El director de Syngenta para Latinoamérica Sur, Antonio Aracre, cuestiona el modo de comunicar del campo y asegura que «se habla a sí mismo». Pidió sumar voces que informen de agro a la sociedad
Hace 30 días, el director de Syngenta para Latam Sur se reunió con el presidente Alberto Fernández.
Antonio Aracre es el director de Syngenta para Latinoamérica Sur, pero últimamente es una pieza clave en una nueva lógica comunicacional que está intentando el agro para contrarrestar otros relatos que lo apuntan por su sistema de producción y su implicancia ambiental.
Este mes, fue quien le respondió al célebre pastelero Damián Betular, uno de los jurados de Master Chef, que participó de una campaña comunicacional de Greenpeace en la que cuestiona cómo se produce un tomate, bajo un sistema más preocupado en su apariencia que en su sabor, afirma.
En diálogo con Tranquera Abierta, Aracre también repasa la campaña, los precios de los granos, la logística internacional y el modo en que comunica el campo.
Está arrancando la campaña gruesa, ¿qué perspectiva hay?
Sigue con una inercia de pandemia, debido a que muchos dicen que el año próximo sería el último con fuerte incidencia. Arranca con la finalización de ese proceso y lo marco porque entiendo que hubo muchos factores inherentes a una mayor ingesta de alimentos en el mundo y a las complejidades logísticas que fueron un montón, como tripulantes de barcos que no querían viajar, containers que estaban en un lugar diferente al que estaban los barcos, y esto ocasionó muchos problemas en general, no a nivel de producción pero sí en el abastecimiento. Y producto de todas esas complejidades es que nosotros hemos visto en los últimos 12 meses precios de commodities muy interesantes para nuestro mercado. Creo que esos precios van a seguir, no se muy bien hasta cuando, porque las complejidades logísticas no se resuelven tan rápido. Y a eso hay que sumarle una mayor conciencia de la cuestión del cambio climático, en donde los países más grandes como Estados Unidos o China ahora tienen gobiernos que posiblemente sean más conscientes de esa cuestión y están tomando decisiones que podrían valorizar más todo lo que tiene que ver con la producción de commodities.
¿Y en lo climático?
Llovió en las últimas semanas lo suficiente como para que arranque la siembra de una manera sostenida. Después hay que ver cómo evoluciona, si Niño, Niña. Con toda esta cuestión del cambio climático me parece que a los meteorólogos se les hace más difícil predecir qué es lo que puede pasar.
¿Y por el lado de la demanda?
Creo que viene bien. Veo en la finalización de esta pandemia una reactivación económica general. China volviendo a crecer a ritmo sostenido y Asia en general. Presumo que no habrá dificultades por ese lado. Al contrario, creo que los problemas van a estar más por el lado de la oferta.
Estuvo en varias oportunidades con funcionarios nacionales, incluso con el Presidente, ¿cómo ve la política vinculada al agro?
Siempre fue conflictiva la relación del campo con el Gobierno. Tal vez en el Gobierno anterior un poco menos, pero sobre el final también se complicó con el tema de las retenciones o de las promesas no tan cumplidas. La impresión que me llevo cada vez que me reúno con el ministro Guzmán, o con De Pedro, o con el Presidente, es que ellos entienden muy bien la importancia estratégica que tiene el agro para el desarrollo estratégico de la Argentina. Hay una conciencia absoluta de la necesidad de tener dólares porque sin eso el país no puede crecer. La limitación de nuestro crecimiento está ahí. Y ellos saben que el campo aporta el 70% de los dólares.
¿Y entonces?
Se enfrentan también con una realidad difícil que es la dinámica de los precios que en una buena parte tiene que ver con la política macroeconómica, el déficit fiscal, la emisión monetaria, pero también hay mucho de expectativa y la economía se mueve mucho en base a expectativas. Muchas veces hay una desesperación por querer controlar esa inflación, que perjudica mucho más a los sectores más vulnerables, y en esa dificultad para poder lograr consensos a veces se toman medidas que parecen poco razonables. Un país que necesita dólares no puede obstaculizar las exportaciones de nada y menos de carne. Pero pasan estas cosas. Ojalá se puedan resolver con otras dinámicas, otras soluciones. Y también creo que así como el Gobierno tiene que hacer un esfuerzo para sentarse a la mesa con una cabeza más abierta en materia de posibilidades, el campo debería proveer una posible dinámica de diálogo menos confrontativa, menos politizada, y en esa intersección podrían encontrarse soluciones más favorables. A veces siento que nos metemos en un pantano, mucho más vinculado a lo político que a lo económico.
¿Son más sencillos de resolver de lo que se cree?
