Un viejo dilema argentino: extractivismo vs. Industrialismo

El litio plantea una disyuntiva que tiene historia en la Argentina: priorizar las inversiones mineras privadas para aprovechar el boom exportador o que el Estado promueva que esas inversiones traigan consigo el desarrollo de la cadena de valor para generar trabajo local de calidad. Esto último lleva mucho más tiempo.

Para la segunda opción, hay dos posibilidades. Una es “convencer” a las empresas multinacionales, por caso una automotriz como Toyota, que tiene mucho mercado en el país y en el Mercosur, para que se ponga a fabricar baterías en Jujuy, Salta o Catamarca. La otra línea de trabajo es la que encabeza YPF-Litio con sus exploraciones propias (Fiambalá-Catamarca) e Y-TEC (el brazo de investigación tecnológica de YPF), que está construyendo una fábrica de baterías en La Plata de baja escala y tiene otros desarrollos tecnológicos, aún muy incipientes, sobre el tema.

La cadena de valor del litio se puede simplificar en tres etapas:

1) la extracción y producción de carbonato, hidróxido o cloruro de litio;

2) la transformación en materia prima para celdas de batería -LiPeFO4- y

3) la fabricación de baterías y sistemas de almacenamiento de energía y luego los aparatos electrónicos donde se instalan las baterías.

El sector privado (las mineras) no muestra interés en planes integrales.

“El momento del litio es hoy”, tituló un comunicado la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), cuyo máximo representante es el jujeño Franco Mignacco. Además, Mignacco es el presidente en la Argentina de la minera chino-canadiense Exar, dueña del proyecto de litio Cauchari-Olaroz en Jujuy, que este año se convertirá en la tercera explotación en marcha en el país, y también del proyecto Mariana, otra

planta de extracción de litio en Salta.

Por la alta reactividad, el litio sólo puede ser transportado integrando otros compuestos. Los más comunes son carbonato (más estable y contiene más concentración del mineral) e hidróxido de litio (más usado en la producción de grasas y lubricantes). Los países que importan carbonato de litio son Corea del Sur, China, Japon, Estados Unidos, Belgica y Países Bajos.

Los que compran óxido/hidróxido de litio, Corea del Sur, Japón y, en menor medida, Estados Unidos, India, Países Bajos y Canada.

China tiene dos gigantes, Ganfeng y Tianqi lithium, que constituyen una porcion importante del mercado con el 26% del total. Las condiciones tecnologicas de las empresas chinas les permiten producir a gran escala, reduciendo los costos de producción y comercialización.

Las mineras están enfocadas en extraer y exportar. En una entrevista con El Tribuno de Jujuy, le preguntaron a Mignacco si tenía estimado o planificado fabricar baterías en Jujuy.

“Nosotros estamos más enfocados en la producción, pero hoy el 90% de las baterías del mundo se construye en Asia, un poco más en Europa, que está poniendo un fondo de alrededor de 500 mil millones de dólares para incentivar a las compañías que produzcan baterías en Europa, y algo más en Estados Unidos. O sea, en Argentina y en Sudamérica, la producción es casi nula e incipiente y los grandes mercados de consumo están dados en los países asiáticos, Europa y EE.UU.”

La demanda mundial de ese metal liviano imprescindible en la transición energética hacia la electromovilidad y las tecnologías de energías limpias iluminó los salares de la

Puna argentina, donde ya se produce anualmente un promedio de 34 mil toneladas de carbonato de litio con solo dos empresas operativas. En reservas, que son los recursos con viabilidad económica de explotación, Argentina es el tercer país, detrás de Chile y Australia -el costo de extraer litio en Australia es tres veces más caro que en Argentina o Chile-. En producción, Argentina está cuarta a nivel mundial luego de Australia, Chile y China.

Las dos explotaciones en marcha están en Jujuy y Catamarca. En el Salar de Olaroz, opera la empresa Sales de Jujuy, cuya controlante es la australiana Allkem Limited, un nuevo gigante (top 5 mundial) que surgió de la reciente fusión de Orocobre con Galaxy. En Argentina está asociada a Toyota y a la empresa provincial jujeña JEMSE, que tiene el 8,5% del paquete accionario y que, por contrato, da derecho a tener la prioridad de venta sobre una cuota del 5% del carbonato de litio producido. La iniciativa, que busca involucrar a la provincia con las empresas, se le reconoce a Jujuy, aunque todavía no se ven resultados concretos.

En Catamarca, en el Salar del Hombre Muerto, la controlante es la empresa estadounidense Livent. Livent tiene dos fases de expansión, cada una de 20.000 toneladas.

El conjunto de los proyectos de inversión más avanzados suman más de US$ 5 mil millones en el corto plazo y la proyección promete llegar a US$ 10 mil millones en 2030. Hay 38 empresas que están esperando para ingresar al negocio, de las cuales una sola es de capitales nacionales: YPF-Litio obtuvo 20.000 hectáreas en Fiambalá.

Los seis proyectos más maduros, según la Secretaría de Minería, implicarán un aumento de la capacidad productiva de 144 mil toneladas a las 37,5 mil toneladas que se produce actualmente.

En conclusión para nuestro país, queda claro que litio sobra.

El gran dilema es qué hacer con él: ¿extraer y vender o industrializar?

El Esquiú

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