El ritmo de actualización del tipo de cambio oficial corre detrás de la suba de los costos de producción, lo que le quita competitividad a los granos.
Si asumimos que no hay atraso cambiario, como resaltan en forma permanente el presidente Javier Mile y el ministro Luis Caputo, vemos que en la realidad operativa los agricultores no pueden decir lo mismo.
Lo que sucede con el tipo de cambio es que el dólar oficial se ajusta al 2% mensual y la inflación aumenta muy por arriba de ese valor. El acumulado del IPC (Índice Precios Consumidor) entre diciembre y abril fue del 80%, mientras que en el mismo período el dólar oficial acumuló un aumento del 10%.
El comportamiento y el aumento del IPC es consecuencia del aumento de tarifas, salarios, servicios y combustibles, impuestos provinciales, municipales. Y todos estos ítems impactan en el aumento de los costos de producción de los productores agrícolas.
Es cierto que algunos insumos han ido bajando los precios, como es el caso de los agroquímicos, fertilizantes y semillas. Pero hay algunos costos, como los servicios de siembra, pulverización y cosecha, fletes de camión, que han tenido un fuerte aumento.
Sucede que los servicios locales o domésticos aumentan porque reciben de lleno el aumento en el precio de los combustibles, los salarios, las tarifas, las cargas sociales y los impuestos municipales y provinciales.
Entonces, podremos tener un aumento del dólar oficial al 2% mensual, pero los costos domésticos en nuestro país dependen y aumentan siguiendo la evolución del IPC. Por este motivo, es muy entendible que para los productores sí hay atraso cambiario. Le podemos poner otro nombre en lugar de atraso cambiario, “aumento diario de los costos de producción y pérdida de competitividad”.
En definitiva, la consecuencia es la misma: cada día que pasa con este diferencial entre el aumento del dólar oficial versus el aumento de la tasa de inflación provoca un aumento directo en los costos de producción de los agricultores. Al aumentar el costo de producción, aumentan los rindes de indiferencia y se reduce el margen de ganancia.
Este es el riesgo que tiene hoy el productor argentino, con esta política de “no atraso en el tipo de cambio”, y el aumento diario de los costos por la inflación; cada día que pasa, el productor pierde rentabilidad y el país es cada vez menos competitivo.
El productor vende su cosecha a precios internacionales, sin ajuste en el dólar y a costo argentino, que seguirán en aumento con esta política cambiaria.
Hoy la soja disponible cotiza a U$S 305 la tonelada, mientras que la soja mayo 2025 está cotizando a U$S 301. Un inverse (caída) de U$S 4 entre los valores de cosecha vieja y la cosecha nueva no es una gran diferencia como para impactar en el margen bruto.
En el caso del maíz disponible, hoy cotiza a U$S 184 contra el maíz abril 2025, que cotiza a U$S 182. Al igual que en el caso de la soja, una baja en el maíz de U$S 2, que no es gran diferencia para impactar fuerte en el margen bruto.
En el trigo es donde vemos una mayor diferencia. El cereal disponible cotiza hoy a U$S 261, mientras que el trigo nueva cosecha posición enero 2025 está cotizando a U$S 244. Una disminución de U$S 17 es un valor significativo por su impacto negativo en el futuro margen bruto de la próxima cosecha.
Si el Gobierno ya tiene decidido, tal como lo viene anunciando, no devaluar y no bajar las retenciones, la única salida que tiene el productor para mejorar su margen y tratar de escapar de la zona de márgenes negativos es una fuerte suba de los precios internacionales, tanto en el segundo semestre de 2024 como en el primer cuatrimestre de 2025.
A menos que el Gobierno tome conciencia de que el futuro de muchos productores agrícolas depende más de la coyuntura interna y local