Hace décadas que resulta un tema de discusión, pero no se llega a una solución real y posible. Aquí, una crónica de los últimos meses con declaraciones, estudios, quejas y respuestas. Y un consenso para una política común que no aparece.
Por Juan I. Martínez Dodda
Estudios y ensayos de aquí y de allá. Investigaciones y trabajos de campo de un lado y otro. Están aquellos que dicen que el guanaco se está comiendo los suelos de la Patagonia, y del otro los que, no sólo lo niegan rotundamente, sino que juran que es una especie con potencial para restaurar ambientes degradados.
A fines de agosto, en la revista Phyton, dedicada a la Ecología de los Pastizales en Argentina se publicó la investigación “La exclusión experimental del pastoreo de guanacos aumenta la cobertura, la diversidad, la función del suelo y el reclutamiento de plantas en la Patagonia“. El trabajo realizado por el grupo de Recursos Naturales de la EEA INTA Santa Cruz comenzó en 2017 y se desarrolló en el Parque Nacional Monte León y una estancia vecina, Cañadón de las Vacas, ambas áreas sin ovinos y sujetas a pastoreo de guanacos.
La responsable del trabajo, la ingeniera agrónoma Carla Cepeda, comentó que “los resultados son reveladores: en las parcelas protegidas, la cobertura vegetal aumentó, disminuyó la extensión de suelo desnudo, y la presencia de gramíneas creció significativamente”. Se observó “un incremento en la biodiversidad y mejoras en los índices de estabilidad, infiltración y reciclado de nutrientes”.
En contraste, “en las parcelas donde los guanacos continuaron pastoreando, la cobertura vegetal también aumentó, pero debido al crecimiento de arbustos enanos, un fenómeno común en las áreas degradadas por el pastoreo. Los guanacos también causaron un fraccionamiento de los parches de vegetación“.
Como conclusión, Cepeda precisó que “la exclusión de guanacos ha demostrado ser beneficiosa para la recuperación de las comunidades vegetales y para la mejora de variables clave relacionadas con la salud de los pastizales”.
Resolución y queja
El pasado 1 de octubre, el gobierno nacional, a través de la Disposición 812/2024 de la Subsecretaría de Ambiente, habilitó a las provincias patagónicas para que establezcan “planes de manejo del guanaco, incluyendo su aprovechamiento ganadería en cautiverio y fomentando las exportaciones de su fibra y su carne”.
A fines de ese mes, productores de cinco provincias (Chubut, Santa Cruz, Río Negro, Neuquén y Tierra del Fuego) alertaron sobre la superpoblación de guanacos y cómo “la alta presencia de los mismos impactaba directamente sobre la producción y el ecosistema patagónico”. Y citan la investigación que realizó el INTA y la caída del stock de ovejas disponibles en un 32% en los últimos 20 años.
“Guanacos salvadores”
A principios de noviembre, el Centro Nacional Patagónico (CENPAT) dependiente del CONICET, se metió en la discusión y decidió “desmentir y aclarar algunas afirmaciones falsas, confusas y carentes de sustento que circularon en los últimos días en diversos medios respecto al guanaco”, expusieron en un comunicado.
Afirman que “las poblaciones de guanacos desaceleran su incremento poblacional cuando la densidad (cantidad) aumenta. Esto refuta la idea del crecimiento exponencial y descontrolado que se trata de instalar”. Y que eso “permite, amortiguar la presión de pastoreo evitando la degradación de los pastizales por sobrepastoreo de guanacos”.
Y van más allá: “En todos los casos estudiados, cuando se reemplazó el pastoreo ovino por el de guanacos, se observó una recuperación de la vegetación”. Entonces, para ponerlo en blanco sobre negro: no sólo aseguran que el guanaco no es causante de la degradación, sino que podría ser fuente de su recuperación.
Otro punto discordante del CENPAT es en la competencia entre ovinos y guanacos: “Bajo condiciones de forraje limitante, el ganado desplaza a los guanacos“, al revés de lo que plantean los productores.
“En sitios no aptos para la ganadería, cabe resaltar el potencial del guanaco como una especie con características de ingeniero de ecosistemas dado que las letrinas comunitarias que forman (bosteaderos) funcionan como islas de fertilidad generando sitios de acumulación de nutrientes, humedad y semillas que favorecen la regeneración de la vegetación”, agregan.
“Por lo expuesto, no tiene ningún fundamento pensar que el guanaco representa un riesgo para el ecosistema patagónico“
Está claro que no todos los males de los productores se deban al guanaco (pues no colaboran el clima extremo con sequías crudas, los perros salvajes y los predadores… sin mencionar vaivenes económicos que socaban rentabilidad del negocio). Y los ambientalistas o quienes defienden al guanaco también pueden entender que esta especie, que hoy no es negocio (porque no alcanza una ley para que se haga un aprovechamiento racional, dado que son muchas las teclas que hay que tocar para hacer música -léase infraestructura rural, gente, frigoríficos, consumidores que lo elijan-). Ojalá puedan sentarte en una misma mesa y discutir una solución real y posible