Alfredo Tapia es uno de los socios fundadores de AFT Arquitectos, prestigioso estudio de arquitectura donde se diseñaron proyectos emblemáticos a nivel nacional como el Malba, Casa Naranja o Plaza Galicia. La firma ha ganado una sólida reputación basada en la calidad de diseños, en la consistencia de cada proyecto y en la exitosa participación en numerosos concursos y emprendimientos.
Antes de su presentación en Salta dentro del ciclo «Hablemos de lo que viene» Tapia habló con El Tribuno y dejó claros conceptos sobre las realidades actuales de las ciudades y el desafío de la sostenibilidad, la calidad de vida y el ambiente, en un contexto donde la clave es «volver a los orígenes».
¿Cómo fue evolucionando el urbanismo en la mirada profesional de los arquitectos?
Como arquitectos primero empezamos trabajando en proyectos convencionales, edificios residenciales, desarrollos inmobiliarios, pero desde hace un tiempo empezamos a interesarnos en el impacto que tienen los proyectos a escala urbana. Eso tiene una consecuencia directa primero sobre la calidad de vida en primera instancia y en segundo lugar en una situación más crucial que es el tema del impacto en el ambiente.
Alfredo Tapia, arquitecto – socio fundador de AFT Arquitectos.
¿Se puede identificar este fenómeno en una línea de tiempo?
Desde hace unos 15 años venimos trabajando sobre el tema con diferentes aproximaciones. Primero, en el 2006 y hasta el 2010 había como una tendencia sobre mejoras en las ciudades que estaba basada en la tecnología. Estaban los conceptos Ciudades Inteligentes, las Smart Cyties. Nosotros en su momento, entre el 2007 y el 2010, tuvimos la oportunidad de trabajar mucho en Medio Oriente que aparecía como un escenario muy lejano donde se ponían a prueba todas estas nuevas tecnologías. Eso fue quedando un poco de lado y hoy de manera más oportuna, la solución parece mucho más simple, mucho más fácil y tiene que ver con la proximidad, con el juntar usos, juntar actividades y aprovechar y generar tiempo útil.
Suena muy teórica esa solución. ¿De qué se trata?
En realidad es algo muy simple y que se parece bastante a la dinámica urbana de cuando los que tenemos 50 años éramos niños. Esta cosa de que en una distancia corta, encontrábamos prácticamente todo lo que se requería en la vida cotidiana. Íbamos a la escuela caminando o en bicicleta, teníamos un parque cerca, el club cerca. Había un solo auto en la familia que se usaba poco, era un ambiente seguro, saludable y todo eso. En los últimos años el urbanismo fue en otra dirección y esa es un poco la charla del jueves: cómo aprovechar esas nuevas tendencias que en realidad no son tan nuevas, sino que es un poco volver al origen.
¿Las tendencias del urbanismo responden a una cuestión generacional, de moda o a una necesidad?
Un poco de todo. A nosotros nos llegó tarde una tendencia que es la zonificación que parecía ser la solución en la era posindustrial. A principios y segunda mitad del siglo XX , las ciudades parecían un lugar inseguro, más contaminado, donde solamente uno iba a trabajar o donde estaba el intercambio comercial. Para vivir se elegían las afueras, el verde, el contacto con la naturaleza. Pero después eso se tradujo en que la gente pasaba buena parte del día viajando en el auto, en autopistas, en distancias que eran cada vez más largas y que consumían mucho tiempo en un viaje al trabajo. En las ciudades se empezó a volver normal y la gente comenzó a viajar una hora o dos para ir a trabajar y otras para volver a su casa. Entonces de la moda se pasó a una necesidad y hoy tenemos un problema generacional de que la gente de menos de 30 años difícilmente quiera viajar 4 horas todos los días para ir a trabajar.
Este es un fenómeno ya instalado en CABA en relación al conurbano bonaerense. ¿Se puede revertir esta problemática o estamos en un punto de no retorno?
Yo no veo que estemos en una situación de no retorno, creo que cada lugar tiene hoy pequeñas opciones como para mejorar mucho y relativamente fácil, pero tiene que ver con encontrar en cada lugar de la ciudad cuál es la problemática, cuál es la actividad que le falta. A veces uno detecta en los centros urbanos, lugares que de repente estaban exclusivamente dedicados al trabajo: oficinas o reparticiones oficiales. Este era el lugar donde uno iba a trabajar durante el día y después se quedaban desiertos. Entonces en un lugar así hay que pensar en cómo llevo habitantes, cómo recupero algún edificio que quedó medio viejo y lo transformo en otra cosa, cómo un edificio que está prácticamente en desuso puede resultar en algo atractivo sin que sea una opción más cara. Buscar zonas por ejemplo donde la única actividad es la residencial, y ver si le falta un centro de salud, educación, actividades comerciales. Con pequeñas intervenciones estratégicas, con un poco de acupuntura urbana,como lo señalaba el urbanista Jaime Lerner, con esas pequeñas operaciones en cada lugar se pueden lograr resultados rápidos.
¿Qué pasa con las ciudades en expansión como el caso de Salta que tienen un centro histórico, calles angostas y coloniales, colapsadas por el tránsito de vehículos?
Uno de los principales problemas a enfocar es el lugar que fueron ocupando y demandando los vehículos. Históricamente la calle era un lugar de intercambio urbano, de comercio, de actividad social y el auto empezó a consumir para circular, para estacionar, para moverse en la ciudad, espacios que son desproporcionalmente grandes. Entonces, siempre en estos lugares congestionados, centros turísticos, centros histórico de la ciudad, en general la tendencia es eliminar el auto, darle prioridad al peatón, a otro sistema de transporte, como por ejemplo las bicicletas. No sé qué tradición hay en Salta con el uso de bicicletas, si es práctico o nó. El transporte urbano también administrarlo de manera inteligente. Pero retirar el automóvil y no solamente por prohibiciones, es la clave y siempre hay que generar una alternativa que responda a valores, que resulte atractivo y práctico y relacionado con usar menos el auto. Solo para el fin de semana y no todos los días para ir a trabajar porque hay que ir al centro, subirse, estacionar, manejar media hora o cuarenta minutos.
¿Existen alternativas a estas estrategias?
Son las que se trabaja hoy en las ciudades. Si no puedo generar otro centro de trabajo fuera del casco histórico, y a lo mejor minimizo o reduzco notablemente la cantidad de tránsito que hoy está concentrado en ese lugar. Pero hay distintas estrategias; se pueden ir equilibrando usos. Pero sí, en general, el tema del transporte y del vehículo individual es algo crítico. Una sola persona arriba de un auto es el menos eficiente de los sistemas de transporte, por la cantidad de espacio, por el consumo de combustibles fósiles y por el impacto a nivel ambiental. No hay una única solución; hay varias que se van probando pero las dos grandes estrategias en las intervenciones urbanas son: primero qué hacer con el auto y segundo, cómo generar ecosistemas de actividades lo más completos posibles.
El Tribuno