Tras el año del impulso político a la minería, en 2025 deberían concretarse los trabajos reales. Los planes y los problemas. Qué puede pasar con la política petrolera.
El 2024 fue un año bisagra para Mendoza en cuanto a la visión sobre los recursos naturales no renovables, es decir los que pueden generar riqueza pero deben ser administrados de manera sustentable. El paso más relevante fue el dado con el impulso político a la minería como actividad productiva, pero también hubo un reenfoque de la política petrolera para concentrarse en atraer empresas medianas que “rasquen el subsuelo” desgastado de la provincia.
Más allá de la evaluación que se pueda hacer, Alfredo Cornejo tomó el tema como eje con la idea de ampliar la matriz productiva. El 2025 debería ser el primer año de la gestión de esas decisiones, es decir los hechos más concretos. En ese camino puede haber algunos obstáculos impuestos por la realidad.
Minería real
El plan de impulso a la minería ejecutado por el Gobierno tuvo un tránsito exitoso desde lo político y lo discursivo. Pero en 2025 se pone a prueba lo importante; es decir el plan productivo, la minería real.
Hay 34 proyectos aprobados en el marco del Distrito Malargüe que deberían comenzar con los trabajos de prospección o exploración inicial. A esos se le suman los planes de Cerro Amarillo los de Geometales, todos con la intención de evaluar el potencial cupífero de la zona. Hierro Indio, también en Malargüe, tenía planificado para este año avanzar con la viabilidad económica y Potasio Rio Colorado debería tener en producción la planta piloto en los próximos meses.
Si ese grupo de emprendimientos se concretara, sería un año altamente relevante para esa industria. Pero hay matices. Del primer grupo de proyectos mineros aprobados, hay 19 que están en manos de un solo propietario, por lo que hay alta dependencia del éxito de ese dueño en cuanto a los trabajos reales. Justamente la empresa Apeleg está, como otros, en proceso de negociación para vender o asociarse con quienes puedan operar los trabajos de exploración.
Otros condicionantes tienen que ver con el terreno. Se trata en su mayoría de zonas inhóspitas, sin caminos ni logística. Para los trabajos de prospección esas no serían dificultades, pues podrían ejecutarse a pie o a lomo de mula. Sí, en cambio, para las tareas de exploración que requieran el uso de maquinaria. Igual hay un paso previo. Los proyectos no tenían especificaciones sobre la zonificación precisa de los lugares donde se iba a explorar. Al mismo tiempo, cada uno debía presentar las respuestas a las dudas y contingencias que surgieron tras la evaluación sectorial que hicieron los organismos que intervinieron.
Los estudios de impacto ambiental los realizó una consultora a pedido de Impulsa Mendoza y se sumaron las empresas interesadas. La adhesión implicó que la consultora incluyera un estudio específico de cada proyecto, pero es un trabajo más bibliográfico que técnico. Por eso no está claro dónde, cuándo y cómo se ejecutarán los planes de exploración. Los tiempos corren y si los anuncios del Gobierno se cumplen, los trabajos de las empresas deberían comenzar en los próximos días, pues así lo indican los tiempos perentorios del Código de Procedimientos Mineros. Claro que hay matices, recursos y estrategias legales que la propia burocracia permite para estirar los tiempos.
El Gobierno tropezó con su propia ansiedad. Llegaron a decir que en menos de 5 años podía haber algún proyecto produciendo cobre, algo imposible para los tiempos reales de esa industria y las posibilidades de Mendoza. De hecho aún no hay datos precisos sobre el potencial de Malargüe. El único proyecto que podría avanzar en ese sentido no está en ese departamento y genera polémica. Se trata de San Jorge, la mina de cobre ubicada en Uspallata cuya DIA ya fue bochada una vez por la Legislatura. El Gobierno está dispuesto a analizar nuevamente el proyecto, si la empresa presenta la actualización de la DIA. Puertas afuera de Mendoza entienden que San Jorge, Paramillos y esa zona de Las Heras (sumado a San Carlos) son las áreas donde hay potencial real para buscar y extraer cobre.
