Concebidos para proveer alimentos sanos a las ciudades de cercanía, la implementación de un parque agrario puede convertirse en una estrategia de gestión ambiental que pone un nuevo orden entre lo territorial y lo productivo.
Mucho se dice acerca de la agricultura periurbana, su contexto y los modelos agrícolas convencionales. Sin embargo, queda pendiente resolver cómo podrían protegerse los suelos productivos, tipificándolos según su aptitud para un uso específico y privilegiando la producción de alimentos sanos y de cercanía, en vez de priorizar el crecimiento en extensión de una ciudad sin límites.
«Desde una perspectiva integral, la implementación de un parque agrario puede convertirse en una estrategia de gestión ambiental interesante que pone un nuevo orden entre lo territorial y lo productivo y que tiene múltiples beneficios», expresó Beatriz Zumalave Rey, especialista en gestión ambiental e investigadora del Instituto de Suelos del INTA.
En ese sentido, Zumalave Rey puntualizó que «los parques agrarios sirven para alimentar a las ciudades de cercanía, organizar la productividad, formar empleo digno y calificado, generar arraigo y respeto por las culturas ancestrales, de manera sustentable y de un modo amigable con el ambiente».
El término en sí mismo contiene de forma implícita una voluntad de ordenar un espacio. Según el Consejo del Consorcio del Bajo Llobregat -Barcelona, España-, se concibe al Parque Agrario del Bajo Llobregat como «un instrumento para el mantenimiento del espacio agrario, desarrollando al tiempo, la actividad económica que le es propia y mejorando la calidad ambiental». De esta forma, el espacio agrícola es un elemento equilibrador desde los puntos de vista ambiental, económico y territorial.
De acuerdo con Zumalave Rey, un parque agrario guarda un doble objetivo: «Por un lado, mantener la agricultura por medio del desarrollo económico y el potencial productivo y, por otro, crear relaciones espaciales y funcionales entre el campo y la ciudad».
Sin embargo, los parques agrarios afrontan desafíos, como la preservación del espacio, su gobernanza y el aspecto ambiental. «Será la capacidad de ordenar el territorio lo que defina la posibilidad de perpetuar la figura agraria periurbana como un patrimonio comunitario, como una conquista participativa que hará posible el crecimiento productivo de los agricultores y otros actores participantes, con el consiguiente fortalecimiento económico», subrayó la investigadora.
Asimismo, «el aspecto ambiental debe acompañar todo el proceso de planificación, conformación y gobernanza de un parque para evitar pérdidas innecesarias de energía, la generación de residuos y efluentes y su disposición racional», aseguró Zumalave Rey. Otro aspecto a tener en cuenta es «la contaminación ocasionada por el uso indebido de insumos de síntesis química y el uso eficaz de los recursos, en especial su aptitud y disponibilidad».
La figura del parque agrario existe en diferentes ciudades de Europa desde hace muchos años. Es posible remontarse a la década del 90 cuando se creó la Federación Europea de Espacios Naturales y Rurales Metropolitanos y Periurbanos (Federnatur) que posibilito el surgimiento de 34 parques en el marco de su red. Entre ellos, el más importante es el Parco agrícolo Sud di Milano, primer parque agrario de Europa. Luego le siguieron el Parque Agrario de Baix Llobregat, Parque Natural Agrario dels Carrissals y Parque Agrario de Sabadell, en Cataluña; Parque de la Piana en la Toscana, en Italia; Rungis, en Francia y Berlín, en Alemania, por nombrar algunos de ellos.
En la Argentina, son muy recientes las experiencias vinculadas con la figura del parque agrario en relación con el modelo europeo. «Nuestro país cuenta con variados arquetipos de ‘parques huertas’, ‘cinturones verdes’ y más específicamente ‘parques agroecológicos’ por el enfoque que adoptan. No obstante, la agricultura periurbana se viene desarrollando de manera creciente y sostenida desde los años 80″, indicó Zumalave Rey.
En este sentido, Zumalave Rey destacó tres experiencias: el Parque Pereira Iraola de La Plata; La Colonia Agroecológica «20 de abril-Darío Santillán» de Jáuregui, Luján y El Parque Agrario Agroecológico de Moreno, por ser considerados pioneros cada uno en su especie.
En el ámbito de la AMBA, en agosto de 2020, se inauguró el primer parque agrario agroecológico, en el partido de Moreno. Sin embargo, «coexisten una multiplicidad de experiencias productivas: cada una con una modalidad propia que transforman su quehacer en una forma de vida y fuente de ingresos familiares», señaló la especialista del INTA y agregó: «Muchas de ellas, tienen largos años de vigencia y dan cuenta de un modo de organización interna validada por los actores que la conforman y por la sociedad local en su conjunto».
El principal periurbano productivo está en el AMBA. No obstante, no hay una figura jurídica que proteja los suelos ni la actividad agrícola en su conjunto. «Podría decirse que se trata de un desencuentro entre la necesidad de ordenar un territorio tan extenso y de múltiples usos y una legislación acorde a la importancia de la región», expresó la especialista del INTA quien puntualizó en la necesidad de acompañar a los productores, de manera que el ordenamiento no es solo de carácter territorial, sino social, económico y ambiental.
– AgriTotal – Fuente: Télam