La última encuesta del Gobierno

La última encuesta del Gobierno y la charla de Mauricio Macri con el hombre más rico del mundo
Cómo impactan los aumentos en el humor social y el temor del gabinete. Y la decisión del Presidente de arriesgar el capital político.

Aumentos tarifarios
El primer aumento del año fue el del DNI: dos días después del brindis por la llegada de 2018, el trámite pasó de 60 pesos a 100. A ese incremento se sumaron otros, mucho más sensibles: en veinticinco días, el pasaje mínimo de colectivo dejará de costar $6 y pasará a $8, saltará a $9 en abril y a $10 en junio. También subirá el tren, en tres tramos y en todas las líneas, y el subte se irá de $7,5 a $11 en abril y a $12,50 en junio. Aumentará la Verificación Técnica Vehicular en la Ciudad de $802 a $931, el acarreo del auto por mal estacionamiento subirá un 27 % y el parquímetro de 8 a 10 pesos la hora. Los taxistas porteños preparan un incremento del 18 % para marzo. Y las prepagas, que tuvieron un acumulado de subas del 30 % en 2017 (varios puntos por encima de la inflación), lograron la aprobación de un primer aumento de un 4% a partir del próximo mes. Los combustibles pegarán un nuevo alza apenas Juan José Aranguren regrese de sus vacaciones y podrían incrementarse los planes de celulares. Los peajes porteños habían aumentado en diciembre: 14 por ciento en las garitas porteñas y entre 25 y 33 por ciento en la autopista Buenos Aires-La Plata que conduce a la Costa Atlántica. Al Gobierno le quedan por anunciar, aún, otras tres dosis de medicina amarga. Suba de electricidad, ya programada para febrero, de gas para abril y de agua para abril o mayo.

La imagen de Mauricio Macri no podía no caer y cayó. Los aumentos comenzaron a anunciarse -y algunos a concretarse- a la par de la aprobación de la reforma jubilatoria en el Congreso, que generó polémica y copó el debate público. Un relevamiento oficial que en estas horas comenzó a circular entre los hombres más poderosos del Ejecutivo advierte que la imagen del Presidente perdió 10 puntos sólo durante diciembre. Ya lo venían anticipado otros encuestadores, pero el macrismo desconfía de sondeos ajenos o, directamente, los desecha. Ahora es la tropa propia la que toca la puerta.

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Mauricio Macri salió de compras de Reyes, en Villa La Angostura, junto a Juliana Awada.

No sólo cae la imagen presidencial: también menguaron las expectativas futuras, es decir, la evaluación que hace la ciudadanía de cómo estará su situación y la del país en el corto y mediano plazo. Ese indicador persigue como un fantasma a Jaime Durán Barba, a quien la cúpula de Cambiemos sigue consultando aun cuando el ecuatoriano se tomó una especie de retiro en Estados Unidos para leer y descansar. Un retiro a medias: dicen que tuvo voz y voto durante el debate de la reforma previsional e incluso en las jornadas de violencia y caos en el Congreso.

¿Qué piensa Macri de la merma frente al veredicto de la opinión pública? El primer mandatario le explica a sus colaboradores que él vino a hacer las cosas de una determinada manera y que seguirá adelante porque está convencido de lo que hace. “No vine a conservar el capital político que logré en las elecciones. Lo voy a usar para empujar las reformas. Yo estoy para pagar costos”, piensa.

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Mauricio Macri y Juliana Awada fueron juntos a elegir el regalo de Reyes para su hija Antonia.

“Me toca ser antipático, no me gusta, pero es lo que la Argentina necesita”, le transmitió a uno de sus dirigentes más cercanos antes de irse de vacaciones a Villa La Angostura. Su razonamiento es: perder imagen ahora para recuperarla y mantenerla en el tiempo cuando el país crezca sostenidamente en el tiempo.

