El futuro de los suelos, en nuestras manos

Esta semana se realizó en Rosario el Simposio de Fertilidad organizado por Fertilizar Asociación Civil. El foco estuvo en cuidar los recursos con prácticas de manejo sustentables.

El último relevamiento que realizó el INTA en 2018 para conocer las principales variables químicas relacionadas a la fertilidad de los suelos puso en alerta a todo el sector: caída en promedio entre 30% a 50% los niveles de materia orgánica de los suelos -la región núcleo era la más castigada-, disminución del PH y mayor cantidad de hectáreas con valores de fósforo por debajo de los 15 ppm.

Y esta preocupación se vio reflejado en el Simposio de Fertilidad 2023, bajo el lema “¡Al gran suelo argentino, Salud!”, que se realizó esta semana en Rosario organizado por Fertilizar Asociación Civil, con más de 2.000 personas entre asistentes presenciales y los seguidores vía streaming.

El consumo de fertilizantes fue creciendo en los últimos años, salvo por el último ciclo que hubo un retroceso por los problemas que provocó la guerra entre Rusia y Ucrania y la sequía. “Pasamos de 300.000 toneladas a 5,7 millones de toneladas en 30 años. Pero si uno mira lo que aplicamos y reponemos, deberíamos estar duplicando los volúmenes que usamos. Tendría que estar en 10 millones de toneladas. Porque no se modificó el área, pero sí se modificaron mucho los rendimientos”, señaló Fernando García, director académico del Simposio.

“Nos queda un camino para andar, pero ese camino hay que hacerlo basándose en en evidencia científica, a partir de la información que vaya surgiendo el sector científico y tecnológico: qué aplicar, dónde aplicarlo, cómo aplicarlo y cuanto aplicamos”, agregó García, quien fue homenajeado por las autoridades de Fertilizar.

Estamos produciendo granos a base de lo poco que queda de nutrientes en el suelo, lo que genera una brecha de nutrición de distinta magnitud”, advirtió Nahuel Reussi Calvo, especialista de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Mar del Plata e investigador adjunto del Conicet, quien fue parte del Simposio.

En zona núcleo, donde hay más soja en su rotación y mayor rendimiento, los balances van a ser más negativos, lo que se va a necesitar más ingresos de nutrientes. “En el sudeste de Buenos Aires, los suelos tienen más materia orgánica, tienen mayor capacidad para aguantar la producción, pero sí hay ya zonas que se empiezan a ver disponibilidad de materia orgánica muy baja y tienen severos niveles de productividad”, apuntó.

Fue Nicolás Rouillet, Coordinador Técnico de Fertilizar AC, quien expuso datos concretos de ensayos de nutrición de largo plazo en secuencias agrícolas pampeanas. Fueron 62 ensayos realizados por Fertilizar en distintas localizaciones, durante 6 campañas agrícolas, destacando que entre lotes testigos o de control y de alto rendimiento existen brechas de rendimientos de hasta 30%.

Potasio

El potasio tuvo un panel específico para su tratamiento, ya que es uno de los tres macronutrientes esenciales para el crecimiento de las plantas. El requerimiento de los cultivos es alto y solo es superado por el de nitrógeno. Y la alarma se encendió en los últimos años. En Argentina, los suelos deficientes en potasio históricamente han incluido a regiones de las provincias de Corrientes y Misiones, y algunas zonas de Tucumán, pero en general en la región pampeana se presentan niveles elevados. Sin embargo, relevamientos recientes han dejado en evidencia los bajos niveles de potasio de los suelos del este de Entre Ríos.

Ante este contexto, uno de los disertantes llegó desde Uruguay, Se trata de Esteban Hoffman, del equipo Técnico de Unicampo, quien contó la realidad de este nutriente en la agricultura de su país.

El recorrido de la agricultura y la ganadería en Uruguay desde fines del siglo XX hasta fines de la primera década del siglo XXI se caracterizó por un profundo cambio en el sistema productivo, desde dejar de laborear a abandonar el esquema típico, dominado por cultivos de invierno en rotación con pasturas perennes, y establecer un sistema de agricultura continua en base a cultivos anuales con predominancia de soja.

