
En el balance que presentó en la Bolsa de Nueva York para avanzar en la fusión con la australiana Allkem…
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El informe de la Aduana fue lapidario. El fraude se había perpetrado a través de 403 operaciones de exportación, cuyos valores declarados para salir del país fueron hasta un tercio de lo que declararon otras firmas por productos similares, con “distintas destinaciones pero siempre facturadas a una empresa del mismo grupo económico con sede en los Estados Unidos. Una triangulación que no siempre es ilegal a excepción de que se declare por un valor inferior al real”.
«Ante la Aduana, se declaró que la mercancía tenía un valor de u$s 5,10 el kilogramo, es decir unos u$s 5.100 por tonelada. Sin embargo, los valores reales oscilaban en el rango de los u$s 15.000 a u$s 16.000 dólares por tonelada. Eso, incluso, fue declarado por la propia compañía en el exterior al afirmar, en 2018, que con esos valores últimos para sus transacciones, la firma había sido rentable para sus accionistas. Entonces, los precios declarados por la empresa exportadora con sede en la provincia de Catamarca resultaron en un promedio entre el 102% y 121% más bajos que los de otra firma de similares características con asiento en la provincia de Jujuy. Para esto, también se lo comparó con mercancía similar puesta en la Aduana de Chile y con datos provistos por la Secretaría de Minería de la Nación, que coincidían con los de la firma competidora”, explicó el organismo nacional.
Más típico, imposible: “Se desprende que los precios de transacción declarados se encuentran influenciados por la vinculación entre las partes ya que no cumplen la condición de ser valores corrientes”.
Se entiende la velocidad con que Livent se allanó a pagar las cifras que le demandó el Estado catamarqueño. Se salvó con migajas, si se tiene en cuenta que las defraudaciones detectadas por Aduana datan de 2018 y 2019, y los monitoreos de ARCA se iniciaron recién en 2020. Las razones por las que el Gobierno desistió de sancionar a la litífera son un misterio.
La mala fe de la firma norteamericana es más grave aún, pues el Estado catamarqueño la trató con singular deferencia. Aparte de ventajeros, ingratos.