Las encuestadoras volvieron a ser protagonistas de las elecciones pero no por su precisión a la hora de pronosticar el resultado, sino por todo lo contrario: ninguna se aproximó al desenlace final que arrojaron las urnas.
Si bien todos los analistas anticiparon una definición en primera vuelta con la victoria del kirchnerismo, no hubo ni siquiera una que percatara el crecimiento de Juntos por el Cambio con respecto a los resultados del 11 de agosto.
En las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), Macri había logrado el 31,79% de los sufragios, lo que equivale a 8.121.416 votos, y quedó a más de 4 millones de Alberto Fernández, que alcanzó el 47,78% gracias a que 12.204.770 de personas pusieron una boleta del Frente de Todos en la urna.
Este domingo, con el 96,22% de las mesas escrutadas en el conteo provisorio, Macri cosechó el voto de 10.393.809 de personas, lo que equivale al 40,44% de los sufragios, e implica que sumó 2.272.393 de voluntades respecto de las primarias.
Para graficar el error, basta con analizar un promedio realizados entre los guarismos de las consultoras más importantes del país que este fin de semana circuló por los teléfonos celulares de la dirigencia política argentina. Está claro que ese indicador no se respalda en una metodología científica seria porque es imposible promediar distintos sondeos realizados con preguntas y enfoques diversos, pero sirve para hacer una aproximación.
¿Cuál es la explicación para los errores de medición en primarias y en las generales? Los analistas no tienen una respuesta clara, caso contrario habrían implementado los cambios necesarios para mejorar la eficacia. Pero hay algunos indicios para tener en cuenta. El primero es la falta de recursos destinado a este tipo de mediciones.
Décadas atrás, a un dirigente político se le hacía muy difícil acceder a sondeos de calidad porque los trabajos eran verdaderamente caros, difíciles de pagar cada 15 días, como sucedió en los últimos tiempos. Con ese descenso del presupuesto, también bajó la calidad de los trabajos.
El segundo es metodológico y hay una anécdota que lo explica a la perfección. Horas antes de las elecciones generales, una consultora repitió el modelo utilizado en las primarias con llamados a teléfonos fijos. El resultado fue verdaderamente sorprendente: arrojaba que Mauricio Macri ganaría los comicios en primera vuelta. El grotesco se sustenta en que las generaciones más jóvenes prácticamente no utilizan la línea de su hogar (muchos ni quiera tienen) y los que lo usan contestan cualquier cosa; no tienen interés en adelantar sus preferencias políticas. (Fuente: infobae.com)
– El Diario Nuevo Día