«Hasta acá, Macri mantuvo el capital de la primera vuelta: 34 por ciento»

Carlos Fara sostiene que 2017 será mejor porque habrá menos inflación y crecerá la economía, aunque moderadamente.

«Los cambios en el gabinete son la señal clara de la obsesión por la homogeneidad que tiene Macri».
Carlos Fara sostiene que 2017 será mejor porque habrá menos inflación y crecerá la economía, aunque moderadamente. Cree que el leitmotiv del gobierno será: «No estamos bien, pero algo mejoró».

En una entrevista con La Capital, el destacado consultor político ensayó un análisis a fondo de las posibilidades, perspectivas y proyecciones de las principales referencias políticas. En ese marco, indicó que Mauricio Macri mantiene el capital electoral y político de la primera vuelta. «A nivel nacional Cambiemos no tien hoy más del 35 por ciento. Hubo un deterioro de 20 puntos desde el momento de la asunción», dice Fara.

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«Macri ha ganado desafiando algunas leyes de la gravedad, lo cual significa que en parte «cambiamos»: esto implica que no se lo pueda evaluar con los mismos criterios que al resto de la dirigencia política, es de otra raza, por eso ganó archivando muchas lógicas», resume el consultor y politólogo cuando se lo consulta por el estilo de la acción presidencial.

—¿A poco más de un año en el gobierno, Macri logra retener el capital político con el que asumió?

—Mantuvo el capital de la primera vuelta, que fue lo genuino (34 por ciento). Hoy no parece que Cambiemos a nivel nacional obtenga más que eso. De todos modos, hubo un deterioro de 20 puntos entre el momento de la asunción, cuando aprobaba la gestión el 65 por ciento, y que se estabilizó en el 45 por ciento desde septiembre.

—Casi todas las encuestas de opinión sostienen que el presidente tiene una aceptación cercana al 50 por ciento. ¿Es una coincidencia o una consecuencia que sea el mismo porcentaje con el que ganó el ballottage?

—La gran mayoría de las encuestas que circulan son telefónicas, y con el sistema de entrevista realizada por un máquina (que en la jerga se llama IVR). Eso genera un sesgo favorable al gobierno por la obvia mayor posesión de teléfonos fijos en los sectores medios y altos, y menos en la clase baja. Nosotros lo vemos en el 45 por ciento de aprobación. Pero más allá del porcentaje, lo cierto es que aprobación no son votos. Habitualmente todo gobierno siempre tiene más aceptación que electores, ya que por distintas razones no todos los que ven con buenos ojos al oficialismo luego materializan esa opinión en las urnas. Por lo tanto, creo que es consecuencia, ya que lo obtenido por Macri en el ballottage por ahora es su techo electoral.

—Sobre el final del año legislativo el peronismo le mostró los dientes al oficialismo y lo hizo trastabillar en el Congreso. ¿La situación se repetirá en 2017?

—Es posible. Pero va a depender de cómo esté el gobierno en la opinión pública. Con inflación en baja y reactivación aunque sea incipiente, los índices de aprobación pueden mejorar, y eso quizá modere la agresividad legislativa (que este año fue muy poca). También va a haber un Congreso muy tomado por los compromisos electorales de sus miembros, con lo cual seguramente va a haber menos actividad. Tampoco es tan fácil volver a juntar los 3 segmentos peronistas en Diputados. Lo de Ganancias fue parte cálculo político y parte nostalgia por recuperar denominadores comunes de identidad. En los 3 bloques (FpV, Justicialista y Renovador) hay cosas mezcladas.

—¿Los cambios en el gabinete y la salida de implican señales de concentración de poder en manos del presidente?

—Más que eso, diría que es la señal claro de la obsesión presidencial por la homogeneidad y la dificultad de asimilar elementos disruptivos, desde lo conceptual y desde el estilo. Hay distintas manera de liderar un equipo. Hay quienes se sienten más cómodos liderando una heterogeneidad, y otros una homogeneidad. Macri evidentemente es de este segundo estilo. Tampoco creo que el presidente hubiese perdido control durante este primer año.

—Una eventual victoria de Cambiemos en las legislativas depende de la economía o hay factores políticas y climas que inclinarán la balanza por otras cuestiones?

—Lo económico obviamente es central, pero no es lo único. Lo segundo es el clima de opinión y las expectativas. Si la economía no se reactiva desde ya que todo se va a hacer más cuesta arriba para el gobierno. Sin embargo, pese a que Macri no es De la Rúa, y Cambiemos no es la Alianza, hay 2 factores a tener en cuenta: la percepción que si el oficialismo no gana (al menos en la provincia de Buenos Aires), pueda producirse una crisis institucional como 2001, y el peronismo esté al acecho, con todos los temores que puede despertar un revival de CFK. Entonces, como los electorados hacen balances, pero votan para adelante, las expectativas ?aunque sea moderadamente positivas- van a jugar un rol clave.

—¿La apuesta verbal por la baja del déficit fiscal, la reducción del costo laboral y el gasto público es una realidad objetiva del plan del gobierno o es sólo una argumentación teórica? Nadie gana elecciones con ese discurso. ¿O en esto también «cambiamos»?

—Vamos por partes: con esas «banderas» no se gana, pero sí se tranquiliza a los mercados, y se le da satisfacción simbólica al electorado más conservador, cansado del «dispendio K». Si lograrán poner en marcha todo junto, es difícil de saber, pero sí es cierto que son objetivos del gobierno mirando a 2019. Macri ha ganado desafiando algunas leyes de la gravedad, lo cual significa que en parte «cambiamos»: esto implica que no se lo pueda evaluar con los mismos criterios que al resto de la dirigencia política, es de la sinceridad, de no mentir, y de crear confianza (también como contrafigura a lo que la mayoría de la sociedad terminó pensando de la etapa CFK): en esa línea va la apuesta verbal a la que hace referencia. Cambiemos cree que debe marcar diferencias radicales de estilo para luego no entrar en la cuestión del doble discurso. La dinámica de la gestión y la política siempre vuelve complicado evitarlo.

