El día que Juan Domingo Perón echó a uno de los líderes montoneros, Rodolfo Galimberti

La ruptura definitiva de Perón con los montoneros se dio el 1 de mayo de 1974, en Plaza de Mayo. Los insultos y los agravios lanzados aquella tarde fueron la gota que colmó el vaso que había comenzado a llenarse a días del triunfo del 18 de marzo del 73. El paulatino distanciamiento se inicio cuando a poco de aquella victoria, que no era otra cosa que el retorno a la democracia, se desató una de las peores olas de violencia que se recuerdan en el país. Lamentablemente olvidada por unos e ignorada por otros.

Ante tan inexplicable actitud hubo llamados a la pacificación por parte de los más destacados dirigentes de «La Hora del Pueblo», artífices civiles del proceso de normalización que había culminado con las primeras elecciones sin proscripciones desde 1955.

Pero de nada sirvieron los llamados a la pacificación de Perón, Balbín y otros líderes políticos. Por el contrario, la ola de violencia se acrecentó en todo el país y aquí mismo en Salta ocurrieron los atentados contra la casa del director de El Tribuno, Roberto Romero (4/4/1973) y minutos después en la sede del Partido Justicialista. Y como si eso fuese poco, el 11 de mayo, a solo 14 días de la asunción de las nuevas autoridades constitucionales de la provincia, se descubrió un plan terrorista que pretendía dinamitar el Palacio Legislativo. Las pesquisas lograron desactivar el atentado al descubrir en un depósito del Automóvil Club Argentino nada menos que 30 kilogramos de gelamón, escondidos en cajas que parecían contener herramientas viales.

Sería largo enumerar los atentados ocurridos entre el 18 de marzo y el 25 de mayo de 1973, pero no se puede omitir el cometido en una turbina del Chocón que causó graves perjuicios económicos por seis meses en zonas del Comahue, parte del Gran Buenos Aires y el Litoral. Tampoco se puede olvidar la voladura de parte del Hotel Plaza del centro de la ciudad de Córdoba; el secuestro del contraalmirante Francisco Aleman, el ataque a la Escuela de Infantería de Marina en Punta Mogotes, el asalto al Registro Nacional del Automotor, el atentado contra el diario Los Andes, repudiado por el Frejuli, el copamiento del pueblo de Ing. Maschwitz y el atentado contra la vida del recién electo gobernador de Jujuy, Carlos Snopek.

«Milicias populares»

Y en medio de ese clima de violencia, Rodolfo Galimberti, representante de la Juventud Peronista ante el Consejo Superior del Movimiento y referente de la Tendencia Revolucionaria (Montoneros), adelantó en un acto público que el futuro gobierno de Cámpora crearía «Milicias Populares». En esa reunión estaba presente el secretario general del Movimiento Nacional Justicialista, Juan Manuel Abal Medina. Curiosamente Fidel Castro había creado en Cuba, en 1959, algo parecido, las «Milicias Nacionales Revolucionarias» (MNR).

Reacciones

Las reacciones no se hicieron esperar y así fue que la máxima conducción partidaria, con Perón a la cabeza, declaró en Madrid: «Se está muy lejos de alentar en la Argentina la creación de ese tipo de milicias».

Y mientras Galimberti insistía en crear esos cuerpos especiales, el 22 de abril la Tendencia Revolucionaria (Montoneros) dio a conocer el «Decálogo Juvenil», un documento donde ese sector pretendía erigirse en fiscal del futuro gobierno constitucional. Sin dudas, dos ingredientes (milicias y decálogo) que en nada ayudaban al proceso de pacificación y unión nacional que había buscado «La Hora del Pueblo» desde 1970, y cuyos protagonistas principales eran Perón y Balbín.

Y como para no dejar dudas sobre sus «milicias», Galimberti reiteró su iniciativa en la ciudad de San Juan el 22 de abril afirmando: «El martes 24 de abril, en un acto que contará con la presencia del Dr. Héctor Cámpora, se anunciará la creación oficial de ‘las milicias juveniles argentinas para la liberación nacional’, cuerpo que podrá o no -agregó- estar armado, todo depende de la resistencia que oponga la oligarquía».

