
Uno de los problemas estructurales de la economía argentina –la escasez de divisas- podría ir resolviéndose progresivamente si el país avanza decididamente hacia un desarrollo sostenido y sostenible de la actividad minera. Pero para ello deberá resolverse antes la cuestión de la licencia social de la minería, es decir, del apoyo de las comunidades locales a la actividad. Y ésta solo se logra con transparencia, sustentabilidad ambiental y beneficios económicos para el Estado y para los habitantes de la zona donde se encuentra el emprendimiento.
Si se dieran las condiciones –económicas y de licencia social- para el desarrollo en los próximos años de emprendimientos mineros de litio y cobre, el panorama mejoraría sustancialmente. “Argentina puede pasar de exportar 4.700 millones de dólares en minerales a más de 25.000 millones de dólares dentro de siete años. Es un salto notable, que haría que las exportaciones mineras sean más relevantes en la canasta exportadora que lo que hoy es el complejo sojero (19.624 millones)”, señala en un trabajo de Daniel Schteingart, de Argendata Fundar.
Las perspectivas objetivas auspiciosas de la actividad minera colisionan con factores subjetivos, vinculados, como se dijo, a la falta de licencia social. El desafío para los próximos años es compatibilizar la necesidad económica del desarrollo minero con los legítimos intereses de la población respecto al cuidado ambiental y a la generación de beneficios económicos para las comunidades locales, las provincias y el país en general.
EL ANCASTI