
Fabio, Ana y Martina soñaban conocer las Catedrales e Mármol de Chile, y emprendieron un viaje por la Carretera Austral que los sorprendió con la magia de los pueblos y paisajes.
El viaje comenzó con una decisión: tomar la Ruta 6 hacia Bariloche. Esta elección sumaba 150 kilómetros y tramos sin pavimentar, pero garantizaba un trayecto tranquilo. El paisaje desolado de la estepa patagónica se extendía como un océano de tierra seca, interrumpido solo por pequeños pueblos. Pasaron por Los Menucos, Maquinchao, Jacobacci y Pilcaniyeu, hasta salir en Dina Huapi. En su mapa, tenían marcado un recorrido por la gran Ruta Austral de Chile, con las Capillas de Mármol como destino final.

Los viajeros relatan que la Ruta Austral comienza en Puerto Montt y termina en Villa O’Higgins. Se trata de la Ruta 7 de Chile, una vía con una historia particular: fue construida en los años 70, durante la dictadura de Pinochet. Su construcción fue una obra monumental, ya que atraviesa zonas prácticamente inaccesibles. En algunos sectores fue necesario instalar barcazas para conectar los pueblos.

Desde Trevelin, cruzaron a Futaleufú, pasando por los campos de tulipanes, bodegas y molinos. La aduana fue tranquila y, una vez en Chile, recorrieron unos 40 kilómetros de zona rural. “Lo primero que hicimos fue cambiar algo de plata chilena. Después, transitamos entre 60 y 70 kilómetros de ripio. Pero una vez en la Ruta Austral, ya encontramos asfalto. Desde ahí, bajamos hasta Coyhaique. Google Maps nos mostraba que la Ruta 7 tiene un tramo de tierra, pero existe un desvío hacia Puerto Aysén que permite continuar por asfalto, que es más largo. Optamos por el camino corto, pero fue complicado: muchos camiones de ganado y una ruta bastante deteriorada”.
En Coyhaique se quedaron cuatro días. Es una zona ganadera, con paisajes de campo y muchas vacas. La ciudad, similar a General Roca, está ubicada en un valle con varios miradores.
Las Capillas de Mármol
Para llegar hasta allí, recorrieron 240 kilómetros desde Coyhaique. “El paisaje es impresionante. El pueblo más cercano es Puerto Tranquilo, una pequeña villa donde todo gira en torno a las Cavernas de Mármol. Ahí ofrecen excursiones, te reciben muy bien, te llevan a conocer y te cuentan su historias. También está la entrada al primer campo de hielo del sur. Después vienen El Chaltén y el Fitz Roy”.

Su objetivo era llegar a la Capilla de Mármol. “Por el tiempo que teníamos y sin saber cuánto nos iba a costar el viaje, decidimos enfocarnos en eso”, cuentan. Se embarcaron y se asombraron con la belleza de esas cuevas esculpidas a lo largo de milenos por el viento y el lago. Son formaciones de carbonato de calcio que se observan por una extensión de 300 metros.
También habían planeado hacer algunas compras en el camino y, al llegar a Coyhaique, encontraron buenas tiendas. “No es un centro comercial gigante, pero tenía lo que necesitábamos”.
Las Capillas de Mármol están en el lago General Carrera, el mismo espejo de agua que en Argentina se llama lago Buenos Aires. “Es como Cipolletti y Neuquén: hay un río en el medio que los separa y cambia todo. Cuando llegás a Los Antiguos, el paisaje es completamente distinto: árido, sin árboles ni montañas. En cambio, del lado chileno, venís de una zona montañosa, con caminos de cornisa complicados”.

Después, el regreso por la Ruta 40 fue difícil. “Está muy deteriorada. Desde Los Antiguos hasta el límite con Chubut todavía se mantiene bien, pero apenas cruzás a Chubut, comienzan los pozos enormes”.
Explorando la Ruta Austral
Antes de llegas a las capillas, recorrieron bosques densos donde hasta caminar es difícil. La vegetación es abundante: lupinos, retamas y una flora casi selvática. A lo largo del camino, se pueden ver espejos de agua y cascadas.
“Todo el mundo dice que la Ruta Austral lleva un mes recorrerla bien. Hay muchos lugares que quedan fuera de la ruta principal: fiordos, lagunas, glaciares colgantes… La carretera es muy cerrada, con mucho bosque, y rara vez hay vistas abiertas. Si querés conocer bien, tenés que desviarte, entrar a los pueblitos y explorar”, destaca Fabio.
Los pueblos son pequeños y dedicados principalmente a la ganadería. Algunos tienen apenas 20 casas y pocos servicios, pero hay opciones de hospedaje. “Google Maps no muestra muchas, pero en la realidad hay más de lo que parece. No son de lujo, pero son suficientes para pasar la noche”, dicen.

Los sorprendió la cantidad de ciclistas: cruzaron al menos 20 personas en bicicleta con mochilas. En el camino hay refugios con camas, cocinas y espacios para reparar las bicis. “Vimos muchísima gente: españoles, franceses, viajeros de distintos países”.
“Me gustó mucho la pesca. Son lugares ideales porque el salmón del Pacífico sube por los ríos. Disfruté mucho la Ruta Austral, es preciosa. Hay pasos con puentes colgantes enormes, por donde pasan autos. Son impresionantes, dan ganas de parar, sacar fotos y caminar un rato”.
Puerto Vicente también les pareció muy lindo. Hay un valle donde pasa el río Simpson, entre Coyhaique y Puerto Aysén. Ese lugar fue soñado: río, montaña, puente colgante, fincas chiquitas… muy sencillo pero hermoso.

“Me encantaría vivir ahí. Aunque todos dicen que los inviernos son durísimos, a nosotros nos tocó un clima espectacular: sin frío, sin lluvia, sin viento. Ni siquiera nubes”, concluye Fabio y ya planea su próxima visita.
Precios y consejos
Pagaron un hotel con media pensión $80.000 argentinos. En Argentina, se hospedaron en dos lugares. La primera noche en Trevelin dormimos en un lugar pequeño. No tenía muchas comodidades, por 35.000 pesos. A la vuelta, alquilaron una cabaña por 70.000 pesos. En Los Antiguos una cabaña muy linda, con parrilla y parque, cerca del lago. Les costó 80.000 pesos.
Conectividad:El tema del teléfono fue interesante. “Optamos por comprar un chip prepago de Movistar en Chile por 5.000 pesos chilenos. Nos dieron 20 GB y funcionó muy bien. No pudimos hacer llamadas, pero con WhatsApp nos comunicamos. La señal era buena”, recomienda.
Combustible: El combustible tenía un precio similar al de Argentina. El gasoil costaba entre 1.040 y 1.100 pesos chilenos por litro, que al cambio era prácticamente lo mismo que acá.
Comida y precios: “Cuando nos sentamos a comer bien, gastamos alrededor de $60.000 pesos para los tres. Un plato típico es el salmón con papas fritas. “En relación, los precios son parecidos incluso en Argentina suele ser más caro. Solo una vez gastamos alrededor de 30.000 pesos en algo más sencillo. También comprábamos fiambre y hacíamos sándwiches”, concluyó el viajero