Las grandes empresas argentinas muestran resultados dispares; las energéticas repuntan con tarifas, las alimenticias sufren por el consumo y los bancos enfrentan los problemas del límite al crédito

Las principales compañías del país tuvieron resultados dispares en la primera parte del año
El cambio de modelo económico tras la llegada de Javier Milei al poder está repartiendo las cartas nuevamente en el juego de las mayores empresas de la Argentina.
Los bancos, que en el pasado se beneficiaron con el negocio relativamente sencillo de prestarle plata al Estado, sufren ahora las restricciones que les impone el Gobierno para prestar plata en su carrera por contener al dólar. Y las empresas reguladas, ovejas negras en el mundo contable por los retrasos tarifarios en el pasado, parecen haber sacado la cabeza del agua por la recomposición de tarifas.
A mitad de camino están las compañías alimenticias. Durante el kirchnerismo sufrieron el control de precios capitaneado por funcionarios como Guillermo Moreno, Paula Español o Roberto Feletti durante su paso por la Secretaría de Comercio. Ahora, están en dificultades para sortear la recuperación parcial del consumo masivo tras un desplome el año pasado.

Hay otro grupo de empresas que se ubica en una posición expectante. Si bien sus resultados mostraron un retroceso, algo que puede estar influenciado por distintos motivos, pueden llegar a tener un futuro mucho más reluciente. El caso más notable es el de YPF. Paradójicamente, la mayor empresa industrial del país está bajo control del Estado y es, también, la promotora de inversiones de primera línea con socios internacionales.
Así surge de la presentación de resultados en la primera mitad del año de algunas de las empresas más grandes del país, que informan sus números a la bolsa porteña.
Los servicios públicos retomaron la senda que, al final del camino, según esperan sus propios ejecutivos, los lleve a ser un buen negocio de nuevo, algo de lo que casi no hay recuerdos en la Argentina tras la privatización de empresas públicas en los años 90. Se ven algunas chispas de esa tendencia.
En los primeros seis meses del año, Transportadora de Gas del Norte (TGN), que atiende con sus ductos la mitad del país, cambió las pérdidas de 2024 por un resultado positivo de $99.130 millones expresados en moneda constante. La recomposición tarifaria explica una parte del cambio de tendencia. La empresa es una sociedad entre Techint (Paolo Rocca) y Corporación América (Eduardo Eurnekian).
Otros casos muestran comportamientos similares en el sector eléctrico. Transener, donde conviven Pampa Energía (Marcelo Mindlin) con el Estado, anotó una utilidad de $73.311 millones, un 112% más con respecto al mismo período del año anterior.
Es la compañía que transporta la mayor parte de la electricidad del país, desde los generadores, como Yacyretá o Central Puerto, hasta las distribuidoras que llegan a los domicilios, como Edenor o Edesur. Sus números azules son buenos para el Gobierno. Se debe a que la participación pública en esa firma es una de las primeras que salió a la venta. La Casa Rosada espera recaudar unos US$150 millones con la operación.
Transener es de las mejores entre las reguladas. Los analistas de mercado suelen ver otros números, más allá de los resultados. Entre ellos, el EBITDA. Sucede que esta empresa tiene buena generación de caja, a tal punto que se espera que distribuya dividendos.
El podio de las energéticas bien lo puede cerrar Central Puerto, una gran compañía generadora de electricidad en la que se destacan nombres asociados a bancos. El más activo es Guillermo Reca (ex Merrill Lynch), pero también está allí Eduardo Escasany (Galicia). Su capital accionario contiene otros apellidos conocidos para el mundo empresario, como el de la familia Miguens-Bemberg (ex Quilmes). En la caja de Central Puerto quedaron utilidades por $55.271 millones, algo que mejora su resultado en moneda constante un 16%.

