Catamarca, la infravalorada

EDITORIAL EL ANCASTI
Jorge Gentile, un influencer especializado en temas turísticos, realizó días pasados una publicación en sus redes sociales en la que señaló cuál es la provincia más infravalorada a nivel turístico. Es decir, aquella que posee mucha potencialidad en la materia y que sin embargo es una de las menos conocidas por sus virtudes. Esa provincia es Catamarca.
“Lo que más me sorprendió es que esta provincia no tiene muchos turistas visitándola y sentí que esta provincia tiene todo para ser líder en turismo en nuestro país como muchas otras, por eso es necesario fomentar sus maravillas y que Catamarca siga creciendo”, señaló en su posteo Gentile.

La postura es coincidente con un artículo publicado por perfil.com y reproducido por La Gaceta de Tucumán el año pasado. Recoge la opinión de Leandro Peres Lerea, director de turismocero.com, un portal especializado en la temática. “Argentina es un país que presenta gran variedad en climas, paisajes, costumbres y turismo. El norte argentino es una de las zonas más visitadas, sin embargo, una provincia de esta región es catalogada ‘el potencial perdido del turismo’ por algunas agencias de turismo. ¿A qué se refiere esta expresión?”, señala el artículo, y añade: “La provincia en cuestión es Catamarca, una jurisdicción con un sinfín de lugares para conocer y visitar, pero la falta de difusión e infraestructura para albergar visitantes hizo que se ganara dicho mote”.

Ambas publicaciones –la actual del influencer y la anterior de perfil.com-, mencionaron los atractivos turísticos con los que cuenta la provincia, haciendo hincapié fundamentalmente en los lugares de la puna o del oeste.

Pese a los avances registrados en las últimas décadas, que han posicionado mejor a Catamarca en materia turística, la provincia corre todavía en desventaja respecto de otras del país y de la región. La falta de difusión de los atractivos paisajísticos y culturales es uno de los déficits, que se ha ido subsanando en los últimos años. El otro, más estructural y por lo tanto más difícil de remover en el corto y mediano plazo, es la falta de infraestructura pública y privada para atender a los visitantes.

Los tiempos que corren no parecen ser lo más adecuados para mejorar en este último aspecto. El Estado nacional no tiene intención de invertir en infraestructura pública, mucho menos para el turismo, y el provincial y los municipales sufren de una escasez de recursos como consecuencia del fortísimo impacto del ajuste fiscal implementado. El sector privado carece de líneas crediticias y difícilmente esté en condiciones de invertir sin esa herramienta y con un panorama de fuerte recesión de la economía que restringe a su vez el movimiento turístico.

De modo que en este tiempo de inestabilidad lo que queda es continuar con la complementación público-privada, que ha sido virtuosa en los últimos años, y planificar una estrategia de crecimiento y desarrollo para cuando el panorama económico empiece a ofrecer mayores certezas

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