La industria de la seguridad electrónica está atravesando una transformación silenciosa pero profunda. Ya no se trata solo de prevenir delitos o proteger instalaciones: el foco está en anticipar, analizar y responder con ayuda de tecnologías que combinan inteligencia artificial, biometría, IoT y análisis predictivo. Desde la Cámara Argentina de Seguridad Electrónica (CASEL) señalan que 2026 marcará un punto de inflexión: “La seguridad deja de ser un conjunto de dispositivos para convertirse en un ecosistema vivo, conectado y sostenible, donde la información es la clave”.
A continuación, las seis tendencias que marcarán ese nuevo paradigma.
1. Biometría avanzada: seguridad que reconoce a las personas
El reconocimiento facial, de iris o de voz dejará de ser una tecnología futurista para convertirse en el estándar de autenticación más confiable. Impulsada por la inteligencia artificial, esta tecnología ofrece una identificación instantánea, precisa y sin contraseñas, ideal tanto para entornos corporativos como residenciales.
En edificios inteligentes, los usuarios podrán acceder con solo mirar una cámara, mientras que en empresas y organismos públicos los sistemas biométricos permitirán trazar auditorías exactas de ingreso y salida. Pero el desafío va más allá de la tecnología: implica también una nueva ética del dato. CASEL destaca que “el manejo responsable de la información biométrica será tan importante como la precisión del reconocimiento”, en un contexto global que avanza hacia regulaciones más estrictas en materia de privacidad.
2. Inteligencia Artificial y analítica de video: del monitoreo a la predicción
La inteligencia artificial aplicada a la seguridad ya no solo observa, interpreta y predice.
Los sistemas de video analítico pueden detectar comportamientos inusuales —una persona que deambula fuera de horario, un objeto abandonado, un movimiento anómalo— y activar alertas automáticas sin intervención humana. El salto hacia 2026 será la detección proactiva, es decir, la capacidad de los sistemas de adelantarse a un posible incidente mediante análisis de patrones y contexto.
Según estudios internacionales, más del 60% de las organizaciones planean invertir en IA aplicada a seguridad en los próximos dos años. Desde CASEL subrayan que “la clave no estará solo en detectar más rápido, sino en hacerlo con menor tasa de falsos positivos y mayor respeto por la privacidad”.
3. IoT aplicado a la seguridad: sensores que hablan entre sí
El Internet de las Cosas (IoT) se ha convertido en la columna vertebral de la seguridad moderna. Sensores interconectados —de movimiento, humo, temperatura o apertura— se comunican en tiempo real con paneles de alarma y plataformas en la nube, fusionando la protección física y la digital. En 2026, esta integración será total: un mismo sistema podrá activar una alarma, enviar una notificación al celular del usuario, cerrar una válvula de gas y avisar al servicio técnico si detecta una anomalía. Para CASEL, el IoT será también una oportunidad de sostenibilidad: “La conectividad inteligente permitirá no solo proteger, sino optimizar el uso de energía y recursos”, explican desde la entidad.
4. Control de acceso predictivo y biométrico: hacia espacios más ágiles y seguros
El clásico control con tarjeta o código quedará atrás. Los nuevos sistemas de acceso combinarán biometría, analítica de comportamiento y algoritmos predictivos para anticipar y gestionar patrones de movimiento. Un empleado que ingresa en un horario inusual o desde una ubicación desconocida podrá activar una verificación adicional automática. Este enfoque, ya adoptado por grandes corporaciones, se expandirá a oficinas, consorcios y centros logísticos, ofreciendo seguridad sin fricción, interoperabilidad entre sedes y trazabilidad total. CASEL anticipa que el control de acceso del futuro será una herramienta de gestión integral, no solo de seguridad, y advierte que la interoperabilidad será determinante: los sistemas deberán dialogar entre sí, sin depender de un único fabricante.
5. Protección de infraestructuras críticas: seguridad física y ciberseguridad se fusionan
Los ataques a infraestructuras esenciales —energía, transporte, agua, telecomunicaciones— han llevado al límite la necesidad de una protección integrada. Para 2026, la seguridad de estos entornos dependerá de la convergencia entre lo físico y lo digital: cámaras, sensores ambientales, firewalls y redes OT (tecnología operativa) deberán funcionar como una sola capa de defensa. CASEL destaca que esta integración también será relevante para instalaciones privadas de gran escala, como parques industriales o centros comerciales. “La frontera entre ciberseguridad y seguridad física ya no existe; los sistemas deben pensarse de manera conjunta para garantizar continuidad operativa”, señalan desde la Cámara.
6. Fire Safety y seguridad laboral inteligente: la tecnología que protege personas
La última tendencia pone el foco en la seguridad de los trabajadores. La combinación de sensores inteligentes, equipos de protección personal (EPP) con telemetría y sistemas de alerta en tiempo real permitirá prevenir accidentes y responder de forma inmediata ante emergencias. En fábricas, hospitales o grandes edificios, los sensores detectarán humo, gases o variaciones térmicas y emitirán notificaciones automáticas a los responsables de seguridad o al servicio médico. Según CASEL, “esta tendencia transforma la seguridad en bienestar conectado”, al incorporar la tecnología no solo para proteger instalaciones, sino también para cuidar la vida y la salud de las personas.
Un futuro más humano y conectado
La seguridad del futuro no será solo más inteligente, será más humana y ética. La inteligencia artificial, la biometría o el IoT no reemplazan al profesional de seguridad: lo potencian, brindándole herramientas para anticipar, decidir y actuar mejor. Estamos frente a una nueva era en la que la tecnología debe servir a las personas. Las tecnologías en seguridad del futuro serán predictivas, sostenibles y profundamente conectada con la vida cotidiana.