El ministro de Economía, Martín Guzmán, tenía todo para aprovechar una definición clara del Gobierno que le daba un cierto margen de certidumbre al campo. En una entrevista que le concedió esta semana al canal C5N expresó que se mantenía la decisión de no aumentar los derechos de exportación a la soja, al maíz y al trigo.
Tras las presiones de la semana anterior del diputado kirchnerista Leopoldo Moreau y del secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti para aumentar las retenciones, la aclaración de Guzmán pudo haber contribuido a despejar las incertidumbres.
Sin embargo, el ministro dijo que había una “renta inesperada” como consecuencia de la guerra en Ucrania, que había impulsado la suba del precio de los granos, y que, como tal, el Gobierno estaba estudiando un mecanismo para redistribuirla. Así, cuando faltan pocas semanas para el comienzo de la siembra de trigo de la campaña 22/23, en un contexto de deterioro de la relación insumo producto pese al incremento de los precios, Guzmán le agregó una dosis de incertidumbre al de por sí contexto político plagado de disputas internas en el oficialismo y desaprovechó una oportunidad.
Flaco favor le hizo también al ministro de Agricultura, Julián Domínguez, que quiere ser el portador de buenas noticias para el Gobierno con un buen volumen de producción de trigo para la próxima campaña. Un día después, el propio Domínguez insistió desde Rojas, donde participó de la inauguración del Centro de Desarrollo Tecnológico de la empresa BASF, que “el productor argentino tiene que tener tranquilidad de que no va haber aumento de retenciones como nos hemos comprometido desde el primer momento”.
La definición de Guzmán de “renta inesperada” provocó sorpresa y malestar en la dirigencia rural. “Pareciera un simple maquillaje a las fracasadas recetas de siempre. Tengamos en cuenta que ya existe el Impuesto a las Ganancias que, por su concepción, ya es capaz de captar esa renta extraordinaria que habla Guzmán. O sea, hablamos de otra doble imposición”, dijo José Ignacio Colombatto, presidente de la Federación de Asociaciones Rurales de Entre Ríos (Farer). Es decir que en caso de que hubiera ganancias mayores a las previstas, el Estado ya tiene mecanismos para capturar parte de esa supuesta mejora. Lo mismo sucede con los derechos de exportación. Por el incremento de precios, y pese a la menor cosecha por efecto de la sequía, el Gobierno recaudará un 25% más en concepto de derechos de exportación que en 2021, según estimó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). A esas herramientas, el Gobierno le agregó el mecanismo de “volúmenes de equilibrio” entre el maíz y el trigo para que los consumos internos no tengan un descalce.
La batería de controles, presión impositiva y mecanismos de regulación que tiene el Estado ya es tan grande que el ministro tendrá una tarea titánica para diseñar un nuevo mecanismo de captura de los ingresos que genera la producción. Alguien podrá decir que esa inteligencia tendría un mejor destino si se usara para causas más nobles.
El contexto en el que la nueva alquimia oficial podría materializarse no podría ser más complejo. Los transportistas de granos lanzaron una medida de fuerza en reclamo por un nuevo aumento de tarifas por la suba del precio del gasoil por la escasez del combustible. Tras un acuerdo por un incremento de 20% en la tarifa, la levantaron. La paralización del complejo oleaginoso sobre el Paraná, en un momento en que se debería acelerar el ingreso de camiones a los puertos, no hace otra cosa que generar pérdidas de competitividad en la cadena.
Si se observa el contexto internacional, la situación es más crítica. La guerra en Ucrania pone en riesgo la seguridad alimentaria mundial, especialmente en los países del norte de África y el sur de Asia, importadores netos de alimentos. La Argentina, con los mensajes de incertidumbre y los conflictos sin resolver, resigna su papel de proveedor confiable de alimentos y favorece a aquellos países que, pese a que también tienen problemas, mantienen sus políticas de largo plazo. No hay que irse muy lejos para encontrarlos: Brasil, Uruguay y Paraguay hace rato que han elegido la senda de la seriedad aun con gobiernos de diferente signo político.
Aquella frase de que la solución de los problemas del país es siempre con el campo y nunca contra el campo vuelve a cobrar vigencia. Algunos productores, como los autoconvocados, han decidido hacerla pública y por ese motivo organizarán una marcha con tractores y camionetas el sábado próximo hacia Plaza de Mayo. Esperan ser escuchados
Cristian Mira
Cristian Mira – LA NACIÓN Campo