Hay un clima de normalización general de los servicios públicos. Un ejemplo es Edenor. La empresa tuvo una utilidad de $131.004 millones en el semestre. Si bien es un 30% menos que en el mismo período del año pasado, siempre según números constantes, siguen siendo cifras en azul, algo que no ocurría con frecuencia en el pasado.
Los balances de Edenor muestran un cargo de $28.558 millones por “Asesoramiento técnico en materia financiera” a favor de Edelcos, la accionista del 51%. Los dueños de la compañía son Daniel Vila, José Luis Manzano y Mauricio Filiberti. Para el mismo período del año pasado, la empresa les había comprado a sus dueños servicios por $19.510 millones.
Fuentes cercanas a la empresa sostienen que es una “herencia” de los años 90, cuando se hizo la privatización. En ese momento, se estableció un management fee para el operador. El número despierta cierto rechazo en las sociedades de bolsa que analizan balances. Sucede que se le resta al resultado final a favor de los principales dueños.
Otros casos son más amargos. YPF redujo en un 93% sus ganancias en el semestre. La mayor parte de ese resultado, en comparación con lo que pasó en 2024, se debe a la caída del precio del petróleo, producción primaria clave en sus negocios. El futuro, para los especialistas, se ve mucho más promisorio.
Para Matías Cattaruzzi (Adcap), la petrolera, al igual que Vista (Miguel Galuccio), estuvo afectada por la misma situación. Pero todas tendieron a producir más crudo y gas. Pampa Energía (Marcelo Mindlin) podría sumarse a la lista.
“YPF tiene la característica de que está pasando por un proceso de desinversión de campos maduros. Para 2026, esperamos que sea una compañía con menos costos y va a disponer de más dinero para desarrollar los campos no convencionales en Vaca Muerta. Además, casi va a duplicar la extracción camino a 2030”, dijo.
En el caso de la empresa de Galuccio, Delphos Investment recordó que presentó un balance “sólido”, pero la caída en el precio del crudo contrajo el EBITDA y las ganancias ajustadas una vez corregidas por volumen de producción.
“El primer semestre en términos generales fue más flojo en cuanto a ganancias. Las petroleras siguen en su dinámica, pero bajó el precio del petróleo. Por eso, cayeron sus balances. No es que les pegó tanto el mercado interno”, explicó Leonardo Chialva (Delphos).
Cattaruzzi agrega que, hasta ahora, la mayoría de las empresas presentó números por debajo de lo esperado, aunque no necesariamente malos.

Del lado opuesto parecen estar las empresas de alimentos y de consumo masivo. Arcor (familia Pagani), Molinos Río de la Plata (Perez Companc), Mastellone (familia fundadora, Danone y Arcor) y Sociedad Comercial del Plata (marca Morixe) reflejaron caídas profundas por la retracción del mercado interno y las dificultades para pasar a precios sus incrementos de costos. Algo similar pasó con la cementera Loma Negra.
La dueña de La Serenísima perdió $869 millones en los primeros seis meses del año. La empresa reconoció que el contexto económico fue más estable, aunque lamentó la lenta recuperación del consumo masivo.
La compañía de la familia Perez Companc explicó que “con costos de venta unitarios aumentando nominalmente por encima de los precios, el resultado neto fue negativo por $19.485 millones”.
Las alimenticias viajan todas en el mismo tren. Molinos también lamentó que sus costos crecieron por encima de los precios de venta, por lo que se enfocó, sostiene, en preservar “el adecuado posicionamiento de sus marcas”.
La pelea por los precios en los supermercados obliga a hacer una referencia política. Desde el kilómetro cero en la Casa Rosada, Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, pusieron como norte de su plan la implementación de medidas para bajar la inflación, que el Gobierno anterior había dejado por encima del 200% anual.
La iniciativa oficial se basó en una reducción del déficit público y una restricción de la oferta monetaria, pero también condujo a cortocircuitos que calaron hondo en las compañías. Por caso, el 16 de abril, tras la salida del cepo cambiario, Caputo escribió en su cuenta de X: “Hoy los supermercados grandes rechazaron la mercadería con lista de precios nueva de Unilever y Molinos con subas de 9% a 12%”.
Los bancos están escribiendo un capítulo aparte. Desde abril del año pasado, comenzaron a ganar protagonismo en el mundo de los negocios por su cambio de perfil. Viraron de un modelo enfocado en asistir las necesidades financieras del Tesoro a otro basado en prestar dinero. Ese cambio se verbalizó en una frase de Caputo: “los bancos volvían a trabajar de bancos”.
Algo cambió en el camino. El aumento y la volatilidad de tasas que convalidó el Gobierno para controlar los pesos en la calle, junto al aumento de los encajes, dejaron al crédito herido. A eso se suma un aumento de la morosidad.
El Banco Supervielle, cuya acción fue la estrella de la bolsa porteña en 2024, anotó una utilidad semestral por debajo de los $23.000 millones. Y el BBVA, más de 30% por debajo del mismo período del año pasado.
La marcha de la economía muestra resultados heterogéneos para las grandes empresas. En los casos anteriores, se mencionan a las compañías que están listadas en la bolsa porteña y envían sus estados contables a la CNV.
Otras empresas que cotizan en Nueva York, pero tienen actividad en la Argentina, muestran otro costado más positivo. Coca-Cola, por ejemplo, celebró que el negocio en el país creciera 14% en la primera parte del año.
Las automotrices -uno de los negocios en auge en los últimos meses- también tuvieron comentarios positivos hacia el país en la primera parte del año. Involucraron a Stellantis (Fiat, Peugeot, Jeep y Citroën) y Volkswagen.