Vamos con un ejemplo. Retenciones es un impuesto que detesto porque es distorsivo, ilógico para un país que quiere exportar y castiga al que lo hace y al que le provee su principal fuente de recursos genuinos. Pero también sabemos que en los últimos 20 años no se pudieron eliminar. Y cuando se habla de esas retenciones se las intenta justificar diciendo que están para balancear los precios internos y externos. Si eso fuera así, y lo tomamos como hipótesis, entonces no se pueden usar esos recursos para rentas generales. Si están hechas para balancear precios, hay que proveer mecanismos de compensación fondeados por las retenciones. Entonces deberían compensarse costos de quienes producen alimentos para que lleguen a la mesa de los sectores más vulnerables con precios más bajos. No hay hoy algo que funcione así.
¿Lo conoció a Basterra?
Sí, estuve algunas veces con él.
¿Y a Domínguez?
Lo conocí en la gestión anterior, estuve en un par de oportunidades. Me parece que es una persona con gran perfil político, muy dialoguista. Tengo la impresión de que querrá generar un diálogo más cercano y productivo con el sector.
¿Crees que será más fácil con Domínguez encontrar el camino para limar asperezas y encontrar soluciones?
Creo que hubo muchas decisiones de economía política o de política económica en la que posiblemente Basterra no había sido tan involucrado. Muchos le achacan a Basterra algunas cosas y a mí me parece que es un poco injusto porque no participaba de esas decisiones. Creo que el cambio puede provenir del hecho de que Domínguez diga que, en todas las decisiones de índole económica que tengan que ver con el campo, quiere participar. Más allá de que después acuerde o no acuerde. Al menos que la voz del agro esté en esa mesa de decisiones y sepan cuáles son las consecuencias, a favor o en contra, de lo que se resuelva. Ese me parece que es un cambio importante que Domínguez probablemente le imprima a su gestión.
En 2018 señaló que había que mejorar la pericia en políticas públicas, ¿cree que mejoró?
Hace muchos años que vengo hablando sobre la oportunidad que tiene la Argentina vinculada a las ciencias del conocimiento y específicamente a todo lo referido al agro como la biotecnología, la edición génica, la aplicación inteligente de sustancias químicas para controlar malezas, hongos o insectos a través de drones. Es decir, muchísimas esferas del campo, pero que hoy por hoy esas inversiones y fuentes de trabajo potenciales que no son pocas se ven frenadas por falta de una base legal que sustente y le de certezas de futuro a esas inversiones.
¿Por ejemplo?
Hablo específicamente de la ley de semillas, que podría generar 100 mil puestos de trabajo, una industria completamente nueva en soja y en trigo, y una inversión en maquinaria sobre todo para el tratamiento de semillas profesionales que podrían estar cerca de los 2 mil millones de dólares.
¿Por qué no avanza en esa dirección?
Sin dudas que toda la Argentina, en su conjunto, vería beneficios macroeconómicos importantísimos. Yo no pude encontrar ni en el Gobierno anterior ni en el actual, alguien que me de una razón. Que se justifique por algo. Y por eso retomo, y creo que aquello de la impericia en materia de políticas públicas, muchas veces nos cuestan inversiones y fuentes de trabajo que no llegan. Y ahí no hay color político. Pasó de 2016 a 2019 y nos sigue pasando hoy.
¿El nuevo ministro puede contar con una mayor pericia, además de mayor peso político?
Entiendo que sí. Viene con ganas de acelerar, transformar, modernizar, ¿por qué no darle un crédito?
¿Para qué está el campo argentino?
En el presente no hay dudas que es la actividad económica más competitiva y la que más contribuye a la generación de actividades, incluso colaterales que sin el campo no podrían vivir. Muchas veces se dice que el campo genera poco empleo y eso es mentira. El campo y sus actividades conexas absorben entre un 20 y un 30 por ciento del empleo en Argentina. Y me pregunto cuando el sector automotriz dice que vendió tantas pickups, ¿de qué sector se está hablando en realidad, de la industria automotriz o del campo? Y como eso un montón de ejemplos.
¿Pero podría dar más?
