Expoagro 2022. El campo huye hacia adelante

Ante el “momentum” de oportunidad global, es clave no subir las retenciones y garantizar el gas para los fertilizantes.
El campo huye hacia adelante

Culminó ayer la mejor Expoagro de la historia. Fue una demostración conmovedora de la potencia del sector agroindustrial argentino. Vivito y coleando, saltando con garrocha a la pandemia, una parafernalia de innovación con gruesos trazos de evidencias en cada rincón, en cada uno de los 600 stands apiñados en 52 hectáreas del predio maravilloso de San Nicolás. Impresionante por donde se la mire. El campo huye hacia adelante.

Más allá de lo que significó para la vida interior del sector, con un clima de negocios excepcional (se anticipaban récords de ventas de equipos e insumos tecnológicos), la Expo fue tremendamente importante por el desfile de las principales figuras de la política. También lo fue el discurso conciliador del ministro de Agricultura, Julián Domínguez, en un momento delicado de la relación entre el campo y el gobierno. Remarcó su rol de “puente” para encontrar un camino que permita transitar los tiempos que vienen.

Hay una oportunidad excepcional, el país necesita del agro como nunca antes en la historia, y el campo necesita que la conducción oficial no ponga palos en la rueda.

Los fierros están. Los productores están lanzados. Los precios ya venían altos, y llegó el estampido provocado por la invasión de Putín a Ucrania. El mundo está en vilo, y todo indica que no habrá solución de corto plazo. Rusia y Ucrania son actores muy importantes. No solo como grandes productores y exportadores de trigo, maíz y aceite de girasol, sino como proveedores de gas y fertilizantes. Por eso el gobierno argentino debe meditar cada paso, porque “la tentación del bien” puede llevarnos rápidamente de una simple pérdida de oportunidades, a un colapso estúpido. Vayamos al grano.

Lo que muestra Expoagro es que el campo ya no es el “recurso natural”. No se produce sobre la base de tierra solamente. Es cada vez más dependiente de lo que ponemos en ella. El productor es el gerente de una línea de montaje a la que concurren, just in time, una cascada de insumos de alta tecnología. Entre ellos, los fertilizantes. Quien haya visitado la muestra puede dar fe de esto: una enorme cantidad de equipos cada vez más grandes y sofisticados para la aplicación de abonos, desde los accesorios de las sembradoras a las grandes fertilizadoras automotrices. Y por supuesto a las proveedoras de fertilizantes como Nutrien (junto con YPF socias en Profértil), Bunge, Rizobacter, etc.

El nutriente clave es el nitrógeno. Y el nitrógeno se hace con gas. La guerra en Ucrania hizo subir el precio del gas a las nubes, arrastrando al de los fertilizantes, que ya venían subiendo como consecuencia de un hecho natural: cuando mejoran los precios agrícolas, todo el mundo quiere sembrar. “Demanda derivada”, dicen los manuales de economía.

Aquí entonces hay un punto central sobre el que es necesario actuar. Argentina tiene asegurado el abastecimiento para la campaña “normal” de trigo, que se inicia en un par de meses. Pero conviene tener en cuenta algo: el próximo trigo que habrá en este escenario crítico es el del hemisferio sur: Australia y Argentina. Los demás no pesan. Con un par de decisiones podríamos incrementar fuertemente la producción y aprovechar el “momentum”. Si este año logramos un récord de 22 millones de toneladas, ¿porqué no poner la mira en las 30, o directamente apuntar a las 40? A un precio de 350 dólares la tonelada, las exportaciones superarían los 10 mil millones de dólares a partir de diciembre próximo.

Las dos cosas que hay que hacer son:

1. Darle la tranquilidad a los productores de que las retenciones no suben, y así se puede cerrar la ecuación insumo/producto.

2. Garantizar el gas para la producción a pleno de fertilizantes en las plantas instaladas en el país. Y facilitar el ingreso fluido de todos los abonos que hacen falta para una buena nutrición de los cultivos. Eso obliga a pensar con mente abierta y generosidad, porque cada kilo de nitrógeno, fósforo o potasio que ingrese a estas pampas, se convierte en trigo y divisas

Héctor Huergo – Clarín Rural