La fachada del ex Palacio del Cine –Chiclana 174– es una maravillosa muestra del diseño art déco. Desocupado el edificio desde 1991, su destino comercial ha terminado por afectar de manera inadecuada su frente, a pesar de ser un inmueble inventariado como bien patrimonial arquitectónico.
El maltratado patrimonio arquitectónico bahiense
La magnífica fachada art déco, afectada por la fata de mantenimiento y penosamente intervenida.
Bahía Blanca tiene un inventario de bienes patrimoniales arquitectónicos y urbanos.
Fue elaborado en 1992 registra los primeros 192 inmuebles que por valores artísticos, culturales o históricos merecen ser preservados y cuidados.
Son bienes que tienen que ver con el pasado destacado, relevante y formador de la identidad local.
En el caso de la arquitectura conforman «la historia escrita en piedra». Son manifiestos de una manera de pensar, de sentir, de creer.
De allí la importancia de cuidarlos y preservarlos.
Sin embargo, la realidad indica que en demasiados casos los mismos están abandonados a su suerte, al capricho de un eventual ocupante, al desconocimiento y a penosas intervenciones.
Un palacio
La ciudad cuenta con varios «palacios»: el municipal, el de tribunales, el de La Previsora, el del correo.
Pero hubo uno distinto, por estilo y destino: el Palacio del Cine. Ubicado en Chiclana 174 fue inaugurado en 1928 y modernizado en 1932, cuando se reconstruyó su fachada siguiendo un diseño art déco, de boga entonces en Hollywood y Mami para teatros, cabarets y cines.
El diseño
El art déco se desarrolló entre 1920 y 1940. Se destaca por su diseño geométrico, sus remates escalonados y juegos de volúmenes, sus líneas en zig zag, sus decorados de flores y animales. Admitió además el uso del color –sobre todo en Mami–, en tonos pasteles, claros y llamativos. Nuestra ciudad tuvo un riquísimo desarrollo en viviendas y en dos salas de cine: el Grand Splendid (Alsina 129) y el mencionado Palacio. Este último, una verdadera obra de arte, por diseño, escala, decoración, texturas y materiales. Cuando cerró, en 1991, quedó librado a su suerte.
Hoy
El palacio del cine resignó su hall de ingreso (ocupado por locales comerciales) y su sala de 1200 butacas (hoy cochera).
Pero quedó su fachada, valiosa y atractiva. De hecho alcanzaría con reponer sus vidrios, hacer algunas intervenciones menores para devolverle su esplendor. Pero no es así. Nadie se ocupa de protegerla. Por estas horas, los ocupantes del local comercial decidieron pintar una parte en rojo furioso, otro paño en gris y el resto dejarle el deslucido verde. Un mamarracho para el paisaje del lugar, un desatino, una intervención que sigue generando una ciudad completamente afeada, donde los intereses comerciales afectan bienes de todos.
Mario Minervino mminervino@yahoo.es – La Nueva Provincia