Los tiempos que corren no parecen ser lo más adecuados para mejorar en este último aspecto. El Estado nacional no tiene intención de invertir en infraestructura pública, mucho menos para el turismo, y el provincial y los municipales sufren de una escasez de recursos como consecuencia del fortísimo impacto del ajuste fiscal implementado. El sector privado carece de líneas crediticias y difícilmente esté en condiciones de invertir sin esa herramienta y con un panorama de fuerte recesión de la economía que restringe a su vez el movimiento turístico.
De modo que en este tiempo de inestabilidad lo que queda es continuar con la complementación público-privada, que ha sido virtuosa en los últimos años, y planificar una estrategia de crecimiento y desarrollo para cuando el panorama económico empiece a ofrecer mayores certezas