En enero y febrero, se intensifica como nunca en el año la producción de residuos tanto en la Costa Atlántica como en otros municipios que reciben grandes oleadas de turistas. ¿Cuántas toneladas se generan en temporada? ¿Qué iniciativas tienen los gobiernos para afrontar tal desafío?
El negocio de la basura: cuáles son los municipios que generan más desperdicios
Barrenar una ola que acarrea una bolsa de plástico; enterrar los pies en la arena y toparse con una colilla de cigarrillo; ir de camping al sur del país y encontrar a la orilla del lago una botella de alguna marca conocida. Se trata de tres experiencias desechables. La lista podría seguir, pero la idea que tienen los municipios de veraneo es reducirla o, aunque sea, evitar que se extienda.
Es que tales destinos -de la costa, el sur, u otros sitios turísticos del país- tienen que estar preparados para recibir la oleada de gente que llega entre los meses de diciembre y febrero. Cada uno de esos turistas produce basura y es desde las gobernaciones que se debe generar conciencia de higiene y políticas adecuadas para hacerle frente al problema. Por eso, ¿cuáles son las iniciativas que proponen los municipios para solucionar el tema de los residuos?
Un estudio realizado por la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) estima que hay hasta 8,6 toneladas de restos plásticos en los balnearios desde Villa Gesell hasta Mar Azul. Esto equivale a una polución total en ambos lugares -y también en Mar de las Pampas- de alrededor de 86,3 millones de fragmentos. El estudio generó alarma entre ambientalistas y preocupación en las oficinas públicas.
Mar del Plata, la Reina
En Mar del Plata se genera en verano un promedio de 1.400 toneladas diarias de residuos, que se descargan en el Centro de Disposición Final. Incluso a veces se alcanzan picos de 2.000 toneladas por día. Durante el año la diferencia es notable ya que el volumen se reduce a la mitad y equivale a 1.000 toneladas por jornada.
Eduardo Leitao, presidente del Ente Municipal de Servicios Urbanos (EMSUR) de General Pueyrredón -municipio al que pertenece Mar del Plata- contó a El Cronista que desde el organismo llevan adelante un plan de concientización «a toda la ciudadanía» mediante la difusión de información en la prensa local y las redes sociales. A su vez, se implementan programas de educación ambiental, que tienen que ver, por ejemplo, con la separación de residuos.
«En relación a esto último, durante el año, un equipo especializado del EMSUR recorre escuelas públicas y privadas, de nivel primario y secundario, con el ‘Programa Prevenir’ que brinda charlas sobre diversos temas como control de plagas, cuidado del arbolado urbano y separación en origen, entre otros», explicó el presidente del EMSUR.
En Mar del Plata, los martes y viernes se saca la bolsa verde con residuos reciclables; y los lunes, miércoles, jueves y sábados, se separa el resto en bolsa negra. «Por ello queremos mejorar la difusión y trabajar fuertemente en educación ambiental a través de las diferentes instituciones vinculadas. Optimizando la separación tenemos solucionada una gran parte de la problemática de la generación de residuos en la ciudad, tarea no menor si pensamos que la habitan casi un millón de habitantes», reflexionó Leitao.
A su vez, el presidente del EMSUR indicó que el municipio antes contaba con un basural a cielo abierto, al que se le hizo una «remediación total» durante 2017. Tal sistema fue reemplazado por el relleno sanitario, «reconocido como uno de los más tecnológicos de Sudamérica», según manifestaron desde el Municipio de General Pueyrredón.
En el sur del país
En Bariloche, por ejemplo, existe una iniciativa de recolección diferenciada para los residuos domiciliarios. Funciona dos días a la semana y se los separa en orgánicos y secos para luego ser trasladados a una planta de reciclado. A su vez, la ciudad sureña tiene un programa específico y en conjunto con otras instituciones para darles un tratamiento adecuado a los residuos, consistentes en biomasa vegetal. Allí, apuntan al «aprovechamiento energético de los mismos», según hicieron saber desde el municipio.
El volumen de basura que se gestiona en el Centro de Residuos Urbanos Municipal (CRUM) de Bariloche, alcanza las 220 toneladas diarias en los meses de mayor ocupación -entre diciembre y febrero- mientras que en el resto del año esta cifra llega a las 160 toneladas. Esto equivale a entre 64 mil y 72 mil toneladas anuales.
