Basta de “baño María”: 10 razones que consagraron a Milei presidente

El dirigente captó el clima de época y de la ciudadanía, harta de los privilegios de los que gozan siempre los mismos. La mayoría eligió dar un salto al vacío, entendiendo que el presente es insostenible.

Javier Milei es el nuevo Presidente electo de la Argentina

Basta de baño María. Los argentinos expresaron con su voto del domingo un rechazo profundo al presente. Quizá sea la clave más elocuente de por qué ganó La Libertad Avanza.

Y varias razones la explican.

1) DECADENCIA

Tenemos el mismo producto interno bruto per capita que hace 50 años y somos el doble de habitantes, el 50% trabaja en la informalidad y, aun cuando tengas un buen trabajo, puede que seas pobre. Seis de cada 10 chicos no almuerza en su casa porque no hay comida, y el 75% de los jóvenes quiere irse del país.

No hay horizonte de futuro y al menos dos generaciones palpan que no han hecho más que trabajar, para estar en el mismo lugar. Son los padres que alientan a que sus hijos se vayan. Esa lenta decadencia, esa agonía eterna, hartó.

2) PROBEMOS

Es más, es tal el repudio que el 55% eligió dar un salto al vacío, con la conciencia certera –de hecho, visibilizarlas fue lo que mejor hizo Sergio Massa– de las carencias, de las debilidades y de la imprevisión que hoy ofrece Javier Milei. Perdió aquello del mejor malo conocido. Probemos, fue el mensaje.

3) ENTENDIÓ

Javier Milei encendió la chispa de la representación de una sociedad desahuciada que encontró en alguien sin experiencia, sin contactos, sin estructura, la vía para canalizar el hartazgo. Milei no explicó la pobreza de sus votantes, sus miedos, sus tristezas: las gritó y dijo que el problema “es el Estado omnipresente” que ha creado “un modelo empobrecedor que sólo beneficia a algunos”.

Jamás un peronista o un radical van a cuestionar al Estado omnipresente. Milei gritó a los cuatro vientos que se termina la idea de que el Estado es “un botín a repartirse entre políticos y amigos”. Es un cambio de época, un giro de 180 grados. Ni Carlos Menem se animó a tanto.

4) LE PUSO NOMBRE

Milei supo sintetizar ese enojo y lo etiquetó: es la casta. Ahí entra todo: el establishment, el círculo rojo, la clase política, los gremialistas, los Martín Insaurralde y los “Chocolate” Rigau, las corporaciones. Todos quienes tienen poder como contraposición al ciudadano de a pie. “La gente de bien”, como los llama.

5) NO ENAMORA

Más que un voto de confianza, que un entusiasmo por lo que está venir, Milei encarnó un repudio total al presente. No sólo a Sergio Massa, sino a lo que hoy ofrece la clase política argentina, incluyendo hasta Juntos por el Cambio, el gran derrotado de la primera vuelta. Habrá que esperar hasta ver cuán consciente es respecto de eso.

De su 55%, 30 puntos son los votantes motosierra –los propios–, pero 25 son prestados, colectados cuando se moderó luego del acuerdo con Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Son netamente anti-K. La enorme mayoría de los argentinos lo eligió para terminar con el kirchnerismo, aunque no necesariamente coinciden con todas las políticas que dijo que va a aplicar.

6) EMPATIZÓ

Sergio Massa hizo una campaña correcta a hiperprofesional, y para eso destinó sin pruritos dos puntos del PIB. Hizo uso obsceno de los recursos del Estado, apeló a los carpetazos con la red de espionaje estatal a su servicio y desplegó una campaña del miedo que terminó despertando rechazos, más que adhesiones. Al igual que la manera en la que acorraló a Milei en el debate: generó solidaridad con el menos preparado. La gente se identificó más con el hombre común e inexperto que con quien hace gala de su currículum dentro de la casta. Semejante marketing no captó el clima de época.

7) NO LE DEBE NADA A NADIE

Si bien llega al poder gracias a la alianza con Macri, de quien necesita cuadros técnicos y apoyo parlamentario, ese acuerdo también lo salvó al propio Macri. Fue un ganar-ganar. Pero más allá de la lista corta de los halcones del PRO, no tiene que repartir ministerios u organismos con gremialistas, empresarios y un largo etcétera. Eso le da un margen de acción inigualable.

Javier Milei junto a su vice, Victoria Villarruel; su pareja, Fátima Flórez; y su hermana, Karina. (La Voz)
Javier Milei junto a su vice, Victoria Villarruel; su pareja, Fátima Flórez; y su hermana, Karina. (La Voz)

8) PROVOCÓ UNA REBELIÓN SILENCIOSA

El Gobierno mantuvo el feriado del lunes (en el balotaje de 2015 lo había movido una semana) porque necesitaba que los independientes se fueran a pasear para que pesara más el aparato del Estado. Eso fue marginal: 76,31% fue a votar.

Pero lo otro a remarcar es lo pintados que están los dirigentes que llamaron a votar en blanco, se declararon prescindentes o hasta amenazaron con que iban a renunciar o no podrían pagar los sueldos si ganaba Milei. En la Jujuy de Gerardo Morales, Milei ganó 58 a 41, y en La Rioja, casi 54 a 46. ¿Renunciará Ricardo Quintela, como había anunciado si triunfaba el libertario?

9) LOS MIEDOS SE CHEQUEARON

Massa fue magistral en orquestar la campaña del miedo, que le dio (aparentemente) resultados en la elección general. Apuntó a la posibilidad de perder la salud pública, la educación gratuita, las vacunas, la energía barata, el medioambiente cuidado y el transporte a 56 pesos en el Gran Buenos Aires.

Pero hoy la salud está detonada; el 50% de los chicos no termina la escuela, y de quienes terminan, la mitad no entiende lo que lee ni puede hacer un cálculo de mediana complejidad. La mayoría interpretó que todo eso que se defiende ya es una tragedia. Si las políticas son inviables, prometer por prometer no sirve. No es más que relato.

10) PROMETIÓ EL FIN DE UNA FORMA DE HACER POLÍTICA

En estos 40 años de democracia, se consolidaron las instituciones civiles y políticas, pero en paralelo se gestó un sistema que empobreció a los ciudadanos, con subsidios oscuros, corporaciones privilegiadas y sindicalistas y políticos enriquecidos. El yate es apenas una muestra. Y esas instituciones de la democracia no pudieron o no quisieron evitar ese modelo que te asusta con el boleto a 700 pesos, pero que solapadamente necesita que no puedas pagar 700 pesos. La inflación hace el resto.

Hay un regocijo oculto de la clase dirigente por ese empobrecimiento colectivo. No hay ascenso social, no hay progreso, no hay país posible si los habitantes no pueden pagar las cosas lo que valen. Somos inviables si para comprar leche, carne o un pasaje necesitamos la asistencia del Estado, porque en el fondo te están diciendo que solo no podés. El relato de “nadie se salva solo” y el Estado te cuida nos devolvió un país de laburantes pobres e inflación al 200%. Todos en la región crecieron, menos Argentina.

Hay enormes dudas sobre si Milei podrá dar respuestas a todo lo que se expresó en las urnas. El 10 de diciembre comenzará a develarse la incógnita

LA VOZ

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