   —¿El peronismo tiene vocación de encontrar un liderazgo o cada referencia seguirá jugando su juego?

   —El peronismo siempre tiene vocación de encontrar un liderazgo, pero siempre le llevó tiempo. La situación es compleja, porque: 1) el mayor liderazgo es CFK, y al mismo tiempo lo más rechazado por la sociedad, y en consecuencia por los dirigentes relevantes, 2) ningún dirigente hoy tiene claro cómo salir del entuerto, no tiene estrategia en implementación, salvo Urtubey, pero que todavía le falta conocimiento; 3) el debate de fondo interno no se está dando y eso mantendrá la fragmentación y 4) el peronista mejor posicionado (Massa) está afuera y no quiere volver por ahora (el escenario descripto tampoco ayuda). En consecuencia, el peronismo es un archipiélago, y solo un liderazgo lo podrá unir, que por ahora no aparece. En esa circunstancia, cada referencia hará su juego. Mi sensación es que viene de digestión lenta: la etapa kirchnerista fue muy fuerte en todo sentido.

  —¿Pagó algún costo político Macri por los Panamá Papers, el caso Michetti o la denuncia contra Arribas?

   —Aplicaría la misma lógica que para Cristina: hasta que no haya más pruebas unívocas, no lo ayuda, pero tampoco lo perjudica mucho en el corto plazo. Aunque la mayoría cree que el presidente está involucrado en el Panamá Papers, por ahora el caso no prospera. El caso Michetti la desgasta a ella, pero por ahora no al presidente. El caso Arribas veremos: de los tres puede ser el más complicado. Dicho esto, el alud de CFK y sus funcionarios desequilibra la balanza a favor de Macri: en general, se cree que se están destapando ollas del pasado gracias al cambio de gobierno, lo cual relativiza los temas cercanos a él.

—Las acciones del gobierno parecen destinadas más a conservar su núcleo duro de votantes que a ampliar las fronteras y conservar con el “voto prestado”. ¿Coincide con esta mirada?

Es lógico, porque con el mal balance económico que tuvo en 2016 y los problemas políticos que se generaron, lo más rentable es mantener lo propio, y si después aspira en otros terrenos se verá. De todos modos, las fronteras son abiertas, tanto a favor como en contra, de modo que si la economía arranca puede aspirar a más allá del 34 % de 2015. El gobierno nacional debería ponerle una mirada a los migrantes de Massa en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, ya que ahí hay muchos decepcionados. Todas las iniciativas en el tema seguridad apuntan a que el tigrense no le haga campaña por derecha.

—¿Massa tiene necesidad de ser candidato y ganar provincia de Buenos Aires para que el peronismo lo mire como alternativa y se encolumne detrás suyo?

   —El nombre pesa mucho, más en un espacio transversal, donde confluyen distintas vertientes. Lo más rentable en términos políticos para él es que se presente y, obviamente, lo ideal de esa estrategia es ganar es ganar. Sin embargo, entre ganar y no ganar hay varios matices que se posan en el medio. Por ejemplo, si gana Cambiemos, pero Massa sale segundo y el PJ tercero: no gana, pero ¿el PJ tienen otra alternativa que tenderle puentes? Supongamos que además sale segundo en un escenario muy fragmentado, digamos 35% el oficialismo, 30 % Massa y 25% el PJ, tampoco habrá estado muy lejos. Por supuesto, salir tercero le haría más arriba el futuro, pero nada es imposible: Carrió pasó del 2% en 2011, a ser una de las reinas del gobierno actual. Agrego un elemento más: dado que es una elección de doble vuelta (Paso y general), si Massa sale segundo en las primarias del mes de agosto ¿qué hará el voto peronista cuando vea que el PJ salió tercero? ¿persistirá o hará voto útil por Massa para ganarle al gobierno? Es un escenario de difícil predicción, donde nada es seguro.

   —¿Cree usted que Cristina será candidata en provincia de Buenos Aires o en Santa Cruz? Hay quienes dicen que no lo será en ninguno de los casos, que se dedicará a afinar estrategias judiciales.

   —Dado que el resto del espectro también está con muchas incertidumbres, la decisión final de CFK es difícil de predecir. No presentarse aliviará cuestiones internas, pero no las resolverá, además de generar interrogantes sobre por qué no lo hace. ¿Perdía y prefirió guardarse? En cualquiera de los 2 distritos es la mejor carta que tiene el PJ / FpV, ergo es un cálculo político difícil. Cristina también es un bicho raro, que ganó en 2011 desafiando muchas lógicas. ¿Preferirá ser la jefa de la oposición si se presenta en territorio bonaerense, pese a perder, y de esa manera consolidar 2 polos? Los verdaderos líderes a veces hacen cosas que está más allá de la visión corriente. Alfonsín y Menem han dado varios ejemplos en estos 33 años.

   —La prometida lluvia de inversiones no se produjo. Tampoco hubo índices favorables respecto del consumo. ¿2017 será igual, mejor o peor a 2016?

   —2017 va a ser mejor porque habrá menos inflación, la economía crecerá, aunque moderadamente; el consumo aparentemente llevará el mismo porcentaje de crecimiento que el PBI, habrá más inversiones, aunque no sean una lluvia. Todo eso es “no estamos bien, pero algo mejoró”. A veces solo con eso alcanza.

por Mauricio Maronna – La Capital de Rosario