¿Por qué es ilegal que te revisen el bolso en los comercios?

Un caso en Las Heras, Mendoza, disparó esta nota en la que podés enterarte qué hacer en caso de ser víctima de un abuso dentro del establecimiento comercial.

Tus derechos: lo que los comercios no pueden hacer

  1. No pueden obligarte a abrir tu bolso: según el artículo 18 de la Constitución Nacional, nadie puede ser registrado sin una orden judicial.
  2. No pueden humillarte o acusarte sin pruebas: la Ley de Defensa del Consumidor (Ley 24.240), específicamente en su artículo 8 bis, protege tu derecho a un trato digno y equitativo, prohibiendo expresamente las prácticas comerciales que impliquen situaciones vejatorias o humillantes hacia los consumidores.
  3. Solo la policía puede intervenir: si hay sospechas de hurto, el comercio debe llamar a la policía. Ningún empleado puede obligarte a mostrar tus pertenencias o someterte a revisiones públicas.

Normativa y fallos judiciales que te respaldan

En 2017, un fallo en Buenos Aires declaró que un comercio no puede obligar a un cliente a abrir su bolso sin una orden judicial. Este precedente refuerza que las prácticas arbitrarias de revisión son ilegales y contrarias a los derechos del consumidor. Además, en ese caso, el comercio fue obligado a indemnizar a la persona afectada, sentando un precedente claro de que estos abusos no quedan impunes.

Foto: Juan Mateo Aberastain Zubimendi / MDZ

Entrás a un comercio, hacés tus compras y, justo antes de salir, alguien del personal te pide que abrás tu bolso. Aunque esta situación parezca común, pocos saben que es una práctica ilegal que viola derechos fundamentales protegidos por la Constitución y la Ley de Defensa del Consumidor.

Cuando la seguridad se convierte en abuso

Hace unos meses, Antonia, una vecina de Las Heras, llegó a mi oficina destrozada. Había pasado el papelón de su vida en un supermercado de su barrio. Había pagado todo, pero al cruzar la caja, un guardia le gritó delante de todos: «¡A ver tu bolso! ¡Mostrame lo que te robaste!».

Antonia, confundida y temerosa, accedió a abrir su cartera. Pero eso no fue suficiente. El guardia le exigió que se desvistiera en pleno pasillo para demostrar su inocencia. Rodeada de extraños, intentó contener las lágrimas mientras se quitaba prendas bajo la mirada de decenas de personas. Al final, no encontraron nada. ¡Nada! Pero el daño ya estaba hecho. Humillada y devastada, buscó ayuda legal, y juntos denunciamos al supermercado.

Este tipo de abusos vulnera la dignidad de las personas y subraya la necesidad de que los consumidores conozcan y ejerzan sus derechos.

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