Desde allí, cuentan que durante los últimos años «se produjo un cambio sustancial en el modo de tratamiento y disposición final de los residuos sólidos urbanos (RSU) de la localidad». Esto se produjo mediante el saneamiento del repositorio histórico y la habilitación de un relleno sanitario en una celda «debidamente acondicionada».
Qué pasa en la Ciudad
En los meses de enero y febrero las calles de la urbe porteña toman otro color. Aunque ahogadas de calor por el asfalto, carecen del tumulto de gente que invade la Ciudad durante el resto del año. Esto afecta directamente al volumen de basura que se genera.
Existe una notoria diferencia entre la cantidad de residuos acumulados durante el verano, cuando la mayor parte de la gente decide tomarse vacaciones y viajar a distintos destinos del país o del exterior.
En esa línea, los datos recopilados por el CEAMSE indican que durante 2017 fueron 88.700 las toneladas de basura generadas en enero y 80.100 durante febrero. En el resto de los meses del año la cifra alcanza las 98.000 toneladas, en un acumulado anual de 931.000 toneladas -sin contabilizar noviembre y diciembre.
Balnearios responsables
La ciudad de Pinamar es uno de los destinos más elegidos por los turistas durante el verano, y las cantidades de basura que se acumulan son pasibles de contaminar las playas del paisaje costero.
Por eso allí, según informó el diario La Nación, el municipio obliga a los balnearios a colocar tres tachos: uno para cartón, otro para vidrio y plástico, y un tercero para residuos húmedos. A partir de ahí, es una cooperativa local, llamada Santa Elena, la encargada de recolectar la basura en cada uno de los paradores, para luego llevarla hacia la planta de separación. En relación a esto, Javier Mendía, secretario de Servicios Urbanos de Pinamar, contó al mismo medio que se trata de una cooperativa de 20 personas que en una semana pasará de trabajar con 20 metros cúbicos de residuos, a 60. El objetivo de esta iniciativa es ordenar el sistema de separación en origen y evitar que la Costa esté colmada de basura.
Un desafío nacional
Villa Carlos Paz, en Córdoba, es otro de los lugares a los que viajan grandes cantidades de turistas durante la temporada de verano. Allí, comenzó hace cinco años una iniciativa sobre un nuevo centro ambiental que será inaugurado en aproximadamente 80 días, según informó Germán Rivero, director de Servicios Públicos de la localidad.
En la ciudad cordobesa se genera durante el verano -enero y febrero- el doble del volumen de residuos que en el resto del año. En esa línea, se registran en las costas del río 200 centímetros cúbicos diarios en los días de semana y 350 en los fines de semana. Fuera de temporada, la cifra se reduce a 100 toneladas.
«Todos los años se implementan medidas para mejorar lo realizado en años anteriores», señaló Rivero y detalló algunas iniciativas como la implementación de canastos diferenciados para botellas plásticas, la limpieza de costas, la entrega de bolsas biodegradables a los turistas para que depositen allí sus residuos, y el trabajo de concientización por parte de inspectores.
Las que más generan
Según las estadísticas de 2017 calculadas por el CEAMSE, La Matanza y Lomas de Zamora fueron, después de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las dos localidades que más residuos acumularon, sin contabilizar los meses de noviembre y diciembre. Aunque con cifras ampliamente superadas por la urbe porteña, ambas alcanzaron un volumen de 489.000 y 265.100 toneladas de basura, respectivamente. Le siguen La Plata con 252.100, San Isidro con 178.900, y General San Martín con 170.500.
Un arrecife, de basura
En las costas de California se había generado un arrecife de basura luego de que hace 30 años un hombre arrojara una gran cantidad de residuos, ya que pensaba que, de esa forma, ayudaba al ambiente marino. En consecuencia, un grupo de buzos inició tareas de limpieza en Newport Beach. Fue Rodolphe Streichenberger quien había desechado 1.500 neumáticos usados, 2.000 envases de plástico, tubos de PVC, entre otros materiales. Lo hizo con la esperanza de que el arrecife artificial fomentara el crecimiento de bosques de algas y moluscos para así reconstruir el dañado hábitat oceánico. Luego de enfrentarse con la Comisión de Costas, la Corte Suprema de California falló en 2005 en contra de Streichenberger, quien murió al año siguiente.
por LUCÍA FORTÍN – Cronista