A unos 40 minutos de la Ciudad de Mendoza, 700 toneladas de residuo plástico se acumulan esperando ser reciclado. Son montañas resplandecientes de bidones, envases, mangueras de riego y botellas, muchos de los cuales no tendrían un destino recuperable.

En la planta ubicada en Barriales, Junín, se procesan a diario 3.500 kilos de desechos que son transformados por la empresa Madera Plástica en postes para viñas, mobiliarios urbanos, deck y hasta macetas.

Tres amigos crearon una empresa para transformar la basura en Mendoza. Carlos Arce, Pio De Amoriza y Leonardo Cano.

Leonardo Cano, Carlos Arce y Pío De Amoriza trabajaban como comerciales en una empresa de telecomunicación y un día, hace cinco años, decidieron experimentar y comenzar a derretir plástico.  La idea era lograr dar con una solución a la gran cantidad de basura que genera Mendoza, pero también crear un producto que sea útil para la economía local. Así nacieron los postes para viña, ícono de la compañía.

Uno de los postes recién salido de la fábrica.

En un sector del predio perteneciente a la Municipalidad, conocido como Punto Limpio, se ubica la planta procesadora y, en torno a ella, el acopio de materiales es constante. Llegan de Guaymallén, Luján, Godoy Cruz, Ciudad y también Junín.

Una parte proviene de cooperativas de recuperadores urbanos, sumado a las Botellas del amor; otras de scrap (chatarra) postindustrial, que integran la parte más brillante del lugar, y también de post consumo de agro, cintas de riego, mangueras, tela antigranizo de fincas y bodegas.

Además de esto, se encuentran envases vacíos de agroquímicos del programa Campo Limpio de Iscamen, que Madera Plástica destruye, recupera y transforma. La última incorporación fueron los corchos sintéticos para botellas de vino, los cuales eran descartados por la industria.

La meta es hacernos el agujero negro del plástico. Comenzamos alianzas estratégicas con municipios, principalmente con Junín, y con empresas que generan este plástico, que era enterrado. Sumado a cooperativas de recuperados”, detalló Carlos Arce.

El material es ingresado en un molino.

El proceso

El proceso empieza cuando llega al predio el material, previamente clasificado por los recuperadores. Por fardos de un kilo se le paga entre 20 y 60 pesos. El más cotizado es el PET, con el que se fabrican las botellas de gaseosa.

“Cuando uno empieza a ver el tema del plástico, ve que está en todos lados: en el sachet de leche, del detergente, del shampoo, en la bolsa de alimentos para perros y en la funda para celular…”, comentó Leonardo Cano.

Y agregó: “No nos gusta demonizar al plástico, no es el material el problema, el problema es que lo tiramos y es un recurso valioso”.

El material es ingresado a un molino.

El segundo paso hacia la transformación es verter el desecho en un molino, donde se convierte en una especie de “papel” picado, para luego ser convertido en una pasta solo con un poco de agua.

Esta es la única fase donde se genera un olor peculiar, sin ser fuerte. “El que no está acostumbrado le sorprende, pero no es más que el aroma que desprende el detergente u otros productos que han quedado en los envases”, dijo Cano.

El plástico picado es mezclado con un poco de agua.

Finalmente, pasa por una extrusora donde se derrite a 200 grados centígrados, se moldea y se forman los palos.

Tratamos de minimizar la huella hídrica, no usamos agua casi, solo para enfriar los postes y es agua que se reutiliza. Somos bastante particulares, porque tomamos plástico de un solo uso, el multilaminado o el que viene sucio y le damos nueva vida”, recalcó Cano.

En la extrusora se funde el material y se crean los palos compactos.

Cada día se producen 300 postes de diferentes dimensiones. El clásico tiene 7,5 centímetros de diámetro, pesa 10 kilos y se vende a unos 2 mil pesos, mientras que uno de madera está mil pesos.

La cuenta que hacemos es que nuestro poste es mucho más económico que cualquier otra alternativa por la duración que tiene. Se coloca y no necesitará recambio durante los próximos 50 años. La madera, indefectiblemente, se pudre con las técnicas actuales de riego, el viento Zonda y otras situaciones”, dijo De Amoriza.

Actualmente, 25 familias viven netamente de la basura.