
Termina otra semana de tensión política en medio de la carrera electoral, en una Argentina enfrascada en una disputa donde las palabras tienen que sonar fuertes, o mejor, se tienen que gritar; tienen que sonar diferentes para que se crean como sinónimo de cambio, o deben rozar lo ridículo o insultante para no ser «de lo mismo» y, si es posible, tienen que lastimar al enemigo o plantear un «vótenme que yo todo lo puedo».
En ese irritado contexto preelectoral, académicos en Derecho e intelectuales, todos ellos con una activa participación en la vida pública del país, firmaron la solicitada «Voto por la Constitución Nacional», en la que recuerdan que es fundamental no abandonar los preceptos rectores de nuestra vida institucional contenidos en la Carta Magna. Es casi un llamado a la cordura en medio de tanto alboroto político y ante una situación económica en la que muchos argentinos están aferrados con un dedo. Uno de sus principales impulsores es el abogado salteño Bernardo Saravia Frías, exprocurador del Tesoro de la Nación durante el gobierno macrista. En diálogo con El Tribuno, rechazó el «cualquier-cosismo», y trenzó un hilo que une la distorsión argumental con la estatización de YPF y la tensión con Paraguay por la hidrovía.
La solicitada llama la atención por el planteo elemental de abogar por el respeto de la Constitución Nacional, algo sabido especialmente por los políticos. ¿Qué los motivó a publicarla?
Es una preocupación que viene desde hace un tiempo ya. En estos momentos se ven tres miradas que hay respecto de la Argentina. Una primera mirada que en los últimos 20 años ha puesto en práctica un mal funcionamiento del Estado, basado en esquivar el funcionamiento del sistema jurídico y de las instituciones. Eso ha llevado a una consecuencia dramática que es un Estado ingrávido, lleno de eslóganes vacíos que no resuelven los problemas de la gente. Hay otro extremo, que es una segunda mirada, que propone destruir todo. El sistema no funciona, lo destruyamos. Y no se explica muy bien cómo empezar de nuevo, pero, parecería que sería un amanecer desde una originalidad tal vez nunca vista. Habría que recordar 1917, la Revolución rusa, o incluso después de los melcheviques, los bolcheviques… El problema es que no hay un ideario, no está El Capital, de (Carlos) Marx por detrás. Y hay una tercera mirada que entiende que el sistema sirve, que haya funcionado mal no quiere decir que no sirva, sino que hay que hacer que funcione. Hay que hacer que las instituciones den la cara a la gente, la entiendan y se actualicen. Esa es una mirada republicana que entiende que la Constitución Nacional es el núcleo central de la convivencia de una sociedad. Mucha gente, sobre todo los jóvenes, olvidan esto. Creemos, los que hemos firmado esta solicitada, en la necesidad de resolver las cosas desde y con el sistema.
EL TRIBUNO