Por Ezequiel Jiménez
La inteligencia artificial aplicada a la política vino para quedarse. Hace dos años, Accenture ya pronosticaba el incremento del 150% en gasto de campañas electorales en herramientas de inteligencia artificial. En la Argentina, la Asociación de Marketing Político Argentino ya reporta que el 25% del presupuesto de los partidos políticos más grandes del país es destinado a herramientas de análisis y automatización basadas en inteligencia artificial. Así como la masificación del teléfono móvil y el internet resignificó las herramientas de comunicación política en el mundo y en la Argentina, la inteligencia artificial aplicada al diálogo cívico entre oferta electoral o gubernamental y el ciudadano revoluciona la actualidad. Repasando en concreto, la política siempre ha tenido formas de sobrevivir tendencias y cambios para amoldar el presente sintiéndose relevante. Me refiero a la creación de contenido político por parte de fuerzas políticas para transmitir un mensaje político con fines, justamente, políticos. Las formas han variado desde la estética gráfica, la radiofonía, la televisión, el marketing aplicado, los mensajes de texto, las redes sociales y ahora la inteligencia artificial. En cada momento, en cada hito, de la evolución de la comunicación política la pregunta del cómo y de qué manera siempre resuena en cualquier aparato político.
El cómo viene a preguntar las formas de llegar a un segmento especifico del público con un mensaje dirigido a fidelizar al votante, a convencer al indeciso o a generar dudas en el oponente. Las maneras de hacerlo toman aristas propias de cada segmento. No es lo mismo ofertar una solución electoral a un público reacio centrado en temas económicos que a uno indeciso preocupado por el rol de la educación universitaria.
A cada público, una forma de mensaje y un medio adecuado para que tenga impacto político. Estos objetivos vienen siendo analizados desde siempre. Pero ahora con la inteligencia artificial aplicada a la comunicación política, los profesionales de esta rama tienen a disposición una herramienta para llegar al objetivo con más precisión y mejores resultados. Repasemos, pensando en el fenómeno de la Argentina, tres tendencias del uso de la inteligencia artificial aplicada a la comunicación política.
Segmentación
La primera tendencia tiene que ver con la segmentación de votantes y microtargeting. En otras palabras, la formulación de grupos específicos de interés a los cuales un mensaje político está diseñado específicamente para generar apego y apoyo a la oferta política ofrecida.
En particular, con los datos que ya existen de redes sociales y otros espacios en la web, un bunker político ya puede segmentar un mensaje dirigido a grupos específicos. A mujeres, madres, del norte de la zona Salta capital, con intereses en educación y salud, con cierto nivel de educación. Sabemos que el 83% de los argentinos usa redes sociales activamente, lo que permite a las campañas políticas acceder a vastos volúmenes de datos personales para segmentar estas audiencias. Es más, según un informe de Tendencias Digitales (2023), más del 60% de los argentinos forma su opinión política en redes sociales. Ya en 2019, según la Cámara Argentina de Internet (Cabase), las campañas llegaron a más de 25 millones de usuarios de redes sociales con contenido dirigido. En 2023 ese número se estima a 29 millones.
Mientras la oferta política más sepa de su audiencia, más preciso será el mensaje que logre algún tipo de adhesión cuando le toque sufragar. Lo que la inteligencia artificial permitirá es hacer del microtargeting algo mucho mas escalable, sostenido y ajustado.
Deepfakes
La segunda tendencia es la facilidad de utilizar inteligencia artificial para crear contenido multicanal de comunicación política, inclusive de forma dañina con deepfakes.
La Universidad Complutense de Madrid publicaba en 2023 un informe donde encontró que el 30% de los argentinos no distingue contenido generado por inteligencia artificial de material auténtico. El riesgo es evidente cuando la proliferación de apps para crear contenido creativo y falso – como imágenes, videos, audios, posteos de redes – está al alcance de cualquiera. El rol de la regulación es clave aquí para poder siempre agregar información al consumidor de la misma manera que un chocolate delata lo malo para la salud.
Cuando las campañas políticas buscar masificar contenido, bajar costos y crear obstáculos para el contrincante electoral, el uso de la inteligencia artificial puede ser solución como también fuente de graves problemas. En la Argentina podemos estar cerca de una crisis seria cuando por medio de fakes veamos a un presidente decir cosas o hacer cosas que erosionen la confianza o provoquen problemas de seguridad pública. La comunicación política, y los que la ejercen, tienen la doble responsabilidad de verificar su contenido y hacer verificar el del oponente. Esto es imperante cuando, según la Universidad de Buenos Aires, se estima que el 12% de las cuentas políticas activas en X Argentina son bots automatizados.
Predicciones
Finalmente, la inteligencia artificial ya es determinante para la predicción de resultados electorales y análisis predictivo. Claro, predecir donde está el fuerte electoral, donde existen los límites de la oferta política y donde volcar recursos para atraer la victoria, es la función de la asesoría política electoral profesional. En las elecciones presidenciales del 2023, consultoras políticas del país – no extranjeras – ya modelaban que el voto joven (de 18 a 30 años), favorecía la candidatura de Javier Milei 60 a 40 con respecto a Massa. A base de series de datos históricos, se estima que la inteligencia artificial ya puede predecir un resultado electoral con 85% de precisión.
Conclusión
Por un lado, la posibilidad de modelar opciones de victoria hace que la comunicación y la estratégica territorial tengan el fuerte de invertir solo donde hace falta. Por el otro lado, sin el 100%, todavía será necesario conocer lo clivajes del electorado, pero como consideramos anteriormente, la misma inteligencia artificial podrá también ayudar en esta tarea. En conclusión, como herramienta, con regulación inteligente y con verificación al centro del modelo de inteligencia artificial, la revolución aplicada a la política está aquí para quedarse