el gobierno de la Ciudad no es un destino certero. Si bien en el PAC identifican al sur y centro de la ciudad como las zonas con más riesgo de inundación, en el gobierno porteño aseguran que “más del 80% de la capital está preparada para lluvias fuertes y para aliviar rápidamente el agua”. Y es que desde los 90 para acá, diferentes gestiones diseñaron y concretaron gran parte del Plan Hidráulico, que propuso una serie de obras para encauzar el agua acumulada hacia el Río de La Plata. Una de las más conocidas fueron las obras de alivio del arroyo Maldonado, que antes corría sobre la avenida Juan B. Justo. Como esta, la Ciudad cuenta con obras de infraestructura gris para siete cuencas hidrográficas, que buscan redireccionar el agua que podría acumularse. Hoy en día hay seis obras en construcción para ampliar el drenado y contención de la lluvia. “¿Recordás las inundaciones que había en Palermo antes de la obra del Maldonado? Bueno, las lluvias de ese momento son tres veces menores a las de diciembre del 2023. Con las obras que hay ahora logramos que en más o menos una hora se evacuara casi toda el agua”, explicaron desde el Ministerio de Infraestructura de la Ciudad. Para la especialista en ecología urbana, cambio climático y gestión de recursos hídricos, Ana Carolina Herrero, la infraestructura gris no es suficiente. “Yo creo que ninguna ciudad está preparada para tanta cantidad de precipitación en ese tiempo, porque las obras se hicieron con cálculos y con información de lluvias de décadas anteriores”, argumenta.

Peligro. En el conurbano, la carencia de obras y las condiciones geográficas hacen que sea más riesgoso el aumento de lluvias y el crecimiento del nivel del agua

Por un momento volvamos a las inundaciones de marzo del año pasado. Según información del Servicio Meteorológico Nacional, en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano se acumularon de 200 a 400 milímetros de lluvia entre el 7 y el 20 de aquel mes. En el caso del temporal del viernes pasado, solo en Bahía Blanca cayeron 210 milímetros hasta las nueve de la mañana del viernes y por la tarde se sumaron 80 más. Fueron 290 milímetros en 12 horas solamente. Junto con Inés Camilloni, Herrero ha dado distintas asesorías a diferentes administraciones del gobierno de la Ciudad. Y resaltó la importancia de desarrollar lo que llama infraestructura “verde y azul” para que acompañe a todos estos sistemas hidráulicos. Esto significa la construcción de áreas verdes y de lagunas artificiales que ayuden a redistribuir el agua que podría acumularse en una calle. Para Herrero, este método podría ser menos costoso y tan efectivo como ampliar las obras hidráulicas ante un incremento en la lluvia. Por el concreto, las ciudades son especialmente impermeables. Y el agua siempre se va a acumular en hundimientos. Sea una calle, un parque, o una casa, el agua siempre va a correr. Lo que plantea este tipo de infraestructura complementaria son sitios donde el agua pueda infiltrase y retenerse temporalmente. Como si pusiéramos esponjas y piletas en distintas partes de la ciudad que absorban una parte de la lluvia.

Comparación del aumento de las precipitaciones

Entre 2010 y 2020

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En administraciones pasadas, este tipo de iniciativas se concretaron en forma de calles verdes y ampliación de algunas áreas verdes tanto en la ciudad como en la costa. Según explican desde el Ministerio de Espacios Públicos e Higiene, se piensa en obras que tengan capacidad de infiltración, además de plantar nuevos árboles, algo que llaman soluciones basadas en la naturaleza. “Sabemos que un tema a resolver es el de ampliar la cantidad de áreas verdes. Ya hay varias obras en marcha y pretendemos ampliar la cantidad de calles en este formato”, informaron desde el Ministerio a LA NACION. Por lo pronto, el ministerio de Ambiente de la Ciudad lista también la creación de Sistemas Urbanos de Drenaje, Áreas de Retención Temporal de Excedentes Hídricos y una red de áreas naturales y seminaturales para antes del 2050. También explicaron a LA NACION que pertenecen a un organismo internacional llamado C40, que congrega a 40 ciudades del mundo que buscan transicionar hacia un modelo sustentable y resiliente a eventos extremos. En conjunto con estas obras, el gobierno también contempla un sistema de alerta temprana de tormentas que funciona en el Centro Único de Coordinación y Control en Chacarita, y diferentes capacitaciones para vecinos. Esto no asegura que no habrá catástrofes si la magnitud de las tormentas crece, pero sí hay mayor capacidad de respuesta. Si bien, las tormentas extremas son difíciles y aún hay varias medidas por hacer, Herrero opinó que la Ciudad está mucho más preparada que el conurbano bonaerense, al otro lado de la General Paz.

“La Matanza, Merlo, Moreno, Malvinas, Tigre, Almirante Brown, Florencio Varela…”, recuenta Herrero repasando un estudio que hizo junto con sus colegas, Claudia Natenzon y Mariela Miño, sobre la vulnerabilidad social, amenaza y riesgos que vive la población de la ciudad y el conurbano en Buenos Aires. Aquí contemplan tanto inundaciones como tormentas y olas de calor. Solo la General Paz divide a estos municipios de la ciudad. Sin embargo, las consecuencias de una tormenta son completamente dispares. Herrero resaltó la falta de capacidades que tienen estos sitios para reaccionar a un fenómeno extremo, tanto por infraestructura, como por gestión e incluso educación. Según los datos del estudio, la población con más riesgo de inundación se encuentra en los municipios de Malvinas Argentinas, Esteban Echeverría, Merlo, Lomas de Zamora y Morón. En estos cinco municipios, más de la mitad de sus habitantes corre riesgo de sufrir inundaciones. “Obviamente el conurbano está más expuesto, sobre todo porque el riesgo, es la intersección entre la amenaza natural y la vulnerabilidad social”, explica Herrero. Este problema empezó a la par del desarrollo en el conurbano. Como explicó hace unos meses a LA NACION Gustavo Villa Uria, exsubsecretario de Obras Hidráulicas de la Nación, “el conurbano es una región de muy baja pendiente, el agua se mueve lentamente y necesita grandes obras de infraestructura para drenar. Como sociedad hemos impuesto una ciudad de millones de habitantes en una zona de pantanos y humedales con cambios que modificaron la geografía del lugar”

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