Entre 1867 y 1873 se presentaron varios proyectos para que Rosario sea capital. Tres veces se convirtió en ley pero prevalecieron los intereses porteños
Municipalidad de Rosario / Escuela de Museología
Imagen de la década de 1860 con la catedral, delante de ella la Plaza 25 de Mayo con el Monumento a la Constitución, demolido en 1870. A la derecha, la Jefatura Política.
Rosario fue elegida tres veces capital de Argentina por el Congreso de la Nación. Tanto la Cámara de Diputados como la de Senadores dieron el visto bueno para que la ciudad fuese la nueva sede del gobierno nacional. Sin embargo, en todas las oportunidades la mentada ley fue vetada por los presidentes en ejercicio.
La Cuestión Capital de la República fue el nombre con el que se conocieron los distintos debates, tensiones y discusiones sobre dónde ubicar la capital del país durante la segunda mitad del siglo XIX. Argentina se estaba construyendo y todo estaba por hacerse.
El primero de julio de 1867, el diputado Manuel Quintana presentó un proyecto que declaraba a Rosario capital del país. La posibilidad de que aquello se vuelva realidad movilizó y exaltó a los rosarinos, que vieron la oportunidad de demostrar el potencial que tenía la ciudad nacida de su propio esfuerzo. Sin embargo, el proyecto no pasó de Senadores.
Si bien la decisión de la Cámara alta generó desaliento entre las principales autoridades locales, la presentación de aquel proyecto y la idea de que Rosario podía llegar a ser capital del país movió voluntades y generó defensores de la causa. Así fue como Ovidio Lagos y Eudoro Carrasco, financiados por Justo José de Urquiza, lanzaron en noviembre del 67 un diario que buscaba respaldar aquel proyecto: La Capital.
En mayo de 1868, Rosario tuvo su revancha y se convirtió por ley en capital de Argentina. El proyecto fue presentado por el senador santafesino Joaquín Granel, quien se había respaldado en la legislación propuesta por Quintana, con algunos pocos cambios. El traslado de las autoridades nacionales a la ciudad iba a realizarse en enero de 1870. Sin embargo, aquel anhelo quedó trunco porque antes de terminar su mandato el presidente Bartolomé Mitre hizo uso de sus facultades y vetó la ley.
Sin embargo, Granel no se dio por vencido y en mayo del 69 volvió a presentar la iniciativa pero, esta vez, cambiando la fecha del traslado de las autoridades a 1871. En esta oportunidad se enfrentaron dos personajes tan decisivos como contrapuestos: por un lado Mitre, porteño y defensor de su ciudad, y del otro lado, Nicasio Oroño, santafesino y gobernador recientemente depuesto por una revolución.
A pesar de las confrontaciones y los debates sobre si convenía que Rosario fuese la capital, la legislación tuvo luz verde tanto en Diputados como en Senadores. Sin embargo, esta vez fue Domingo Faustino Sarmiento quien la vetó.
Un año después se volvió a presentar el proyecto. No obstante, en esa ocasión el Congreso le dio la espalda a Rosario y se inclinó por otra localidad: Villa María, en la provincia de Córdoba. Se argumentó que su centralidad geográfica la hacía una buena candidata para ocupar el lugar de capital de Argentina.
Una última oportunidad tuvo Rosario en 1873 cuando el Congreso la declaró capital pero Sarmiento volvió a vetarla. El mandatario sanjuanino, fiel a su estilo contradictorio, se había vuelto un defensor acérrimo de Buenos Aires a pesar de que hacía muy poco había declarado que la ciudad portuaria jamás ocuparía ese lugar.
El desenlace del conflicto
La Cuestión Capital quedó sin resolverse varios años. De facto, las autoridades nacionales y el poder político residieron siempre en Buenos Aires. Pero fue recién en 1880, bajo la presidencia de Nicolás Avellaneda, que se sancionó la ley 1.029 que la nombró finalmente capital de la República Argentina.
La legislación, sin embargo, no se dio sin antes librarse una cruenta lucha entre el sector “autonomista” (que no quería convertir a la ciudad en la capital federal porque se traduciría en compartir con el resto de las provincias los ingresos portuarios) y el bando “nacionalista”, defensor de sacrificar la autodeterminación porteña en beneficio de la Nación.
Fueron los nacionalistas los que finalmente prevalecieron y de esta manera nació la Capital Federal. La legislación entró en vigencia bajo la presidencia de Julio Argentino Roca, comenzando así una nueva etapa del país.
Un proyecto que no pierde vigencia
Lo cierto es que, a pesar de los años transcurridos, el proyecto de descentralizar el poder de la ciudad autónoma no perdió vigencia. Durante su mandato, Raúl Alfonsín presentó el Proyecto Patagonia, que buscaba mudar la capital al sur, específicamente a Viedma-Carmen de Patagones, generando también la creación de ese espacio jurisdiccional que abarcaba el espacio entre ambas localidades.
El programa alfonsinista no prosperó, pero la idea quedó resonando. Hace tan solo diez días el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, declaró en distintos medios que, con un grupo de senadores provinciales, busca reflotar aquella propuesta realizada por Alfonsín en la primavera democrática.
Cuando Rosario fue considerada candidata para ser capital, el sur del país no pertenecía al territorio argentino. Por eso, en la actualidad la ciudad al lado del Paraná ya no forma parte de las propuestas de descentralización. Ahora la mirada está puesta en el sur