Con puntos a favor y en contra de las gestiones nacional y provincial, Diego Stortini, vicepresidente de la FEM, ponderó el modelo vitivinícola y analizó cómo se reestructurará la oferta turística.
En medio del maremoto económico que implica la recesión para las pymes y los sectores trabajadores, Diego Stortini, vicepresidente de la Federación Económica de Mendoza (FEM), habló de cómo está la provincia en este contexto. El también empresario vitivinícola y turístico expresó que el equilibrio es muy débil entre el esfuerzo que hacen las pymes y los trabajadores con el plan del Gobierno nacional. Stortini se ubica en una línea poco tradicional, en la que, si bien apoya muchas medidas de los actuales gobiernos en danza, también critica otras.
“Es cierto que ocho meses son pocos para evaluar la gestión del Gobierno, pero también la situación actual de las pymes y los trabajadores”, expresó el empresario. En la coyuntura actual, destacó que Mendoza se vio beneficiada por el ordenamiento fiscal que posee.
Sin embargo, también advirtió acerca de las deficiencias en competitividad que persisten y que pueden resolverse aquí más allá de la macro. “Hay sectores que se han desarrollado muy bien y otros que no lo han logrado tanto”, destacó Stortini. En este marco, el empresario destacó la necesidad imperiosa de darle más potencia a los sectores que no forman parte de la matriz económica de Mendoza.
Sin mencionar tanto a la minería (aunque sin desestimarla), expresó que es clave la apuesta por la industria y por la ley pyme. “La industria permite abrir mercados, sumar valor, pagar mejores sueldos, es la llave para la salida a un nuevo modelo económico”, destacó Stortini. Es que en contextos complejos como el actual, el riesgo de los actores chicos y de los grandes es quedar poco competitivos.
“Claramente, los más grandes tienen más herramientas para hacer economía de escala y disminuir el costo de operar en Argentina”, agregó el empresario, para quien Mendoza ha primarizado su economía para enfocarla en el comercio, el turismo y la gastronomía.
Y sumó: “Para el chico esto es más difícil de disfrazar y ahí sí hay un punto a trabajar, que tiene que ver con la Ley Pyme, en la que tanto insistimos los empresarios de Mendoza”. Con esta norma se busca dar mayor competitividad a las empresas locales chicas y medianas. “La baja de impuestos y eficientizar trámites son dos promesas del Gobierno nacional que todavía no se cumplen”, agregó Stortini, para quien es clave el avance de los cambios prometidos. “Nos hemos quedado a mitad de camino y esto puede impactar en las pymes en el mediano plazo”, remarcó.
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– ¿Qué puede hacer la provincia en este contexto?
– Mendoza tiene que darle a las pymes un ambiente competitivo. Siempre se dice que la provincia cuenta con pocas herramientas en términos de políticas económicas, pero no coincido tanto porque, en primer lugar, tiene el presupuesto provincial.
En la actualidad se han quitado diversos recursos para pymes como fue el cierre del IDR, del IDC y la lucha antigranizo. Es cierto que tal vez eran fondos que no se usaban de manera eficiente y acompañamos al ministro de Producción, Rodolfo Vargas Arizu. No obstante, ese retiro de fondos podría utilizarse no tanto para créditos o programas que den fondos a empresas o emprendedores, pero no impactan directamente sobre las pymes. Alienta más una baja de los Ingresos Brutos (IB), la eliminación del impuesto al sello u otras tasas que créditos de relativamente menor acceso.
– Desde lo discursivo, Mendoza ha tenido una política de baja impositiva, ¿cómo lo ve?
– Los Ingresos Brutos tuvieron una baja en 2015, en la gestión anterior del gobernador Alfredo Cornejo. No percibo que haya habido baja de presión fiscal en Mendoza en los últimos años y tenemos un impuesto de IIBB muy alto, en especial si miramos la distancia que tenemos de los puertos. Hay que recordar que es un impuesto muy distorsivo para la industria y para quienes agregamos valor. Si la provincia pretende industrializarse, este impuesto no ayuda.