Tanto en los programas de investigación como en los de fertilización a nivel de producción, desde mediados del siglo XX se contemplaban básicamente al nitrógeno y al fósforo, pero el potasio surgió recién a principios del siglo XXI.

“Los elevados niveles de potasio naturales de los suelos agrícolas del Uruguay llevaron a un largo proceso de extracción sin reposición. Junto con el cambio de la agricultura uruguaya, desde principios del 2000 surge la deficiencia de potasio como un nuevo problema, resultado de la caída en los niveles del nutriente en el suelo en las tierras más ricas del litoral oeste, recostados contra el río Uruguay”, contó Hoffman.

A principios de la segunda década del siglo XXI, un tercio de las chacras se ubicaba por debajo del nivel crítico de entonces de 0.34 miliequivalentes de potasio en 100 gramos de suelo (equivalentes a 133 miligramos por kilo de suelo), de acuerdo con el ingeniero.

Poco antes de alcanzar el máximo de área agrícola y de soja sembrada en Uruguay, que fue la campaña 2013/14, “comenzaba definitivamente el ingreso de la agricultura uruguaya a la fase de fertilización potásica”, señaló. Hoy, en más del 50% de las chacras uruguayas se aplica el nutriente.

Si bien los niveles de potasio en el suelo siguen bajando lentamente para las regiones más sembradas como el litoral centro y sur, el centro-sur y el sur del país, “el valor medio de potasio en suelo para el área agrícola actual es mayor, consecuencia de que las regiones uruguayas con valores más bajos hoy están nuevamente bajo esquemas pastoriles o con baja intensidad agrícola”, contó Hoffman.

El último ajuste en Uruguay posiciona el nivel por debajo del cual es altamente probable obtener respuesta al agregado de potasio en 0.4 miliequivalente de potasio (156 miligramos por kilo de suelo).

“Uruguay se encuentra en una fase de fertilización importante con potasio, aunque por debajo del fósforo. Sin embargo, el balance sigue siendo negativo, porque persisten cultivos sin fertilizar y en muchos de aquellos donde se aplica, por las bajas dosis que se utilizan, sigue habiendo balance negativo”, comentó Hoffman.

Al problema de las bajas dosis se agrega la elevada productividad y, en consecuencia, la alta extracción de los cultivos en los últimos años.

“Estamos en una fase en la que observamos información experimental frecuente que muestra respuesta al agregado de potasio en ambientes en donde no debería haberla ya que el contenido en suelo se encuentra encima de los niveles críticos, probablemente esté asociado a las relaciones con otros cationes del suelo, en ambientes que no rotan con pasturas y cuyos niveles de compactación son elevados”, argumentó el ingeniero.

La campaña actual

«Hoy la situación es de incertidumbre y es compleja. Esto es día a día», remarcó Roberto Rotondaro, presidente de Fertilizar Asociación Civil. Este martes hubo una reunión de las cámaras del sector con el Gobierno para destrabar esta situación ya que el 75% del total de lo que se usa en Argentina se importa.

«Las empresas están planteando la necesidad de tener que definir en estos días los embarques de producto que tienen que estar llegando de acá a las próximas semanas», remarcó.

Entre enero a marzo se importaron 200.000 toneladas de fertilizantes, pero el grueso se importa entre abril, mayo y junio. «El partido se está jugando ahora. Se calcula que falta cerca de un 40% para la campaña fina«, alertó.

Con respecto al Swap que realizó el Gobierno con China, Rotondaro aseguró que beneficiará principalmente a la industria de fitosanitarios que importa del país asiático un 70%, pero a la industria del fertilizante no impactará porque se trae sólo el 15%.

El año pasado el consumo de fertilizantes fue de 4,8 millones de toneladas, lo que marcó un retroceso del 16% con respecto al 2021. Y para este ciclo prevé que sea un «intermedio de los años dos últimos dos años”. «Más que el 2022 y menos que el récord del 2021», indicó.

A esto agregó que este año podría haber una menor demanda de fertilizantes porque hubo un efecto residual de los nutrientes que se usaron el año pasado y que están en el suelo.

«A niveles históricos de los últimos 15 años, la relación insumo-producto es más favorable este año tanto para el fósforo como para el nitrógeno», enfatizó.

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