El Presupuesto Participativo ya no es una novedad: con el paso de los años se ha consolidado como una herramienta central de la gestión de muchos municipios en los que los vecinos asumen un rol activo para decidir qué obras concretas quieren ver en sus barrios. Pero su verdadero valor no está solo en el monto, sino en cómo se hace y en lo transparente y equitativo que resulta el proceso. La convocatoria realizada recientemente por la Municiplidad de la Ciudad de San Juan confirma que el camino que se empezó a transitar no solo continúa, sino que crece en escala e importancia. Este año la comuna capitalina asignará más de $314 millones para el Presupuesto Participativo, distribuidos en 12 preproyectos de aproximadamente $26,17 millones cada uno. Eso implica casi el doble de lo asignado en convocatorias previas como la de 2023, cuando el monto había sido de $169 millones. Otros departamentos en los que se utiliza este sistema son los del Gran San Juan y algunos un poco más alejados como Albardón, Caucete y Sarmiento entre otros que también dan participación a sus vecinos al elegir obras.

En los últimos años, el municipio de la Capital ha venido operando el presupuesto participativo con reglas más definidas; se han convocado reuniones barriales, se reciben propuestas vecinales, se evalúa su viabilidad técnica e institucional, y se someten luego a votación ciudadana online por distritos. En este sentido, se ha logrado una mayor transparencia y previsibilidad, lo que fortalece la confianza de los vecinos. También ha sido clave que las iniciativas sean para infraestructura, equipamiento o gestión del espacio público, y estén avaladas por organizaciones o vecinos, lo que vigila que no se conviertan en promesas electorales aisladas, sino en propuestas reales con impacto comunitario.

Pero no todo es perfecto. Siempre quedan desafíos: lograr una representación equitativa de los distintos distritos; asegurar que los barrios con menor organización social no queden en desventaja; garantizar que la ejecución de lo votado no sufra demoras ni recortes; mantener la transparencia durante toda la obra.

En la Capital, por ejemplo, se señaló que se inscribieron unos 400 vecinos de distintas uniones vecinales y surgieron unas 30 propuestas, lo que evidencia una participación creciente, aunque todavía baja en términos poblacionales.

Mirando otros municipios argentinos, puede observarse que San Juan no está sola en este esfuerzo. En Gualeguaychú, recientemente se puso en marcha una edición del presupuesto participativo con más de $650 millones destinados a proyectos comunitarios. Eso marca que los municipios buscan mejorar su legitimidad, su contacto con la ciudadanía y la efectividad de sus políticas públicas.

En ese sentido, la última convocatoria de la comuna capitalina ha contribuido a consolidar una cultura de participación real para evitar clientelismos, para evitar que los barrios con menos recursos queden marginados y para que cada distrito vea que lo suyo también importa