Esta fecha fue instrumentada en coincidencia con la creación del Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPRES) en 1972, con el propósito de contribuir a formar y mantener la conciencia sísmica en todos los niveles de la población.
El INPRES, a través de los estudios provenientes de sismos históricos y de su red de acelerógrafos, determina que parte de Salta (que incluye la ciudad capital, Orán, Metán, Cerrillos y Güemes, entre otras) se encuentra en zona de elevada peligrosidad sísmica. Lo demuestran los terremotos que asolaron a Esteco y Salta en 1692, el de 1844 en Salta que produjo varias víctimas, el de Trancas (1826) o el de 1887 en Yacuiba. No debemos olvidar el terremoto de 1871, cuya magnitud y duración fueron excepcionalmente destructivos, abatiendo íntegramente a la ciudad de Orán, y que produjo una veintena de muertos y muchos heridos; tres años más tarde, en julio, un nuevo sismo produjo efectos psicológicos devastadores, causando el éxodo de parte de su población. La Poma en 1930 sufrió destrucción y muerte por un sismo. El terremoto de 1948, con epicentro en Anta, alcanzó una intensidad IX en la escala de Mercalli afectando también a la ciudad de Salta, y con réplicas que se sintieron hasta 10 días después. Los salteños recordamos el de febrero de 2010 en Cerrillos y el que golpeó a El Galpón en 2015.
Todos debemos asumir la seguridad preventiva como una norma de vida para saber actuar ante este tipo de siniestros. Aunque todavía no se pueda predecir la ocurrencia de los terremotos a fin de disminuir las víctimas, los conocimientos científicos y tecnológicos disponibles en la actualidad son suficientes para prevenir gran parte de sus efectos.
Por eso se aconseja adoptar medidas preventivas tendientes a proteger de la acción sísmica tanto la vida humana como todo lo que el hombre construye para su confort. Para ello todo el ambiente creado por el hombre debe poseer un diseño adecuado, tanto en el aspecto edilicio como en el urbano, y una construcción segura.
La prevención sísmica, incluido el diseño sismorresistente de las construcciones, constituye una serie medidas de mitigación. Es decir, medidas previas a un sismo que harán que sus consecuencias sean menos devastadoras.
La Filosofía de Diseño Sismorresistente de las normas argentinas sostiene que la estructura de una construcción puede sufrir daño cuando la intensidad del sismo es elevada, pero previniendo el colapso. Este es el paradigma de la preservación de la vida, que está garantizado si las construcciones se proyectan y construyen de acuerdo al Reglamento de Construcciones Sismorresistentes. Salta tiene el privilegio de contar con la revisión de los proyectos estructurales, a cargo del Consejo Profesional de Agrimensores, Ingenieros y Prof. Afines (COPAIPA) garantizando que estos cumplen con el reglamento. Tal como observamos los profesionales que visitamos algunas ciudades asoladas por terremotos en Chile, Ecuador y Turquía, muchas obras con estructuras de hormigón armado sufrieron daños irreparables a pesar de que sus proyectos cumplían con los reglamentos. La causa que el sismo puso al descubierto en todos los casos residía en que, en su construcción no se había respetado el proyecto, tanto en el tamaño de vigas y columnas como en la cantidad y distribución de las barras de hierro.
Los terremotos recientes ocurridos en el mundo confirman que la vulnerabilidad más importante no es la seguridad de la gente cuando se proyecta y construye de acuerdo al reglamento. Es por eso que el COPAIPA recomienda que cualquier obra nueva o la modificación de obras existentes sea proyectada y ejecutada por profesionales matriculados, tanto edificios en altura como viviendas de una planta.
Patrimonio en riesgo
Valiosos edificios de la ciudad, como la Catedral, el complejo San Francisco, la Escuela Normal, varias otras escuelas, algunos hospitales y los museos en el casco céntrico, o el patrimonio histórico de los Valles Calchaquíes, por ejemplo, debieran ser preservados de la acción de sismos destructivos. Esto no solo por su valor cultural, sino por la cantidad de personas que albergan. En atención a ello se promulgó la Ley Provincial 7740, en 2012, que crea el Plan de Verificación de Condiciones Mínimas de Seguridad para Edificios de Uso Público. Lamentablemente esta ley no ha sido reglamentada, y por lo tanto no se aplica. Es por ello que existe en el presente una gran deuda para con la comunidad de la provincia en cuando a la preservación de nuestro rico patrimonio.
Comunidad resiliente
Una comunidad sísmicamente resiliente es aquella que puede soportar un terremoto destructivo con un nivel tolerable de pérdidas y es capaz de llevar adelante medidas de mitigación consistentes en alcanzar ese nivel de protección.
La resiliencia de la comunidad considera el proceso de recuperación también incluyendo el comportamiento de los individuos y las organizaciones en la etapa post desastre.
Es necesario reflexionar acerca de que el objetivo de una comunidad resiliente a sismos sólo podrá alcanzarse si incluimos medidas de mitigación fundamentales: educación en prevención sísmica; evaluación y refuerzo de sistemas de agua potable, cloacas, tendidos eléctricos y sistema de distribución de gas; desarrollo de un sistema de respuesta y recuperación; evaluación y refuerzo de hospitales y escuelas y evaluación y reducción de la vulnerabilidad de redes de comunicación. Concluimos que los salteños debemos abordar y recorrer un camino de gran responsabilidad, con el aporte técnico de profesionales competentes a un sistema estatal que aún no despierta a una realidad, cuyos indicios muestran sismos como los ocurridos históricamente en la provincia.
(Por Susana Gea – Ing. en Construcción, de la Comisión Riesgo Sísmico del COPAIPA)