Afirman que lo que producen sus campos no les alcanza para cubrir la tasa municipal; desde la Intendencia responsabilizan al revalúo inmobiliario de la provincia
Afirman que lo que producen sus campos no les alcanza para cubrir la tasa municipal; desde la Intendencia responsabilizan al revalúo inmobiliario de la provincia
Pagaban poco por lo que tenían, pero ahora deberían vender lo que tienen para poder pagar. Un grupo de quinteros, viveristas y pequeños productores agropecuarios del partido de Merlo sufrió aumentos astronómicos de las tasas municipales (el ABL ) que llegan hasta el 32.600%. No sólo eso: los vecinos recibieron las facturas con los aumentos dos semanas antes de que el Concejo Deliberante aprobara las tasas aplicables para 2018.
«Nosotros tenemos el récord», dicen Fátima De Almeida y Fabián Micieli. Pero la sonrisa les dura poco: dentro del grupo de 135 vecinos de las localidades de Mariano Acosta y Pontevedra que contactaron a LA NACION, el matrimonio padece el mayor aumento de la tasa de Servicios Generales (ABL): este año deberán pagar 230.962 pesos por su campo de nueve hectáreas, cuando en 2017 desembolsaron 707 pesos. Un aumento del 32.667%.
Fátima y Fabián recibieron la boleta con los aumentos el 15 de diciembre pasado. Pero la ordenanza que consagró esas subas se votó en el Concejo Deliberante de Merlo recién la noche del 29 de diciembre. La norma establece que los incrementos no podrán ser superiores al 40%.
El aumento fue aprobado por 23 de los 24 concejales: el bloque del intendente Gustavo Menéndez, actual titular del PJ bonaerense , recibió el apoyo de Cambiemos y del Frente Renovador . El único voto en contra fue de Jorge Blanco Schmidt, un exmassista que armó su propia bancada.
Desde Cambiemos y el massismo defendieron su voto, pero se despegaron de las facturas. «La ordenanza es correcta, pero está mal aplicada. No entendemos el cálculo. Hicimos un pedido de informes al Municipio para conocer el criterio técnico aplicado, pero no tuvimos respuesta», señaló David Zencich, concejal macrista.
A Héctor Rossi la boleta le llegó el 20 de diciembre, el mismo día que otros vecinos adheridos al débito automático se enteraban del aumento del peor modo. Rossi es dueño de otro récord: la mayor suba en términos absolutos. Este año deberá pagarle 1,7 millones de pesos al municipio por un predio de 50 hectáreas, de las cuales trabaja quince para producir plantas y árboles. El año pasado había pagado 21 mil pesos. Su aumento fue del 8031%.
«Cuando fui al Municipio, me dijeron que el aumento era el correcto y que era consecuencia de las subas dispuestas por la provincia. Pero a mí la boleta de ARBA me vino con el aumento normal», reclama Rossi, que comparte un mismo problema con el resto de los consultados para esta nota: afirman que todo lo que ganan con sus campos no les alcanza para pagar la tasa municipal.
Ricardo Lagomarsino es otro de los propietarios afectados. Su familia tiene 27 hectáreas con un valor fiscal para ARBA de 2,1 millones de pesos, pero que deberán tributar un millón de pesos por año en tasas municipales. Sufrió un aumento del 6664%.
«No quiero vender. Esto viene del abuelo de mi abuelo», dice Lagomarsino, mientras se frota la cabeza con las manos en un intento por explicar la lógica del aumento. «Ahora nos cobran como si tuviéramos terrenos urbanos, pero acá no hay limpieza, seguridad ni asfalto, nada. Para mí, el aumento tiene que ver con la llegada de la autopista. Quizás nos quieren sacar por algún negocio con las tierras. Pero no lo sé, no lo entiendo», continúa.
Se refiere a la construcción de la Autopista Presidente Perón, que conectará San Isidro con La Plata y que atraviesa todo el fondo del partido de Merlo, por las localidades de Mariano Acosta y Pontevedra, donde se alternan barrios obreros, de clase media y asentamientos con los pequeños campos que recibieron las grandes subas.
La mayoría de esos caminos rurales es de tierra, incluso algunos que figuran como avenidas. El municipio mejoró algunos accesos, está colocando luminarias y la señalización de calles, pero es raro ver un patrullero, hay pequeños basurales en cada cuadra y no son pocos los autos calcinados a los costados de los caminos.
Con la sequía de este verano llegaron los incendios y los vecinos sospechan que son intencionales. Los lotes de Lagomarsino y Bernardo Bosemberg, por ejemplo, se quemaron el 1° de marzo, el mismo día que fueron a protestar por la suba de las tasas. Lo único fértil que dejó el fuego fueron las sospechas.
«Esto no tiene un fin recaudatorio», dice Bosemberg, que el año pasado pagó 1796 pesos de ABL y ahora deberá desembolsar 376.764 pesos. El también intenta explicar el aumento: «Si fuera para recaudar, te subirían el doble o el triple la tasa. Y está bien. Pero si de golpe te piden que pagues 30.000 pesos por mes, te están diciendo que te vayas».
«Yo me voy a plantar. Yo no quiero vender», interrumpe Vicente Gennaro. En 1979, sus padres compraron un campo de 3,7 hectáreas donde antes funcionaban hornos ladrilleros que dejaron improductiva la tierra. «La idea original era recuperar la tierra para poner un vivero, pero todo quedó trunco cuando murió mi vieja. Después yo fui a Malvinas y no quedé muy bien», dice Vicente, sobreviviente del crucero General Belgrano. El año pasado pagó 2640 pesos de ABL. Este año debería pagar 137.000 pesos.
Minoru Ono sí pudo armar su vivero. Llegó hace 37 años de Japón y empezó sembrando plantines en vasos de yogur. Hoy está casi retirado, pero sigue cultivando flores en un rincón de su terreno. El fondo del predio está inundado, para evitar las tomas.
Ono recibió un aumento del 2168% del ABL. El primer impacto fue un pico de presión. Por eso el que habla es su hijo, Pablo. «Mi viejo, japonés de pura cepa, no asume tener deudas: entonces fue con la jubilación y pagó el ABL de enero. Él cobra 7800 pesos, la cuota fue de 6000 pesos», cuenta Pablo.
La cuota de febrero no se pagó. «Es la primera vez en 35 años», dice Norma, esposa de Minoru. Rechazan de plano la posibilidad de vender. «¿Son 35 años de trabajo y ahora tenemos que irnos? No me parece un final digno para mi viejo», protesta Pablo.
Desde el jueves de la semana pasada, LA NACION contactó al Municipio para conocer el criterio técnico detrás de las subas. Cerca del intendente señalaron que el aumento promedio del ABL en Merlo fue del 25%, que las grandes subas son correctas y que solo afectan al 0,65% de los contribuyentes. Y enfatizaron que detrás de las protestas está la mano del exintendente Raúl Othacehé.
Pero no ofrecieron una explicación técnica de la suba. El boletín oficial de Merlo no se consigue. La página web tampoco funciona y la del Concejo Deliberante sólo muestra una foto con los nombres de los concejales. Eso sí, exhibe un lema que calza justo con los aumentos del ABL: «Lo que el pueblo siente, lo siente en el Concejo».
Por: Marcelo Veneranda – LA NACIÓN