Pablo Borrelli y la ganadería regenerativa: “Es algo más que otra forma de producir en el campo»

Pablo Borrelli y la ganadería regenerativa: “Es algo más que otra forma de producir en el campo»

Uno de los referentes del manejo holístico sostiene que existe una gran oportunidad para que la región pueda convertirse, en el marco de un mercado global en rápido crecimiento, en proveedora de créditos de carbono de alta calidad.

La actividad repercute en productividad, rentabilidad y resiliencia, dice el Ing. Pablo Borrelli, quien pasó por Agronomía de la UNS. / Fotos: Andrea Castaño-La Nueva.

—¿Cree que la ganadería regenerativa está en el lugar indicado en el momento justo?

—Entiendo que sí. Hay una frase del escritor francés Víctor Hugo que dice: “No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su hora”.

Con una propuesta de manejo holístico aplicable a la producción, el Ing. Agr. Pablo Borrelli, fundador de Ovis 21, se anima a decir que estamos frente a un nuevo paradigma y a una diferente forma de producir en el campo, donde la base es tratar de imitar la naturaleza.

“El objetivo es acumular capital biológico en el suelo, biodiversidad y lograr la captura de carbono mejorando la salud de los recursos naturales cada año. Esto permite que la productividad del sistema aumente por buenas razones, sin tener que forzarla con insumos externos. Cuando un sistema productivo tiene todos sus procesos ecosistémicos funcionando bien es más productivo, más rentable y tiene costos muy bajos”, cuenta.

“Además, es fundamental la resiliencia, que es la capacidad para afrontar eventos extremos, ya sean climáticos o de precios. Nuestra propuesta logra conciliar la conservación y protección del ambiente con la producción”, explica Borrelli, quien es de Río Gallegos, reside en Trevelin (Chubut) y dialogó con La Nueva. durante una visita a nuestra ciudad.

—¿Cómo se lleva a la práctica esta filosofía?

—En la parte ganadera la aplicación se basa en el manejo holístico. Es una metodología de planificación, monitoreo y manejo adaptativo; esto es, se va corrigiendo. Aplicamos un procedimiento de planificación muy sencillo, donde el productor planea el pastoreo dos veces al año utilizando una metodología pautada y criterios testeados con anterioridad. Un componente clave es el acompañamiento. Tenemos una red de técnicos y educadores, cuyo rol es acompañar al productor al principio para que no lo haga solo, hasta que se sienta tranquilo de realizar el procedimiento por sí mismo.

“Además, es crucial el monitoreo, que llamamos GRAS, que es un estándar ambiental. Chequeamos año a año si el campo está mejorando y, si no lo está haciendo, revisamos todos los parámetros para corregir. No hay una receta fija; la propuesta es a medida de cada campo, incorporando los conocimientos del productor y del personal”.

—¿Cuáles son los desafíos?

—El principal obstáculo, el primer desafío, es mental. Es un concepto nuevo que no está en la facultad y que tuvimos que aprender por fuera y de manera tardía. Tampoco es un concepto que publiciten las cadenas de venta de agroinsumos, ni los organismos tecnológicos en este momento, por lo que la difusión de los conocimientos es lenta. El segundo desafío que tenemos es el cambio climático. De repente nos tocan tres años de sequía y, si no llueve, no hay magia; no vamos a apreciar un gran resultado. Afortunadamente, una vez que los productores lo ven, el campo responde muy rápido y generosamente, por lo que quienes comienzan con esto no dejan de hacerlo”.

—¿Cómo se relaciona la ganadería regenerativa con los programas de carbono y la rentabilidad económica?

—Hoy tenemos un desafío, o un incentivo, muy importante: los programas de carbono, que nos permiten que el productor pueda monetizar esa mejora y ser retribuido por haber secuestrado carbono. Es una novedad que antes no existía y que solamente se puede lograr con la GR, ya que una convencional nunca generará créditos de carbono porque no se dan las condiciones biológicas para la acumulación en el suelo.

“Para el año que viene los primeros 60 productores del programa SARA van a empezar a cobrar créditos de carbono”, dijo Borrelli.

Creemos que esto acelerará los pasos. Por ejemplo, para el año que viene los primeros 60 productores del programa SARA (Sistema de Análisis y Registro de Alimentos) van a estar cobrando créditos de carbono. Cuando el productor, el vecino o el amigo comente que lo cobró, habrá un cambio muy fuerte en la credibilidad. Esto es, al productor le ingresa un dinero adicional que no le genera ningún costo”.

—¿Esta demanda de carbono proviene del mercado internacional?

