Durante más de una década, Sastre observó pasivamente el crecimiento de la pobreza, la decadencia en la educación, la falta de trabajo, la falta de servicios, y el avance de la inflación mientras el país se sumía en crisis. A pesar de ello, durante todo este tiempo, no respaldó ningún paro que buscara defender los derechos de los trabajadores, o los vecinos mostrando su complicidad con políticas perjudiciales, por la sola pertenencia a un espacio político o sindical.
Ahora, es llamativo que, tras asumir hace tan solo un mes el nuevo gobierno provincial y nacional, Sastre decida apoyar públicamente un paro. Durante años, no se pronunció sobre las demandas laborales, pero ahora se suma a la CGT, como si el inicio de todos los males de la Argentina hubiera nacido desde cero el diez de diciembre, cuestionando su motivación.
Su gestión como intendente se caracterizó por la inacción en temas cruciales y reclamos por la finalización de la doble trocha, por ejemplo, o la falta de servicios. A pesar de formar parte del espacio político nacional, el mandatario madrynense nunca se manifestó en algún tipo de paro o movilización nacional como ahora, dejando a la región sin avances en infraestructura vital.
Sastre pretende alinearse con la CGT, sin considerar que fue elegido para liderar una ciudad y no para seguir las directrices de un sindicato o central gremial.
Resulta incongruente que Sastre, después de ser un mero espectador ante problemas nacionales, ahora se involucre en movimientos sindicales. Su falta de acciones previas deja en duda la autenticidad de su apoyo a la CGT