Los números que hoy desvelan a las mineras no se pueden contar

Los números que hoy desvelan a las mineras no se pueden contar

El vaiven de los precios internacionales, los costos en alza, proyecciones que cambian y modifican las ecuaciones de negocios. Todos son números hoy para las mineras que persiguen capitales para poder hacer realidad proyectos o para ponerlos en marcha. Pero no todo los números responden a columnas del balance. Algunas, hablan de personas y de ingresos que dejan de valorarse por ser los altos del mercado si el costo emocional pesa. Estos son los números que hoy desvelan a las mineras.

Florencia Lendoiro – Editora de Negocios y Revista Apertura

Matemáticas confusas: cuando las multiplicaciones restan más que sumar

En los salares del norte argentino, donde el viento corta la piel y la altura no perdona, el verdadero desafío no siempre está bajo tierra. En los yacimientos de litio, el tesoro blanco que promete transformar la economía argentina, la batalla diaria se libra en otro frente: el del talento humano.

Conseguir gente dispuesta a trabajar a 4.000 metros de altura, con temperaturas extremas y lejos de su familia, se volvió casi tan difícil como encontrar un nuevo yacimiento.

“Más allá del salario, uno de los principales motivos de renuncia es el cansancio que genera el trabajo en altura”, admite Facundo López Cordini, Director de Outsourcing de Adecco Argentina.

Lo dice alguien que lleva años diseñando estrategias para que las empresas mineras puedan sostener sus equipos en medio de la puna. “Por eso tenemos que ser creativos: explorar esquemas más flexibles, como el 5×4, o modelos que contemplen pausas distintas para que el talento no solo llegue, sino que también quiera quedarse”, agrega.

Turnos, cansancio y distancia: el cóctel del desarraigo

En los proyectos de litio, donde los campamentos están a cientos de kilómetros de cualquier ciudad, la logística humana se vuelve un rompecabezas. Los esquemas más comunes —14×14 o 5×4— garantizan una presencia constante en sitio, pero imponen un costo emocional: dos semanas completas lejos de casa, durmiendo en contenedores y respirando aire seco. Con el tiempo, incluso los sueldos competitivos pierden brillo frente al agotamiento y la vida suspendida.

Algunas compañías empezaron a ajustar el modelo, probando con rotaciones más cortas o beneficios orientados al bienestar. “La clave está en entender que no todos los trabajadores viven la experiencia igual —explica López—. Un joven jujeño con familia en Abra Pampa no tiene las mismas necesidades que un técnico de Salta capital o un ingeniero de Buenos Aires.”

Los “anillos” del empleo minero: del territorio al talento

El marco regulatorio argentino obliga a contratar por “anillos”: primero en las comunidades cercanas al proyecto, después en las capitales provinciales y recién al final en otras regiones. Sobre el papel, suena lógico: priorizar a quienes viven más cerca. En la práctica, esto exige una planificación quirúrgica y un trabajo social sostenido.

En los pueblos del primer anillo, los beneficios más valorados son los básicos: transporte seguro, comedores, acceso a salud o apoyo escolar. En las capitales, el atractivo pasa por la capacitación, el desarrollo profesional y la posibilidad de hacer carrera. “Lo que funciona en un anillo, no necesariamente atrae en otro”, resume López. Las empresas que entienden esa dinámica logran reducir la rotación y, de paso, ganar algo más valioso que el talento: la confianza de las comunidades.

Hacia una minería con rostro humano

La sostenibilidad del talento, un concepto que empieza a sonar tanto entre las consultoras de Recursos Humanos como el de sostenibilidad ambiental, exige repensar la experiencia del trabajador. Ya no alcanza con cubrir posiciones: hay que construir trayectorias. Formación, bienestar físico y emocional, desarrollo profesional y arraigo territorial forman parte del mismo paquete.

“Si queremos que la minería del litio sea un motor de desarrollo y no una fuente de desgaste, tenemos que diseñar esquemas más humanos”, sostiene López. Porque en definitiva, ningún proyecto avanza si los que hacen el trabajo deciden no volver.