El caso de Sellos es polémico como lo es la Tasa de Estadística. Es una prerrogativa que tiene la Bolsa de Comercio que recauda y se queda con alguna tasa “enlagunada”. Este beneficio es un costo para nuestra industria. Ahí hay una iniciativa, algo para hacer.
El modelo de la vitivinicultura
El vicepresidente de la FEM defendió el modelo de la vitivinicultura argentina y destacó que debería ser copiado por otras áreas. Pese a que la situación actual del sector está lejos de ser la ideal, destacó la atomización del rubro que permite a muchas pymes ser parte de un ecosistema muy potente. “Si bien hay una caída del consumo a nivel mundial, sigue siendo un producto muy competitivo para la provincia” destacó, al tiempo que mencionó cómo el vino tracciona el turismo, la gastronomía y la marca Mendoza.
Más allá de esto y cuando más del 75% del vino argentino va al mercado interno, detalló que el aletargamiento de las ventas implica que haya mucho vino en los depósitos. En este marco, tanto el 2025 como el 2026 representarán grandes desafíos para las bodegas que no verán altos crecimientos en ventas. “Migrar a un mercado internacional, por otra parte, lleva tiempo. Sobre todo, en un país que no tiene acuerdos internacionales”, sumó Stortini.
Y no dudó en reclamar por esto, otra de las promesas de campaña todavía incumplidas. “Es una crítica a un modelo que se acompaña, pero que en esto va lento”, subrayó el empresario. También pidió que se hagan las reformas rápido y que, además de los acuerdos mencionados y de las privatizaciones anunciadas, se rediscuta el Mercosur. “No acordar cualquier cosa, pero discutirlo, ya que la vitivinicultura tiene mucho para aportar y hacer ahí”, expresó.
El futuro del turismo
Si Mendoza es cara o barata y qué pasará con uno de los sectores que más han impulsado la economía en los últimos años, Diego Stortini -oriundo del Valle de Uco- ponderó el producto turístico que identifica a la provincia. “Mendoza tiene un producto que es caro, que se ancla en la ruta del vino, una gastronomía sofisticada y –en invierno- un turismo de nieve y esquí”, detalló el empresario. En este marco, admitió que este turismo es caro, sobre todo en un año como éste, donde todavía hay una gran puja de precios relativos.
“Hay que darle una oportunidad, hacer esfuerzos por tener precios competitivos a sabiendas de que hay un producto que defender y que apunta a un consumidor exigente”, subrayó el vicepresidente de la FEM. Admitió, no obstante, que en el contexto actual Mendoza no es competitiva, ya que –por las distancias- es difícil llegar hasta la provincia y hay que destinar un presupuesto mayor que para visitar otras regiones. “Probablemente este año los turistas elijan otros lugares y esperen para venir, pero creo que tenemos un nicho con fortalezas que tarde o temprano se va a consolidar”, destacó.
En este marco, también hizo notar que buena parte del turismo y la gastronomía de Mendoza montó su oferta apalancada por una demanda “fogoneada por anabólicos estatales”: “El turista nacional tenía subsidiada la energía, el gas, el transporte y en los últimos dos o tres años también el 50% de pasaje y estadía”, recordó Stortini. En tanto, los extranjeros podían pagar en dólar oficial y con la venta de sus dólares billetes en el paralelo lograban una ventaja de entre 100% y 200% en función de la cotización del momento.
“Este turismo subsidiado incrementó la demanda y desarrolló una oferta que hoy me pregunto si es sostenible”, apuntó Stortini. Y agregó que, con los nuevos parámetros, el destino se encuentra en una encrucijada acerca de qué pasará con la oferta y es probable que haya que reformularla. Desde su punto de vista, algo similar sucede con el comercio, que hoy está en una situación límite por la fuerte caída del consumo y que es uno de los sectores más negativamente impactados por la recesión actual