Cambiar el actual esquema impositivo es una da las medidas que solicitan los eslabones productivos. La posibilidad de sacar a la economía de la crisis es posible, aseguran sus integrantes.
Es entendible para muchos de los lectores que piensan que el desarrollo de nuestro país está sustentado en el día a día, y más aún si consideramos que estamos en un año electoral con todo lo que ello implica y la incertidumbre que genera.
En este colectivo imaginario podría parecer temerario proyectar el futuro del país para la próxima década; en este sentido la experiencia nos aporta el dato de la realidad: hasta el momento con las políticas antiexportadoras aplicadas por el Gobierno “siempre nos ha ido mal”
¿Qué debemos hacer entonces? No queda otra que asumir que el país necesita un cambio. Más allá de los partidos políticos y sus ideologías, el cambio que necesita la Argentina es cultural.
Como país agroalimentario y agroexportador provee alimentos a más de 400 millones de personas, tiene que comenzar por “estar orgullosos de ello”, y no castigar a los sectores más competitivos que son parte de su economía.
Tampoco es entendible que un país agroindustrial y agroexportador castigue a los productores que son la base de sus ingresos económicos con un nivel de impuestos a la exportación que en la mayoría de los casos supera el 60% de sus ingresos, entre tributos directos e indirectos.
La propuesta del CAA es un mensaje para la clase política y dirigente de la Argentina y con más razón en un año electoral y en un momento en el que la sociedad en su conjunto está reclamando medidas concretas para salir de la peor crisis de nuestra historia.
En esta última década, Estados Unidos y Brasil aumentaron la producción y las exportaciones agroindustriales, tanto de materias primas como de productos con mayor valor agregado.
E el caso de las exportaciones de maíz, Brasil desplazó del primer puesto en el ranking a los Estados Unidos. Mientras el resto del mundo seguía creciendo en producción y exportaciones, aprovechando la mayor demanda de alimentos y los buenos precios internacionales, Argentina retrocedía a punto tal de que la producción y molienda de soja está en el mismo nivel que hace 10 años. En este contexto, las exportaciones de carne vacuna están estancadas y los embarques de maíz han sido desplazados por los brasileños.
Nuestro país es el mejor ejemplo y símbolo de la decadencia.
La frase “en defensa de la mesa de los argentinos” ha sido nefasta para el país. Es muy linda frase como eslogan político, publicitario y de marketing, pero le ha hecho mucho daño a la estructura productiva y a los productores. Si el costo de defender la mesa de los argentinos se debe pagar con productores que se funden o empresas que cierran, y con precios de los alimentos cada vez más caros, entonces algo no está funcionado.
La clase política en su conjunto debe tomar conciencia de ello y comenzar por prometer el cambio del actual sistema impositivo, que tiene consecuencias perversas y nefastas y que ha impedido el crecimiento y desarrollo del país.
Como dice el proverbio chino: “Para recorrer 1.000 kilómetros, hay que comenzar a dar los primeros pasos de a un metro”