Desde que se empezó a hablar de la minería a gran escala en la provincia de San Juan, los promotores de esta actividad se han enfrentado a las más duras críticas provenientes de varios sectores de la comunidad y grupos de ambientalistas. Se veía a este rubro como uno de los más perjudiciales del medio ambiente, en detrimento de la conservación del hábitat en general; de la flora y la fauna autóctona. En un principio el foco de los reclamos fue el gobierno de la provincia, por autorizar los proyectos de exploración y explotación, y luego las empresas mineras, entre ellas Barrick y Gualcamayo, dos de los más grandes emprendimientos de oro de la región de Cuyo. Con el tiempo la minería fue ganando terreno hasta llegar a un estado de comprensión de la importancia que tiene para la provincia, el país y el mundo.

El proceso de aceptación de la minería en nuestro territorio no ha sido fácil. Se debió transitar por los más diversos caminos en búsqueda de una conciencia que no existía, a pesar de que desde la época de Domingo F. Sarmiento ya se hablaba de la conveniencia de la minería y de las posibilidades de la provincia de San Juan. Hubo que hacer entender que San Juan era una provincia donde el 80% de su territorio es montañoso y que es inconcebible actualmente pensar en un mundo sin minería. Es decir que la actividad minera nunca va a dejar de existir en base a un principio muy básico y es que «todo lo que vemos tiene metales».

La incidencia que en nuestra provincia han tenido tanto los grandes proyectos mineros en ejecución, como los trabajos de exploración para determinar los nuevos yacimientos, ha sido decisiva para su movimiento económico. Numerosas empresas proveedoras y contratistas de bienes y servicios han crecido en torno a las minas y esto ha hecho que la provincia tenga un movimiento económico que ha sido fundamental para mitigar la grave situación del país en varios momentos. Más allá de los emprendimientos de Veladero, en Iglesia, y Gualcamayo, en Jáchal, hay una decena más de emprendimientos en etapas muy avanzadas como el proyecto cuprífero de Los Azules; el de oro de Hualilán y el de litio, en Los Sapitos, en el limite de nuestra provincia con La Rioja. A esto hay que sumar Pachón, también de cobre, y Casposo.

Con todos estos proyectos San Juan se ha ganado un lugar de privilegio dentro de la minería nacional, un aspecto que hay que seguir desarrollando con políticas de promoción y de garantía de normas jurídicas que incentiven a las grandes empresas a decidir inversiones en este ámbito.

Nuestra provincia ha logrado en estas últimas décadas un desarrollo constante de la minería que ha beneficiado a muchos sectores, un logro que hay que defender y hacer valer ante las muestras de apetencias que se han comenzado a poner de manifiesto en otras jurisdicciones que hasta ahora estuvieron en contra de esta actividad o no la tuvieron en consideración. Defender lo conseguido también forma parte del desarrollo y garantías que este rubro merece por el bien de San Juan.
Diario de Cuyo