La actividad minera en la Argentina enfrenta a quienes sostienen que es una de las principales opciones para lograr el desarrollo y afrontar la crisis económica, y quienes anteponen el alto riesgo ambiental y social que afecta a las comunidades sin dejar los beneficios económicos prometidos. Un seminario reunió a investigadores y referentes políticos para compartir evidencias y reflexiones en torno a este debate.
Agencia TSS – “La Argentina tiene los minerales que va a demandar el mundo, debemos preguntarnos las causas por las cuales la Argentina no logra poner en valor ese potencial minero. La minería tiene que ser ambientalmente sostenible, inclusiva y que genere la posibilidad de trabajo genuino, a nivel local y territorial; que esté integrada al resto de las actividades productivas, defendiendo nuestras pymes nacionales”, afirmó el secretario de Minería de la Nación, Alberto Hensel, durante un seminario que reunió a especialistas de distintas disciplinas con decisores políticos, para debatir y reflexionar sobre las “Visiones sobre el futuro de la minería Argentina”. El encuentro fue organizado por el Centro de Investigaciones para la Transformación (CENIT) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), junto con el Centro Interdisciplinario de Estudios en Ciencia, Tecnología e Innovacion (CIECTI) y Fundar, y contó con la participación de casi dos decenas de expositores, entre investigadores, especialistas y tomadores de decisión.
Actualmente, el sector minero representa el 0,5% del PBI (diez veces menos que el promedio regional) y, según detalló Hensel durante el seminario, constituye el quinto complejo exportador del país. En cuanto a exportaciones, en el año 2019 fueron un poco más de 3.200 millones de dólares y en 2020 algo más de 2.600 millones de dólares, con una caída del 19% por la aplicación de protocolos de protección de los trabajadores a raíz de la pandemia de la Covid-19. “La Argentina siempre basó su desarrollo económico en la Pampa Húmeda y el resto de las provincias quedaron relegadas porque hay provincias que no tienen esas características cultivables. En nuestra Cordillera, tenemos otra Pampa Húmeda que puede ponerse al servicio del país y generar oportunidades y trabajo”, dijo el funcionario.
Sin embargo, desde la década del 90, a medida que se fueron expandiendo los proyectos y la actividad minera en las distintas provincias del país, también se han incrementado los conflictos socio-ambientales en torno a esta actividad, al punto que hoy es una de las cuestiones más controversiales que el Estado debe resolver. Están quienes sostienen que la minería es una actividad clave para el desarrollo y otros la consideran la causa de muchos males, que no solo no aporta los beneficios económicos prometidos en los territorios sino que además los contamina y perjudica otras actividades económicas que allí se desarrollan.
“En los últimos 40 años hubo un solo un período con movilidad ascendente en la Argentina, del 2003 al 2011. La pobreza pasó del 70% al 27%, y la desigualdad bajó como no lo había hecho en cuatro décadas. El denominador común de ese período fueron las exportaciones de bienes y servicios, que pasaron de 30.000 millones de dólares a casi 100.000 millones de dólares”, puntualizó Daniel Schteingart, director del Centro de Estudios para la Producción (CEP-XXI) en el Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación y doctor en Sociología, y detalló que la minería también contribuyó a ese auge exportador, ya que pasó del 2% de las exportaciones en 2003 al 5% en 2011.
Sin embargo, si se analiza cómo ha impactado el sector (dominado por grandes empresas multinacionales) en el desarrollo de empresas proveedoras locales en torno a esta actividad, los resultados no son tan alentadores. “Encontramos que los pocos proveedores que han logrado entrar en la cadena de valor minera lo hicieron en segmentos menos sofisticados, que nosotros clasificamos como de baja barrera de entrada de mercado, como servicios de reparación, perforaciones y piezas metalmecánicas. En la mayoría de los casos lo hicieron de la manera menos interesante, que es por ventajas de localización, porque están cerca y son baratos, pero no por innovación adaptativa, como sí ocurrió en otros sectores como el agrícola”, afirmó la investigadora del CONICET Anabel Marín, a partir de un informe que desarrollaron para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en la cual identificaron a 63 proveedores mineros en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, San Juan y Santa Fe
Por Vanina Lombardi – UNSAM