
Los nuevos centros, conocidos como Stargate, formarán parte de una red mundial que busca reducir la dependencia de OpenAI de proveedores externos como Google Cloud o Microsoft Azure. La empresa dirigida por Sam Altman eligió a la Patagonia por su clima frío y seco, ideal para el enfriamiento natural de servidores, y por la disponibilidad de energías renovables que garantizan una operación sostenible.
“Queremos poner la inteligencia artificial en manos de la gente de toda la Argentina”, señaló Altman al anunciar el proyecto, que se integra a una estrategia global para ampliar la capacidad de cómputo de los modelos de IA más avanzados del mundo. La elección del sur del país también responde a una visión regional: descentralizar la infraestructura digital y acercarla a nuevos polos tecnológicos.
La empresa Sur Energy, fundada por los argentinos Matías Travizano y Emiliano Kargieman, será la encargada de desarrollar la infraestructura local. Ambos empresarios fueron pioneros en combinar tecnología avanzada con fuentes limpias de energía, y su participación resultó decisiva para que OpenAI eligiera al país como sede. Travizano, fallecido recientemente en un accidente en California, fue reconocido por Altman como el impulsor clave del acuerdo.
La magnitud del proyecto redefine la relación de Argentina con el ecosistema tecnológico global. Por primera vez, una empresa líder de Silicon Valley instalará centros de inteligencia artificial fuera del eje Estados Unidos–Europa–Asia, con la mirada puesta en el Cono Sur como territorio estratégico por su potencial energético y su estabilidad climática.
En términos técnicos, los data centers albergarán miles de procesadores de alto rendimiento interconectados, capaces de manejar volúmenes masivos de información en simultáneo. Esta “densidad” computacional, esencial para el entrenamiento de los modelos de IA, requiere una infraestructura eléctrica robusta y una red de fibra óptica de última generación, aspectos que la compañía planea desarrollar junto a socios locales.
El anuncio también reaviva debates sobre el uso responsable del agua y la energía en una región que busca equilibrar el progreso tecnológico con la sustentabilidad ambiental. Expertos señalan que la Patagonia ofrece ventajas naturales, pero advierten sobre la necesidad de monitorear el impacto de estas instalaciones en los ecosistemas locales.
Desde el Gobierno nacional, se destacó que el proyecto se enmarca dentro del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), que ofrece beneficios fiscales y cambiarios a iniciativas de alto impacto. Para la región, esto podría significar nuevas fuentes de empleo calificado y un salto en la conectividad tecnológica.
En definitiva, la llegada de OpenAI a la Patagonia representa una apuesta por el conocimiento, la energía limpia y la integración del país en la economía digital global. La inteligencia artificial ya no se percibe como un fenómeno lejano, sino como una industria que comienza a hablar con acento argentino