Es un verdadero ícono de San Juan. Una escultura de apenas 12 veces menor que la original de Nueva York se erige imponente en la plaza de Pocito. Su historia, envuelta en anécdotas, rumores y documentos históricos, se remonta a 1909, cuando Federico Cantoni decidió encargar una réplica de la emblemática Estatua de la Libertad para conmemorar el Centenario de la Revolución de Mayo. Pero el destino de esta pieza no fue el que su creador, Frédéric Auguste Bartholdi, ni su comitente habrían imaginado.