Un relevamiento del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) reveló que en 16 municipios de la provincia de Buenos Aires el agua presenta niveles de arsénico superiores a los permitidos por la ley, lo que la vuelve peligrosa para el consumo humano. El estudio forma parte de un monitoreo que el ITBA realiza desde hace 14 años sobre la presencia de este elemento cancerígeno en distintas regiones del país.

Según el informe, en 12 distritos del interior bonaerense y en cuatro del Gran Buenos Aires la concentración de arsénico supera el máximo legal de 50 partes por billón (ppb). En Guaminí, por ejemplo, el nivel registrado fue de 295 ppb, casi seis veces más alto que el permitido. En los partidos de Nueve de Julio y La Costa, la concentración es aproximadamente el triple.
Los municipios con “semáforo rojo” identificados por el ITBA son Guaminí, Nueve de Julio, Partido de la Costa, Chivilcoy, Mercedes, Escobar, General Rodríguez, Cañuelas, Monte, Roque Pérez, Azul y Villarino. A ellos se suman cuatro del conurbano: Almirante Brown, Vicente López, Ezeiza y San Vicente.
El informe también señala que cerca de una veintena de distritos presentan niveles de arsénico entre 10 y 50 ppb. Aunque se encuentran dentro del límite legal argentino, superan el máximo establecido por las normas internacionales, que es de 10 ppb. En este grupo, considerado de “semáforo amarillo”, figuran General Pueyrredón (Mar del Plata), Villa Gesell, Tres Arroyos, Olavarría, Salliqueló, Junín, San Pedro, Bolívar, Baradero, varios municipios del conurbano y la ciudad de La Plata. En esta última, Aguas Bonaerenses SA (ABSA) sostiene que el suministro cumple con los parámetros exigidos por la ley.
Por otro lado, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) informó que desarrolló un sistema para reducir la concentración de arsénico en el agua mediante el uso de carbón vegetal tratado químicamente y sometido a calor. Según el organismo, esta técnica permite disminuir más del 50% del arsénico y de otros contaminantes, como los nitratos.
El CONICET destacó además que los materiales necesarios para producir este carbón pueden provenir de subproductos de la economía circular, como hojas, ramas de poda o cáscaras de semillas de girasol, lo que convertiría el proceso en una alternativa sustentable para mejorar la calidad del agua en distintas regiones del país