Esos temas se siguen tocando en el sur, donde el Presidente recibe a diario, cerca de las seis de la mañana, un parte de prensa con las principales noticias. Macri ya no puede hacer un mano a mano con sus ministros (aunque sigue aferrado al chat de su celular) pero sí lo hace con Nicky Caputo, su mejor amigo, con el que nunca deja de verse pero con el que en tiempos de descanso retoma largas charlas, sobre todo de noche, cuando sus familias se van a dormir. A Caputo le gusta quedarse de sobremesa con una copa de pinot noir, como la noche del 31, que compartieron junto a varios empresarios. Se los veía distendidos y por momentos festivos. Uno de ellos grabó un video con el celular en el momento del brindis y alguno lo compartió luego con un dirigente de Cambiemos que había sido invitado a la velada, pero prefirió quedarse en Buenos Aires.

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Jeff Bezosm, el fundador de Amazon, habló un rato largo por teléfono con el Presidente.

Las fiestas fueron un bálsamo para muchos funcionarios después de una seguidilla de aumentos. “Entramos en un embudo, por suerte agarramos a la oposición dormida”, decía el jueves un funcionario que caminaba por el Patio de las Palmeras, en una desolada Casa Rosada.

Un ministro que en las últimas semanas dividió su tiempo haciendo cálculos entre la reforma jubilatoria y los supuestos beneficios del cambio de metas inflacionarias le contó a uno de sus pares que hubo noches en las que no pudo dormir. “La presión es muy fuerte y el temor a que la gente pueda no interpretar que hay cosas que estamos obligados a hacer siempre está”, se sinceró. No es el único que expresa preocupación por la suba de precios. Sin embargo, nadie pone en duda la consigna de que se está haciendo lo que hay que hacer. Parece un eslogan, y en verdad lo es (basta repasar los spots de la última campaña), pero es una frase que se escucha con frecuencia en los despachos oficialistas.

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Marcos Peña, junto al presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. El Gabinete está inquieto por el rebote social del aumento de tarifas.

Macri intenta transmitir siempre que no existe otro modelo posible y desafía a sus interlocutores: “Si tienen una propuesta superadora, díganmela”. Como en en el tango, cree que los argentinos primero tienen que saber sufrir para después transitar por la senda del crecimiento. Es la trampa, asegura, que le tendió el kirchnerismo al dejar una economía dinamitada. El jefe de Estado cree que en el exterior ese concepto se entiende mejor que acá.

Macri ratificó esa creencia el viernes. Luego de enterarse de que también en la Patagonia había pasado las fiestas el fundador de Amazon, Jeff Bezos, lo llamó por teléfono, acaso con la intención de verlo. Pero el empresario ya estaba en Buenos Aires, donde vino a disfrutar de un show de tango.Parece que Bezos, que además es el propietario del Washington Post, lo felicitó por las reformas encaradas en estos dos años y le dijo que estaba maravillado por la belleza de El Calafate y Tierra del Fuego.

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“Espero que tu entusiasmo logre contagiar a los inversores de Nueva York que están comprometidos a venir a invertir. Te pido que me ayudes a apurarlos”, le dijo Macri. Bezos es en la actualidad el hombre más rico de la tierra. Acumula 103 mil millones de dólares y viene de superar en 2017 a Bill Gates. En los últimos tiempos ha comenzado a inclinarse por la filantropía.

Uno de los macristas que se enteró de la conversación entre Macri y Bezos no pudo dejar de conjeturar:“Pensar que este tipo tiene más del triple de guita que la que vamos a necesitar este año para cubrir el déficit fiscal”. La debilidad de las arcas del Estado es un tema cada ves más recurrente. Ya lo dijo Elisa Carrió antes de irse de vacaciones. “La Argentina no tiene un peso”, sostuvo en la intimidad para justificar la reforma jubilatoria y el paquete de aumentos.

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Por eso se ha discutido, y mucho, las medidas antipopulares de los últimos tiempos. Cuando se debatió la recomposición del sistema jubilatorio, por ejemplo, le pidieron a Gustavo Lopetegui que hiciera un cálculo exhaustivo, tal vez para convencer a los que dudaban. El vicejefe de Gabinete concluyó: “Si no hacemos nada, en cinco años los jubilados estarán en graves problemas. Y en diez se caerá el sistema de reparto”

santiago Fioritti – Clarín