Sin dudas que podría dar más. Porque creo que hay materias pendientes en un país como el nuestro. Pensemos que la tonelada de maíz está alrededor de 250 dólares y la de soja en 450 dólares, pero la de carne de vaca, pollo o cerdo está 10 veces más. Y eso es valor agregado que es un camino claro para la Argentina. Pero hay un cuello de botella que nos ahorca en nuestras posibilidades de desarrollar, de crecer y reducir la pobreza por la cantidad de dólares disponibles. Podemos exportar 10 veces lo que exportamos en commodities. ¿Por qué no podemos hacerlo? Hay un montón de motivos. Pero la actividad económica necesita inversiones, las inversiones necesitan crédito. Y vemos que la gente pregunta qué tiene que ver el Fondo Monetario Internacional con el ciudadano de a pié y se cree que no hay relación. Pero en algún momento, el primer departamento, el primer auto se lo compraba con un crédito. Nadie tenía 10 mil dólares para comprarse un auto u 80 mil para comprarse un departamento. Hoy no existe eso porque el crédito murió en la Argentina. ¿Y entonces por qué es importante volver al mundo y acordar con el FMI y cumplir? Es importante porque eso puede hacer que vuelva el crédito al país y si ocurre eso pueden volver los emprendedores, la actividad económica. Eso está pendiente para el campo, y por supuesto todo lo que tiene que ver con la digitalización y la modernización.Pero sin olvidarnos que hoy el campo es el gran sector proveedor de la economía Argentina y que lo hace de manera sustentable. Y eso no es un tema menor. Y además el 90% de la soja que se hace en Argentina es con siembra directa que favorece muy positivamente la huella de carbono y eso no es así en ninguno de los dos países que son grandes productores como Estados Unidos y Brasil. Ahí hemos dado certezas de que podemos construir una actividad económica como la agrícola, de manera sustentable. Por eso por ahí me irrita cuando aparece algún personaje diciendo otra cosa.
Como Damián Betular y el tomate…
Le tengo mucho cariño y afecto a Betular porque lo sigo y me encanta lo que hace. Pero una organización que no es precisamente ingenua como Greenpeace toma un personaje público, admirado, y le hace decir cosas de las que no estoy seguro si él se puso a profundizar y está convencido de lo que plantea. Públicamente le propuse hacer un vivo en Instagram para hacer un intercambio de opinión. No me considero el dueño de la verdad, no agredo ni me gusta que me agredan. Sí me gusta debatir con el que piensa diferente para cultivarme más y darle la posibilidad al otro de que abra su punto de vista. Pero creo que es muy importante hablarle a la sociedad de nuestra actividad y de la sustentabilidad de todo lo que hacemos. Sino nos va a ganar el relato de la desesperanza, de lo malo. No tenemos nada de qué avergonzarnos, ni de que sentirnos mal. Pero sí tenemos algo de qué preocuparnos y es que si dejamos que otro cuente nuestra historia lo van a hacer a su manera. Y el agro en general es un sector al que le gusta hablarse a sí mismo, pero no le gusta hablarle a la sociedad. Intenté en los últimos años hacer un camino diferente y me dieron con todo, pero tengo la piel gruesa y no me hace mella. Insisto y sigo con la lógica de que el que tiene que entender mejor lo que hacemos es el que no está en el sector.
¿Se imagina un agro como el que plantea en su propuesta Betular o Greenpeace?
No es que no me imagino eso, no me imagino un mundo con una producción de granos menos competitiva porque sería como una pandemia sin vacunas. Generaría una hambruna en el corto plazo de la que estaríamos muy arrepentidos. Pero sí me imagino un agro que evolucione en materia tecnológica, utilizando tecnología cada vez más amigable. Porque en eso estamos las empresas de tecnología, investigando e invirtiendo mucho dinero, desarrollando nuevos productos que sean cada vez más amigables con el ambiente y con la gente. Estamos seguros que el agroquímico no es dañino para el medioambiente ni para la salud cuando está bien utilizado. Pero aún así, si hay una percepción o deseo de la gente de que haya menos uso de agroquímicos, por qué no trabajar en esa orientación invirtiendo en productos biológicos que de acá a 10 o 15 años nos permitan transicionar a un mundo en el que los productos que se utilicen para producir en el agro sean más parecidos a los que la gente quiere. Esa transición es razonable, lo que no es razonable es la postura que no se basa en la ciencia, no hacen ningún tipo de relación costo/beneficio entre lo que ganamos y perdemos, y no tiene conciencia económica ni social sobre lo que implicaría dejar de producir la cantidad de alimentos que se producen para un mundo que demográficamente sigue y sigue creciendo.
Algo de todo esto tuvo que ver con abandonar el proyecto que Syngenta tenía pensado para una planta en Villa María…
Nosotros tratamos de dialogar con las comunidades. No tiene sentido confrontar. Esa no es nuestra estrategia ni de negocios ni de involucramiento social en las comunidades. En ese momento no daba ninguna impresión que la comunidad estuviese con el nivel de escucha como para plantear una inversión de esa naturaleza y decidimos posponerla.
¿Hoy el clima es otro?
No sé si el clima está mejor, sí tenemos que hacer que mejore y para eso tenemos que ser más voces las que le hablen a la sociedad. Hay muchos programas de radio y televisión “campo”, cuyo encendido es de la gente “del campo”. Y el gran problema que tenemos no está ahí, está afuera de ahí.
Eso es parte de un problema propio…
POR GONZALO DAL BIANCO – Puntal