Ante la ausencia estatal, la organización vecinal y la solidaridad son las apuestas para atenuar la carencia de servicios básicos. La Plata encabeza el ranking de las localidades con más emplazamientos informales
EN LOS PROVINCIANOS, EL BARRIO BERISSENSE QUE ENCABEZA EL RELEVAMIENTO DE VULNERABILIDAD TERRITORIAL, LA SOLIDARIDAD VECINAL ES UNA DE LAS CLAVES PARA SALIR ADELANTE / SEBASTIAN CASALI
Una copa de leche, un ropero comunitario, un grupo de vecinos que compran tierra y rellenan zanjones. Así es la dinámica cotidiana en Los Provincianos, un territorio atravesado por múltiples carencias donde la vida es solidaria o no es.
El asentamiento de Berisso, que se emplaza entre la avenida 66 y la calle 32, está conformado por unas 400 humildes familias. En los últimos días alcanzó notoriedad por un relevamiento de la organización Techo que lo ubicó como uno de los que presenta mayores índices de vulnerabilidad territorial en todo el país. Es, si se quiere, el ejemplo más crudo de una realidad que golpea con dureza a toda la Región, donde hay 190 barrios informales, compuestos por 34.500 hogares.
Esas cifras denotan un crecimiento cercano al 20% de la medición anterior, de 2013 (ver aparte), y confirman datos inquietantes: de cada 18 familias afincadas en asentamientos precarios de todo el país, una está en La Plata, Berisso o Ensenada.
El índice de vulnerabilidad (IV) aplicado al informe se divide en cuatro niveles: media; media-alta; alta; y crítica. En la Región, según se puede apreciar en el mapa trazado por la ong, un alto porcentaje de emplazamientos informales tiene una marca de “media-alta”, con contados casos de “crítica”.
Por si fuera poco, La Plata, segundo distrito de la Provincia en cantidad de habitantes, es el primero en asentamientos, con 157.
VIVIR SIN NADA
“Es triste que nos conozcan por ser los más pobres, pero debe ser así. Acá estamos abandonados por el Estado”. El que habla es Juan Larrosa, uno de los vecinos de Los Provincianos, el barrio berissense con índice de vulnerabilidad crítico (carecen de todos los servicios) que se formó hace menos de una década sobre terrenos fiscales y donde conviven vecinos llegados del interior del país -algunos oriundos de distintas localidades bonaerenses-, extranjeros y dos comunidades aborígenes. No es casual: la mayoría de los asentamientos, advierten en Techo, se forman a partir de migraciones internas, mudanzas de un barrio a otro aledaño o de una ciudad a otra vecina.
“Esperamos que al menos esta popularidad sirva para que nos escuchen y nos visibilicen”, continúa Juan, parado del otro lado del alambrado que separa su Iglesia Evangélica Monte de Sanidad de lo que tendría que ser una calle pero no es más que una zanja llena de agua.
Ese es el mayor pedido en la zona, la apertura de calles para que “las ambulancias y los bomberos puedan llegar si ocurre un accidente. Para las otras cosas nos arreglamos, vamos armando las casillas, tiramos cables y mangueras para poder tener una heladera y algo de agua, pero sin las calles no podemos vivir dignamente sin inundarnos cada vez que llueve”, dice el hombre nacido en Berisso que vive con su mujer, con quien tuvo siete hijos, todos vecinos de Los Provincianos.
Vivir en un asentamiento es, la más de las veces, “vivir sin nada”. En la Región, según Techo, “en el 89,8% de los asentamientos informales, la mayoría de las familias no cuentan con acceso formal a la red de energía eléctrica, el 98,7% carece de acceso regular a la red cloacal y en el 92,3% la mayoría de las familias no tiene acceso al agua corriente”. En Los Provincianos carecen de todo. Y si bien el camión que reparte la garrafa social pasa una vez al mes, no todos la pueden comprar.
“Casi todos vivimos de changas, cortamos el pasto, algunos son albañiles, se va haciendo lo que sale y en dónde sale. Con mi señora armamos un ropero comunitario y los fines de semana hacemos tortafritas para repartir entre la gente”, cuenta el vecino y agrega que la inseguridad no es la mayor problemática del barrio.
Lo mismo dice Juan Ramón, un fletero de 63 años oriundo de Entre Ríos y que desde hace 9 años tienen un merendero, Centro Cultural y Deportivo Corazones Provincianos, donde todos los días le da la leche a unos 50 chicos del asentamiento: “Acá nos cuidamos entre nosotros, no queremos que nadie salga a robar, por eso repartimos lo que hay y caminamos para conseguir que los gurises del barrio tengan algo en la panza. Nos ayudamos entre nosotros, es la única que nos queda”.
Sin ayuda estatal, esa embrionaria organización vecinal es una constante en los asentamientos. Según Techo, “en 7 de cada 10 asentamientos, los vecinos se han organizado para mejorar su barrio y piensan que su rol es organizarse y participar activamente en la toma de decisiones en los procesos de mejora. Mientras que 6 de cada 10 de los referentes entrevistados indicaron que la forma de solucionar el problema debería ser a través de la regularización dominial, con acceso a los servicios básicos, con créditos para vivienda y con programas de mejoramiento barrial”.
Si bien en Los Provincianos la escuela primaria y la secundaria quedan a unas 10 cuadras, al igual que la salita de atención primaria, cuando llueve es imposible llegar a ellas porque las pocas calles abiertas que hay se convierten en lodazales.
EN LA CIUDAD
El mapa de los asentamientos platenses revela que entre los de mayor extensión territorial están Puente de Fierro (Altos de San Lorenzo, 1.200 familias, IV medio), El Rincón (Villa Elisa, 800 familias, IV alto), El Futuro (Melchor Romero, 800 familias, IV alto ), Santa Ana (Melchor Romero, 700 familias, IV medio ), el sector comprendido entre 80, 90, 15 y 19 de Altos de San Lorenzo (1.200 familias, IV alto), Abasto (400 familias, IV alto), el área comprendida entre 161, 167, 60 y 66 (500 familias, IV alto) y Las Palmeras (Los Hornos, 750 familias, IV alto).
María Laura López Silva – El Día