El litio puede ser el oro blanco del siglo XXI, pero su futuro dependerá menos del precio internacional y más de algo mucho más simple: que haya gente dispuesta a subir la montaña, trabajar, y volver con ganas. En la puna, el capital humano también es un recurso no renovable

Habrá u$s 4,7 billones de dólares en nuevas inversiones

El tablero minero global está cambiando de forma acelerada. Un informe reciente de McKinsey & CompanyGlobal Materials Perspective 2025, anticipa una transformación estructural en la demanda de minerales críticos, impulsada por la transición energética y el avance tecnológico.

De acuerdo con el estudio, más del 50% del crecimiento en el consumo de materiales hacia 2030 estará asociado a estos dos vectores, lo que coloca al cobre, litio, níquel, grafito y tierras raras como los grandes ganadores de la próxima década.

Por el contrario, el hierro, el carbón y los metales del grupo del platino enfrentarán un escenario de estancamiento o retracción, reflejando un cambio de paradigma: la economía industrial del futuro será más eléctrica, digital y sustentable.

Una transición de magnitud histórica

El viraje requerirá una escala de inversión sin precedentes. Según McKinsey, satisfacer la demanda proyectada hacia 2035 demandará más de 4,7 billones de dólares y una expansión de la capacidad energética global de 270 GW. El desafío no solo radica en aumentar la producción, sino en hacerlo con menores leyes minerales, mayores costos ambientales y estándares de sostenibilidad cada vez más exigentes.

El informe señala que la clave estará en la adopción de tecnologías avanzadas: inteligencia artificial, automatización, y nuevos procesos como la extracción directa de litio o la lixiviación de sulfuros, que permiten aumentar la eficiencia y reducir el impacto ambiental.

Riesgo de concentración y nacionalismo de recursos

McKinsey advierte que el suministro mundial de minerales críticos se está concentrando. En los últimos cinco años, la participación de los principales países mineros y refinadores aumentó entre tres y cinco puntos porcentuales. Paralelamente, crece la concentración de recursos, con países como Indonesia, Zambia o Gabón restringiendo exportaciones para fortalecer su industria local.

Aun así, el 60% de las reservas globales de cobre, litio y tierras raras sigue fuera de los tres mayores productores. La posibilidad de diversificar la cadena de suministro existe, pero dependerá de la capacidad de inversión, infraestructura y estabilidad regulatoria de nuevos jugadores.

América del Sur, el nuevo eje estratégico

En ese mapa, América del Sur se consolida como una región clave. Chile, Argentina, Perú y Brasil concentran proyectos de envergadura en cobre, litio y hierro, mientras el Triángulo del Litio (Argentina, Bolivia y Chile) podría aportar hasta un cuarto del suministro mundial de litio hacia 2030.

El reporte subraya que los principales obstáculos para la región no son geológicos, sino políticos y financieros. Estabilidad macroeconómica, previsibilidad regulatoria y desarrollo de infraestructura serán las condiciones determinantes para aprovechar el ciclo.

Talento escaso y metas ambientales en pausa

El estudio también alerta sobre la brecha de talento que enfrenta la industria. En la última década, los graduados en minería se redujeron un 75% en Australia y un 40% en Estados Unidos, mientras que para 2035 se necesitarán más de 350.000 profesionales en geología, metalurgia y automatización.

En el frente ambiental, la consultora advierte una desaceleración de los proyectos de descarbonización: un tercio de las iniciativas de acero verde en Europa fue suspendido. Pese a ello, la economía circular, el reciclaje y la trazabilidad de materiales avanzan como tendencias que ganan peso en las decisiones de inversión.

Claves para el futuro

McKinsey plantea tres ejes estratégicos para la industria minera global:

  1. Diversificar la oferta para reducir riesgos geopolíticos.
  2. Aumentar la productividad mediante energías limpias y automatización.
  3. Adoptar modelos sostenibles de bajo costo operativo.

En este contexto, países como Ecuador y Argentina tienen la oportunidad de posicionarse como proveedores de minerales críticos si logran combinar infraestructura, tecnología y capital humano. El desafío es mayúsculo: insertarse en la cadena de suministro global de la nueva economía verde antes de que el tren de la transición energética parta definitivamente.

flendoiro@cronista.com

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