La segunda etapa del Distrito Minero tuvo un freno y se postergó la audiencia pública. Fue más una estrategia defensiva, pues la información estaba aún más incompleta que en los proyectos anteriores, con la torpeza de haber inscripto prospectos mineros con coordenadas desactualizadas y que “invadían” Chile. El Gobierno había anunciado el avance político con el tema, sin que antes se haya concretado el primer movimiento real sobre el territorio. La enorme cantidad de sugerencia, dudas, y la falta de información completa obligaron a esa postergación.
El proyecto minero sobre el que más expectativa debería haber es Potasio Río Colorado, la mina abandonada por Vale y que fue entregada a Minera Aguilar (del grupo Manzano). El cronograma de trabajos indica que en 2025 tiene que entrar en funcionamiento la planta piloto para producir sales de potasio de manera testimonial. Gran parte de esos trabajos habían quedado a medio hacer y la empresa debía completarlos. El proceso se sigue con bajo perfil, pero en Casa de Gobierno lo siguen de cerca. Explican que hubo un compromiso personal de José Luis Manzano para que se concrete la primera partida de potasio, aunque no sea con un objetivo comercial. La intención, aseguran, es tener el proyecto listo y luego buscar inversores. El plan original es llegar a los 1000 millones de dólares para que la planta funcione.
Las claves a futuro de ese proyecto son el precio del material, pero sobre todo la disponibilidad de energía para producir y logística para sacar la producción. La electricidad llegará a través de la línea que financiará el Estado desde la Comahue Cuyo. El gas, es una duda; aunque se habla de algún acuerdo con YPF. Ese insumo es fundamental, pues se necesita para calentar el agua que se inyecta para luego extraer el potasio del subsuelo. En cuanto al transporte, el plan era sacarlo por tren, pero esa línea (entre el yacimiento y Las Catitas) no está activa y requiere una enorme inversión. El plan original de Vale era sacarlo por el puerto de Bahía Blanca.
Hierro Indio está cubierto por problemas internos, con una alta influencia de la intervención estatal que se ejecutó a través de Impulsa Mendoza. Esa empresa simula actual como SA, pero es gestionada con una fuerte impronta del Poder Ejecutivo. La intención política es avanzar en el plan de viabilidad económica para la explotación. No todos los socios están de acuerdo, entre ellos el fundador de la empresa.
Petróleo
El plan petrolero de Mendoza comienza a aclararse. No porque haya grandes noticias, pero sí un panorama más concreto. La Provincia juega en una liga inferior en esa industria porque todos los ojos y las inversiones están puestas en Vaca Muerta. Más allá de eso, el reconocimiento del estatus permite tener una estrategia más clara. Mendoza busca atraer empresas medianas y chicas que puedan adaptarse y mejorar la explotación de yacimientos maduros, como los que hay en toda la cuenca Cuyana y parte de la Neuquina.
La demora en el traspaso de áreas del Plan Andes inquieta, pues se vencen los plazos de la llamada “paz social”. YPF eligió a las compañías según el precio que pagarían. La Provincia buscaba que se priorice el plan de inversiones a futuro. Por eso, por ejemplo, había disputas por el futuro del bloque Mendoza Norte. YPF eligió a Petróleos Sudamericanos. El Gobierno había visto con mejores ojos el plan de Aconcagua Energía, una empresa local.
En el medio aparecieron hechos de contaminación y el plan original no convenció. Por eso se pidió una mejora de oferta, que llegó y es analizada.
En paralelo hay movimientos en la industria, como la salida de la empresa Compañía General de Combustibles y el crecimiento de Venoil. También el avance de Petroquímica Comodoro Rivadavia, otra de las empresas que aprovecha la oportunidad sobre yacimientos maduros.
YPF deja de invertir en Mendoza en sus “tradicionales áreas” y se sostendrá solo en la recuperación terciaria de Chachahuén y el proyecto piloto en Vaca Muerta. Aunque la producción de esos dos pozos se estancó (y, aseguran, trae mucha agua), en 2025 se avanzará en un proceso de fractura más intenso. Muchos están antentos porque dependiendo de esos resultados pueden proyectarse inversiones a futuro sobre la lengua mendocina de Vaca Muerta