—Sí. Las principales empresas del planeta están tomando compromisos de carbono neutralidad, lo que significa que saldrán a comprar créditos para compensar lo que no pueden mitigar. Esto implica una demanda que va a crecer exponencialmente, esperándose que sea 15 veces de aquí a 2030. No es fácil remover carbono del aire con máquinas, así que son los productores, haciendo bien las cosas, quienes generarán los créditos. La Argentina, y otros países sudamericanos, tenemos todas las ventajas de ser probablemente los principales proveedores para este mercado que está explotando.

—¿Cómo garantizan la calidad de los créditos?

—El mercado de carbono no vale más que la confianza que tiene el comprador. Hay miles de proyectos, pero una enorme variación en la calidad. Hay mucha oferta de créditos baratos y de baja calidad, pero poca de alta calidad; ese es nuestro nicho. La integridad significa cuánta evidencia tiene el comprador de que lo que está comprando no es humo (sic). Para lograr la plena confianza, trabajamos con asistencia técnica, datos correlacionados y, sobre todo, pisando el campo. No lo hacemos solo con un satélite, sino en la educación de los equipos de campo para cambiar realmente el sistema y así el carbono llega como la frutilla del postre.

—¿De qué manera este proceso puede contribuir a aumentar la cantidad de bovinos en el país?

—Depende de la tasa de adopción. En los campos que trabajan con GR tendemos a hacerlo con más vacas. En algunos casos se tiene un 20 % más, y en otros, se llega al doble. Esto sucede porque si hay más pasto, habrá más vacas sin costo adicional. Si logramos una alta tasa de adopción, el resultado sería la recuperación de la productividad de las tierras y, posteriormente, de los stocks ganaderos.

—¿Qué rol tiene la GR en los ambientes marginales?

—El SOB es una zona compleja, con elementos muy patagónicos, como viento y sequías abruptas, y pampeanos. Vemos que, en algunas zonas, se hace agricultura de alto riesgo que genera un impacto ambiental fuerte, con problemas de erosión, degradación de suelos y rendimientos decrecientes.

La GR tiene un efecto reparador de acumulación de biología y fertilidad.

“La GR viene a cumplir un rol de reparación. Esto pasa claramente por la perennización de los sistemas. Hay que ver cuánta agricultura soporta el lugar y tener esa dosis en una rotación, pero no contar con todo agrícola, ya que el riesgo de perder plata es cada vez más alto. La GR tiene un costo muy bajo, pero un efecto reparador de acumulación de biología y fertilidad, que podría usarse en una rotación integrada con los cultivos bajando el nivel de insumos y los riesgos”.

—¿Cuánto tiempo más cree que conllevará para que el mercado, incluyendo empresas y organismos tecnológicos, adapten esta estrategia?

—Creo que estamos en una curva de crecimiento exponencial. Si para 2026 los primeros productores comienzan a cobrar créditos de carbono, yo diría que en tres años más deberíamos tener mucha gente ingresando al esquema. También se acelerará la alineación con organismos tecnológicos y casas de altos estudios, sobre todo cuando tengamos más resultados medidos y más evidencia. Está claro de que el motor principal de este cambio es la rentabilidad.

“El objetivo es recuperar los procesos del ecosistema”

“Nuestro trabajo consiste en acompañar a los productores en la implementación del manejo holístico, que es nuestro medio para lograr la ganadería regenerativa. La idea es recuperar los procesos del ecosistema para que el campo pueda ser rentable”, dijo el Ing. Agr. Martín Llano, de Coronel Pringles, egresado de la UNS y representante de Recuperando Pampas, el nodo en el sudoeste bonaerense de Ovis 21.

—¿Cómo es la receptividad de esta herramienta?

—El productor toma otro rol con nosotros. No ofrecemos un asesoramiento tradicional, donde se baja una receta o una línea de lo que se debería hacer, sino que trabajamos en conjunto basándonos en los objetivos y nos adaptamos para llevar a la práctica el manejo.

—¿Existe un factor generacional que contribuya a esto?

—Sí, las nuevas generaciones son las que tienen más impulso. Al productor joven le importa, en parte porque también tiene interés como consumidor y sabe sobre las cuestiones ambientales y la calidad de los productos. Además, en las universidades se están retomando estas cuestiones ambientales, algo que antes no se abordaban. La meta del manejo es recuperar el campo que tenían sus abuelos desde lo productivo, buscando que los índices se puedan mantener a largo plazo y no sean solo cuestiones momentáneas.

—Enfocándonos en la zona, ¿cuáles son las fortalezas y las debilidades de implementar la GR?

—Las fortalezas son que los campos con algo de infraestructura se pueden mejorar bastante en cuanto a índices productivos y ambientales. Es importante destacar que llevamos estos datos de la mano, lo que significa que producir a favor de la naturaleza no implica perder rentabilidad.

 

Martín Llano sostiene que hay un recambio generacional que contribuye a la GR.