Y como era de prever, al día siguiente por los medios de prensa se supo que los jefes del Ejército Argentino reunidos en Magdalena, Buenos Aires, habían analizado «con profunda preocupación el anuncio de la creación de las ‘milicias populares». Y además, que el viernes 27 se reunirían por idéntico motivo los altos mandos de las Fuerzas Armadas (UPI).

También expresó su repudio a la iniciativa, el secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, quien como respuesta recibió una advertencia por parte de Montoneros: «Rucci, traidor, a vos te va pasar lo mismo que le pasó a Vandor». Y así fue, cinco meses después cumplieron su palabra, asesinándolo el 25 de septiembre de 1973.

A todo esto en Madrid, Perón expresó su preocupación «por la actitud de algunos sectores que asumen posturas excesivamente radicalizadas, que van en detrimento de la imagen de cohesión que el movimiento desea dar al país» ((UPI 23/4/1973).

Postergación y viajes

Y en medio de un creciente clima adverso a la iniciativa, llegó el 24 de abril, día que debían crearse oficialmente las «Milicias Populares Argentinas», con Cámpora presente. Nada de ello ocurrió, pues la reunión fue suspendida sin aviso previo y con futuro incierto. Pero la suspensión llegó con una sorpresa, el 25 de abril por la noche, Galimberti viajó a Madrid para intentar entrevistar a Perón. Y tras él partieron con idéntico destino Héctor Cámpora y Juan Manuel Abal Medina, so pretexto de consultar nombres para el futuro gabinete. Y mientras ellos viajaban a Madrid aquí las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros copaban las estaciones del Ferrocarril Roca en Villa Dominico, Don Bosco y Wilde. En tanto, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) quemaba un colectivo de Gendarmería Nacional en Lanus.

Destitución

Finalmente, el 29 de abril, el dirigente Rodolfo Galiberti fue notificado de su separación de la conducción del justicialismo por el secretario de Perón, mientras que Abal Medina lograba salvar, gracias a la mediación de Cámpora, su pellejo político. Luego de su destitución, Galimberti intentó explicar a la prensa madrileña que lo que él había propuesto en la Argentina era crear las «milicias trabajadoras», pero nadie le creyó y de nada sirvieron sus explicaciones.

Días después, en una conferencia de prensa brindada en Madrid y transmitida por vía satélite a nuestro país, el presidente electo Cámpora declaró escuetamente: «Rodolfo Galimberti ha dejado de pertenecer a la conducción del Movimiento Nacional Peronista. No hay más renuncias», concluyó.

A todo esto, la prensa madrileña sostenía que la exclusión de Rodolfo Galimberti era la medida más importante que Perón había tomado desde las elecciones de marzo, en un esfuerzo por lograr la pacificación política de la Argentina.

En tanto, en Buenos Aires, más de trescientos jóvenes y dirigentes de las seis regionales nacionales de la JP se reunían en el barrio de Caballito para repudiar a Galimberti y Abal Medina.

Violencia y exilio

Luego de su destitución, Galimberti se transformó en uno de los jefes prominentes de la Columna Norte de Montoneros en Buenos Aires. Y aunque su liderazgo se fue eclipsando de a poco, participó de numerosas operaciones de violencia urbana, atentados y secuestros en el gobierno constitucional destituido en 1976. Su más resonante participación fue en el secuestro de los empresarios Juan y Jorge Born, donde murieron dos personas y Montoneros se hizo de 60 millones de dólares en concepto de rescate. Tras el golpe de Estado de 1976 se exilió primero en Brasil, luego en México y más tarde en París, junto a su pareja Julieta Bullrich. Regresó al país luego de que la Argentina recuperara la democracia y ocupó cargos públicos en el gobierno del presidente Carlos Saúl Menem. Finalmente en el año 2002 falleció en Buenos Aires por complicaciones cardíacas y cuando solo contaba con 54 años de edad.

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