Mendoza. Si San Jorge logró transformarse de un espectro inversor que vagaba con su valija de promesas a un proyecto con aval científico, aumento de crédito social y ratificación legislativa, fue por una planificada estrategia y liderazgo político.
Espectro resucitado
Pero más allá de esto, si San Jorge logró transformarse de un espectro inversor que vagaba con su valija de promesas a un proyecto con aval científico, aumento de crédito social y ratificación legislativa, fue por una planificada estrategia y liderazgo político.
Allí surgieron los peores temores, el deja vú de una historia cargada de fallidos. Como en todo análisis político, las variables son -en algún punto- impredecibles: desde convicciones hasta enconos personales, pasando por especulaciones, necesidades de exposición o diferenciación en el juego entre partidos y el ego de quienes lo encarnan.
Disciplina y convicción
Ante esto, el principal mérito del Gobierno fue mantener la tropa ordenada y cohesionada. Tanto en Diputados como en Senadores, el Ejecutivo no tuvo fugas ni abstenciones que pudieran debilitar la avanzada. Mucho menos diferenciaciones de legisladores que al provenir de departamentos con menos tolerancia a la minería no asumieran su defensa. Esto no ocurrió en esta ocasión. La disciplina de los bloques oficialistas fue la primera fortaleza para el desafío. Todo un indicio respecto del comando del gobernador, pero también del objetivo de gestión.
Ese convencimiento de la exposición del proyecto tanto en comisiones como en el recinto fue decisiva para lograr también el respaldo de los aliados, que tampoco rehusaron la convocatoria, e incluso forzaron la postura de ex socios como el Pro que terminaron acompañando pese a las diferencias que en muchos otros asuntos tienen con Cornejo.
Sin embargo, el Ejecutivo también se encargó no sólo de evitar dilaciones o postergaciones que pudieran debilitar el impulso, sino de tender puentes para un mayor respaldo y que efectivamente la minería sea desde ahora en Mendoza “una política de Estado” como pidió el mandatario. Lo consiguió en el Senado, pero no en Diputados.
Dispersión y confusión
En el debate en ambas cámaras, el peronismo volvió a dejar expuesto no sólo sus diferencias ideológicas, sino también prácticas. Mientras en una ocasión votaron todos juntos el rechazo, en otra se dividieron entre los que responden a los intendentes y aquellos que reportan al cristinismo. En Diputados siguieron la lógica de La Cámpora, en Senadores se animaron a diferenciarse.
Observadores aseguran que eso fue posible al quedar atrás el congreso partidario que sentenció la suerte del kirchnerismo en la confección de las listas para las elecciones de febrero en los municipios de desdoblaron. Si así fuera, una pequeñez intrapartidaria intentó tomar de rehén al desarrollo productivo de Mendoza.
Todo eso, en línea con las sospechas del Cuarto Piso respecto a las motivaciones de ese voto opositor más o menos esquivo que ahora expone tanto a los que “pasaron de largo” en Diputados como a los que se dividieron en el Senado. Nada nuevo para un PJ al que Hebe Casado acusó de estar “secuestrado” por el kirchnerismo y al que Cornejo al fin de la faena, y tras “rogarle” su aval, dijo que “atrasa” en su mirada económica. Dura tarea la de recomponer un partido incapaz de acordar una estrategia unificada para un tema tan trascendente.
El Partido Verde (PV) se opuso desde su identitaria prioridad ambiental constitutiva, al igual que algunos legisladores de La Unión Mendocina (LUM), sin el eco de otras ocasiones. La izquierda siguió la protesta desde la calle, lejos de las bancas que supo tener en épocas recientes. Otro dato cierto del cambio de los tiempos.
* El autor es periodista y profesor universitario