“En cuanto a las debilidades, la cuestión más compleja es que el clima en esta parte del SOB es un poco más adverso. Esto hace que ver los resultados lleve un poco más de tiempo en comparación con otras zonas como, por caso, la Cuenca del Salado”.

—¿Cuáles son las dificultades que enfrentan?

—La principal barrera es la famosa frase: ‘Acá lo hacemos así hace 50 años’. Es difícil romper con esa inercia en un productor que lleva toda la vida haciéndolo de una manera determinada. Esto también aplica a encargados o empleados, a quienes les puede resultar chocante cambiar el manejo.

“Sin embargo, quienes entienden el sistema lo adoptan porque están convencidos de que es mucho mejor que el tradicional. El animal es mucho más manso, se acostumbra con más facilidad a los cambios de parcela y el campo se recorre mucho más fácil”.

—¿Cómo este manejo puede contribuir en la coyuntura económica de la ganadería?

—Puede sumar. De hecho, al hacer los números hoy en día la principal limitante que tenemos es el precio del vientre para que el productor pueda cubrir el aumento de receptividad que realizamos en el campo. No obstante, creemos que si se suman los créditos, que podrían llegar el año que viene, a los precios que tiene la carne, podemos tener más viento a favor todavía”.

“Dentro del manejo holístico me interesa el aspecto social”

“La decisión de hacer ganadería regenerativa surgió porque las prácticas tradicionales que llevábamos adelante empezaron a hacerme ruido”, admite Marcela Ciccioli, titular de la cabaña La Helvecia, a unos 40 kilómetros de Bahía Blanca, en dirección de Tornquist, en un campo árido y de suelos someros y rocosos.

“Esto se manifestaba tanto desde lo ambiental como desde lo económico. Por ejemplo, hacíamos verdeos de invierno y de verano, pero no resultaban rentables y no redundaban en pastura suficiente para los animales, ni en cantidad ni en calidad. Había baches forrajeros a pesar de la inversión. Empecé a darme cuenta de que ese no era el camino y que había que buscar otra alternativa”, agrega.

—¿Qué herramienta elegiste?

—Dentro del manejo holístico me interesó mucho el aspecto social, que implica ver quién vive y cómo vive en el campo y qué querés lograr de tu campo y de tu paisaje. Además, me importa el bienestar animal. Sentí que con el manejo tradicional todas estas cuestiones importantes no estaban siendo tomadas en cuenta.

Marcela Ciccioli dice que, hoy, es un momento que permite invertir y producir.

“Comencé con la idea en 2019 y al año siguiente llegó la pandemia que, en realidad, tuvo algunas cosas buenas, ya que me permitió estar en Zoom con gente de otras partes del mundo, incluyendo España, Chile y Uruguay. Sentí que había un gran número de productores yendo en esta dirección. El primer curso de introducción al manejo holístico lo hice en 2021. A partir de ahí empecé a trabajar con la red y, luego, se acercaron al campo para ver cómo podíamos mejorar”.

—¿Se ven resultados concretos en el campo?

—La sequía nos puso un freno importante. Hizo que el desarrollo se detuviera por completo porque corta el ciclo del agua y, al suceder eso, se interrumpen también otros vitales como el de la energía, por la fotosíntesis, y de las cadenas tróficas. Sin embargo, ahora estamos de vuelta con la producción de biomasa. En la última medición que hicimos advertimos pequeños resultados y logros.

—¿Este proyecto es viable para el SOB?

—Sin dudas. El tema de las pasturas de invierno y verano significaba una enorme erogación de dinero. Hay momentos de la fluctuación de la ganadería en los que esa inversión no se paga y no se salvan los costos. Además, cuando el régimen pluviométrico anual es bajo, no producís la cantidad de forraje necesaria. Y en un punto me di cuenta de que el manejo tradicional implicaba una gran cantidad de inversión en combustible, semilla, agroquímicos y pulverizaciones.

—¿Qué infraestructura se necesita?

—Necesitás inversión. Hay que hacer divisiones de potreros, incluso más pequeños para la rotación, y llevar agua a cada uno de ellos. Lo cierto es que se trata de un giro, de un volantazo de 180 grados, respecto de la producción tradicional.

—¿Es el momento adecuado para la GR?

—Afortunadamente, hoy los planetas están alineados. Estamos en un momento favorable, ya sea pluviométrico, ganadero y político, que permite invertir y producir. Actualmente, un ternero vale un millón de pesos y este es el momento en que se puede justificar la inversión. Si bien se puede empezar de manera paulatina y con menor erogación de dinero, ese proceso es más largo. Si logramos hacer la planificación y el cambio de infraestructura más rápido, obtendremos los beneficios de esa manera. Esto nos permite estar mejor pertrechados si cambian los ciclos políticos o si un nuevo ciclo seco arremete contra la zona.

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