Subsidios a lo Hood Robin

En la Argentina acostumbramos, en determinadas áreas, a hacer todo al revés. Y así nos va. El déficit fiscal y el caso de los subsidios a la energía.

Hablar de déficit fiscal, para muchos economistas y entendidos en el tema resulta fácil, pero la mayoría de la población no habla el idioma de estos, por lo que trataremos de explicarlo, así como también la forma en que llegamos a nuestra actual precaria situación económica.
De la misma manera que un particular, cualquiera de nosotros y nuestras familias, no puede vivir siempre gastando más que los ingresos que posee, tampoco la conducción económica de un gobierno puede hacerlo. Si nos retrotraemos a diez años atrás, descubriremos que el país gasta por encima de lo que produce y este exceso fue financiando, primero utilizando ingresos extraordinarios, como el súper precio que tuvo la soja años atrás, luego ahorros (fondos estatizados de AFJP, YPF, Aerolíneas), posteriormente con el cambio de signo político el país se endeudó en el FMI para continuar gastando y en el actual gobierno se recurrió a la emisión de dinero sin respaldo que nos lleva a la actual situación en la que estamos obligados a arreglar con el organismo y a convivir con una inflación que, cada dos años, nos duplica los precios.
De observar rápidamente las cuentas nacionales, encontraremos que la mayor tajada del déficit del Estado se encuentra en el subsidio a las tarifas públicas. La tentación de cualquier Contador sería simplemente eliminarlas y cuadrar los números. Sin embargo esta opción no es posible, por un lado las tarifas se volverían impagables para la gran mayoría de los argentinos, que se verían privados de servicios básicos como la energía eléctrica, gas, nafta, gasoil, etc. Mientras que por otro lado, el aumento desmesurado de las tarifas empujaría los costos de todos los productos, piensen solo en los fletes, encareciendo todo y alimentando la ya actualmente desmadrada inflación.
Pero a pesar de lo expuesto, no podemos dejar de observar, la actual situación de iniquidad en la que vivimos con las tarifas por las que solo pagamos una porción del precio. Si solo abonamos una parte, sin dudas hay otro actor que se hace cargo de la diferencia, éste es el gobierno con su Estado Presente (o estafa presente) que lo cubre con sus recursos, que en realidad son nuestros porque provienen de los ciudadanos -que somos nosotros-, directamente vía impuesto o indirectamente vía emisión monetaria, ergo, inflación.
Este tipo de financiamiento podemos llamarlo, subsidio a lo Hood Robin, es decir, lo contrario a personaje de leyenda, Robin Hood que quitaba recursos a los más ricos para repartirlo entre el pueblo explotado por estos. En este caso, el costo del subsidio a las tarifas de servicios públicos es afrontado, proporcionalmente de manera más gravosa, por los más humildes en beneficio de quienes más recursos poseen, es decir se benefician proporcionalmente más quienes tienen mayor poder adquisitivo.
Miren este ejemplo, un ciudadano Rafaelino que vive en un precario asentamiento en las afueras de la ciudad, sin luz eléctrica (si alguno no conoce estos lugares les ofrezco acompañarlos a ver las realidades de nuestra localidad), debe enfriar sus alimentos y bebidas, en estos días de intenso calor veraniego, con una bolsa de hielo que adquiere en un comercio cercano. Al comprar el producto, tanto hielo como alguna bebida, ya que no posee ni luz eléctrica ni agua potable, paga impuestos como el IVA por los mismos, impuestos que van al tesoro y que luego se utilizan, entre otras cosas, para subsidiar la tarifa de energía eléctrica que emplea alguien con mayores recursos -de los más millonarios del país- para dormir con aire acondicionado. Hay una trasferencia de recursos del más necesitado, privado de energía eléctrica, para que sea utilizado por alguien que al pagar menos por su precio y podría derrochar el mismo.
La actual situación de subsidio de tarifas públicas es a todas vista un sistema populista, de difícil corrección, pero urgente necesidad de reemplazo por uno acorde a la ética y la equidad, valores que nunca encontraremos en sistemas cercanos al comunismo.

#BuenaSaludFinanciera
@GuilleBriggiler

– La Opinión