Los 20 años de una revolución productiva que aún está en expansión de la mano del maíz tardío

Una tecnología de vanguardia como los BT y el atraso de la fecha de siembra permitieron el notable crecimiento del cultivo en el país

Cuando en 1997 se liberaron al mercado argentino los primeros híbridos de maíz genéticamente modificados con protección contra insectos, el cultivo ya transitaba una revolución tecnológica que aumentaba el rendimiento de manera sorprendente. El maíz Bt, como se lo conoce desde entonces, se sumó al crecimiento de la siembra directa, el uso de fertilizantes y la adopción de híbridos simples con sangre dentada. Esto permitió llevar la ganancia global de rendimiento desde un nivel casi nulo en la década de 1980, a 187 kg por hectárea anuales en la de 1990. Sin embargo, la producción nacional de maíz aumentaba lentamente porque la superficie sembrada pocas veces superaba los cuatro millones de hectáreas. Mientras tanto, la soja no detenía su expansión, de la mano de la tecnología RR.

Cabe destacar que el desarrollo del maíz Bt no fue pensado para ampliar la época de siembra en el cinturón maicero estadounidense, cuyo corto período libre de heladas restringe esa posibilidad. Por lo tanto, las empresas semilleras no contemplaron la recomendación de atrasar la siembra al difundir el maíz Bt en la Argentina. Fue en “Mundo Maíz 2002″ donde se presentó un estudio sólido que mostraba la factibilidad de sembrar tardíamente, en diciembre, en la región pampeana. Sin embargo, su adopción no se dio de inmediato. Hasta 2008, la superficie de maíz sembrado tarde creció muy poco y tampoco aumentó la superficie total destinada al cultivo. Los incrementos de producción dependían casi exclusivamente de los aumentos de rendimiento.

¿Qué ocurrió luego de 2008 para que la superficie de maíz tardío aumentara hasta igualar la del maíz temprano y, de su mano, se ampliara la superficie total con maíz? ¿Por qué esos aumentos se dieron principalmente en regiones aledañas a la zona núcleo maicera, muchas veces consideradas poco o no aptas para el cultivo, y no en la zona núcleo? Varios factores confluyeron para esto, con peso variable según la zona. En el centro-oeste de la provincia de Buenos Aires, el factor principal fue el cambio relativo de precios con el trigo, cultivo contra el cual el maíz competía en asignación de área. En 2008 el trigo dejó de ser un buen negocio. Además, en esa zona se agregaba la dificultad de lograr una buena implantación del maíz en siembra temprana debido a las bajas temperaturas al inicio de la primavera. Estos factores, sumados a la fuerte merma de rendimiento que provocó el fenómeno La Niña en las campañas 2007-2008 y 2008-2009, aceleraron allí la adopción del maíz tardío.

Más hacia el oeste, en las provincias de Córdoba, La Pampa y San Luis, ocurren heladas tardías con mayor frecuencia y se retrasa la estación de lluvias, con riesgo de déficit hídrico y golpe de calor en enero para la floración del maíz sembrado temprano. Allí la siembra del maíz en la primera quincena de diciembre permite que las etapas más sensibles para el rendimiento tengan lugar a partir del mes de febrero, cuando aquellos riesgos disminuyen. Así, esta estrategia de “escape” permitió reducir las fuertes oscilaciones interanuales de rendimiento que caracterizaron al maíz de siembra temprana en la región.

Por último, un aspecto común de muchas regiones en las que hoy predomina el maíz tardío es su mayor distancia del puerto con respecto a la región núcleo tradicional, y el aumento de la incidencia del flete en los costos de comercialización. De la mano de esta condición desventajosa vino un mayor uso local de la producción de maíz, tanto por su consumo en chacra para nutrición animal como su uso en industrias de fuerte desarrollo local, como la de biocombustibles.

En resumen, la combinación de un desarrollo tecnológico de vanguardia, como el maíz genéticamente modificado, con la adopción de un cambio agronómico simple y de bajo costo, como el atraso en la época de siembra, dieron lugar a una revolución productiva y en expansión. No obstante, aún existen ajustes pendientes para el maíz tardío, como la disponibilidad de híbridos de ciclo adecuado para la siembra demorada en ambientes considerados poco propicios y el ajuste de la fertilización para expresar los mayores potenciales de rendimiento de tales siembras que aseguran condiciones usualmente menos limitadas por deficiencias hídricas.

La autora es investigadora de la Fauba, el Conicet y el INTA

María Elena Otegui

María Elena Otegui – LA NACIÓN Campo