Si bien Argentina comenzó hace años a producir energías renovables, la revolución que ha provocado Vaca Muerta en el mercado energético es llamativa y, fundamentalmente, auspiciosa.
Por Redacción de La Nueva.
La economía mundial comenzó a sufrir serias alteraciones con la guerra entre Rusia y Ucrania. Este proceso pareciera que se potenciará con el nuevo conflicto entre Israel y los sectores árabes más radicales.
Estas alteraciones se notan principalmente en el comercio y en las crisis de los precios de los alimentos y la energía, insumos básicos para la sociedad y la producción.
Esto se viene evidenciando con un aumento desmedido de la inflación mundial y el endurecimiento de las condiciones financieras globales.
Si bien Latinoamérica es el subcontinente más desigual del planeta, Argentina, no excluida de la crisis global, tiene aspectos que le permiten visualizar un probable horizonte de crecimiento de su economía y disminución de las desigualdades.
Este horizonte de crecimiento está sin duda marcado por la exportación en distintos segmentos. El primero aún, el más activo por años, es el segmento agroexportador, el mayor generador de divisas.
La crisis bélica aumenta la necesidad de nuevos proveedores por la exclusión de los que se encuentran en combate. Si nuestro país define políticas de aliento al aumento de producción y excedentes exportables, es una de las vías.
Estamos a días de elegir un nuevo presidente pero los contendientes, salvo lineamientos generales, no tocan los puntos económicos en detalle.
El segundo sector de excedentes exportables, en pleno crecimiento y con horizonte sin techo, es el energético.
Si bien Argentina comenzó hace años a producir energías renovables, la revolución que ha provocado Vaca Muerta en el mercado energético es llamativa. Ya se están generando excedentes exportables tanto en Gas Licuado como en Petróleo o sus derivados.
Todo este probable incremento de exportaciones tiene un efecto casi inmediato en la actividad económica de nuestra región, principalmente por sus puertos de aguas profundas.
Y se refleja en el interés de los sectores que le agregan valor a los productos por invertir en nuestra zona.
En septiembre del año pasado YPF y Petronas firmaron un Acuerdo de Estudio y Desarrollo Conjunto para la construcción de una planta de licuefacción para exportar el gas no convencional de Vaca Muerta a través de buques metaneros. Es un megaproyecto estimado en US$ 10.000 millones.
Luego, se firmó la reserva y disponibilidad de tierras en sector portuario de Bahía Blanca y han comenzado los estudios integrales para avanzar con el proyecto.
En cuanto al petróleo, ya se hicieron las primeras exportaciones de crudo desde Puerto Galván, a cargo de la empresa Transfigura, que tiene una destilería en Bahía Blanca.
Pero el gran jugador en este tema es hoy el segmento de Puerto Rosales, en donde Oiltanking es la empresa de mayor capacidad de almacenaje de crudo del país, y está en un proceso de inversiones para duplicar esta capacidad de almacenaje.
El crudo que reciben desde Vaca Muerta lo hacen a través de los oleoductos de Oldelval, empresa que también está desarrollando un proyecto para duplicar la capacidad de transporte.
La posta de Puerto Rosales opera 70% del petróleo producido en el país. Y será la principal boca de exportación de crudo.
En tanto, el Polo Petroquímico, con proyectos de ampliación, será el que otorgue valor agregado al gas de Vaca Muerta.
Como podemos ver, diversificación y crecimiento de exportaciones significan un futuro económico más que interesante para Bahía Blanca y la región.